Guerra de imágenes
13 de mayo de 2004"Lo que vimos es atemorizante", dijo el senador Bill Frist, uno de los miembros del Congreso estadounidense después de haber analizado las nuevas fotografías sobre abusos y torturas a prisioneros por parte de soldados estadounidenses en Irak. Al parecer, algunas de las 1.000 fotos adicionales muestran maltratos aún mayores que los que se dieron a conocer hasta ahora.
No menos atemorizante es el video, algo borroso, sobre la macabra ejecución del experto norteamericano en antenas, de 26 años, Nick Berg. La grabación de ese acto de barbarie marca el punto culmínate de una oleada de imágenes de violencia y un nuevo nivel en la guerra por las imágenes. Una guerra que EEUU no puede ganar.
Lecciones de Vietnam
Muchos periodistas, expertos y políticos, entre ellos el candidato a la presidencia en EEUU, el demócrata John Kerry, trazaron una línea entre la experiencia desastrosa de EEUU en Vietnam y el conflicto actual en Irak. Muchos de ellos en el campo militar, algunos en el campo de las imágenes.
En Vietnam, la Casa Blanca tuvo que aprender que la incontrolada divulgación de imágenes desfavorables por los medios de comunicación aceleró o decidió –tal como se quiera ver- la derrota final. La primera Guerra del Golfo marca el caso contrario. La perfección con la que el Pentágono controló la difusión de “sus” imágenes llegó a alturas insuperables: La guerra se presentó como un videojuego, con una multitud de armas sofisticadas y una mínima cifra de heridos o muertos.
En la segunda guerra contra Saddam Hussein se trató de emplear la misma táctica que ya resultó fructuosa en la primera. Los periodistas incrustados parecían asegurar la supremacía de la visión del Pentágono sobre los acontecimientos. Pero Abu Ghraib cambió todo.
Internet como plataforma
"Nuestros soldados van a pagar el precio por las chocantes imágenes de Abu Ghraib", habían dicho altos oficiales norteamericanos al diario "USA Today". La cinta sobre la ejecución de Nick Berg parece confirmar ahora los peores temores sobre la amenazante espiral de la barbarie.
„Esto no tiene nada que ver con los abusos en las cárceles“, dice, sin embargo, Nick Pratt, director del Centro Europeo de Estudios de Seguridad en Alemania. “El video es un ejemplo perfecto de guerra psicológica”. “Ellos lo pasaron por internet y mostraron al mundo nuestra debilidad”, sostiene Pratts.
Guerra de propaganda
El experto estadounidense piensa que en el pasado los países occidentales se concentraron demasiado en los supuestos peligros del ciber-terrorismo, es decir, ataques a redes bancarias, sistemas electrónicos de aeropuertos o centros nucleares, provocados por un súper-virus. Pero según Pratts, se subestimó la importancia de internet en la guerra psicológica.
A pesar de que tampoco en el futuro se podrá impedir la divulgación de ese tipo de videos por internet, Pratts recomienda aprovechar las posibilidades de la red global para mensajes contrarios. “Tenemos que aprender a usar internet para nuestros propósitos”, dice Pratts, y cita como ejemplo las manifestaciones de iraquíes ante la cárcel de Abu Graib: “Hay que subrayar que ahora tienen la libertad de manifestarse, y que esas manifestaciones no hubiesen sido posibles bajo el régimen de Saddam Hussein. Hay que difundir que la democracia avanza en Irak”.
El experto alemán Rainer Kühlen, profesor de computación y ética en internet de la universidad de Constanza, no cree en la posibilidad de poder ‘responder’ a las imágenes desastrosas difundidas por los extremistas. “En futuro tendremos que vivir con esas cosas”. Esas imágenes son terribles armas de guerra y los que las usan son muy conscientes de su carácter como arma”, afirma Kühlen. En el Pentágono y en la Casa Blanca se debería saber de sobra que esa arma puede decidir guerras.