Guerrero: violencia con raíces profundas
6 de octubre de 2014A casi diez días de que ocurrieron los ataques contra estudiantes en el estado mexicano de Guerrero, con un saldo de seis peronas muertas, 30 lesionadas y 43 desaparecidas, se desconoce quiénes son las víctimas encontradas en seis fosas comunes cerca de la ciudad de Iguala. No se sabe si se trata de los estudiantes reportados como desaparecidos.
Tampoco es conocida hasta el momento la identidad de los responsables de los ataques. Por una parte, el gobierno local afirma que fueron llevados a cabo por el grupo criminal "Guerreros Unidos”. Otras versiones señalan que los atacantes forman parte de milicias de “autodefensa”, que habrían actuado en complicidad con policías municipales.
En lo que sí hay claridad es en las causas generales de la violencia en esa zona. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) afirmó en un informe reciente que en Guerrero hay una “ausencia de estrategias adecuadas para el combate a la inseguridad”.
Anne Huffschmid, investigadora de la Universidad Libre de Berlín, es más específica: “Algunas causas de esta violencia no son nuevas, entre ellas, la pobreza y la exclusión estructural en las zonas mas marginadas del país, así como la tradición arraigada de un cacicazgo represivo”, evalúa.
A lo anterior se agregan “la expansión territorial, la creciente fragmentación y la cada vez más sangrienta competencia entre los carteles de la economías criminales en territorio mexicano. Éstas no se limitan ya al comercio de las sustancias ilegales, sino a otros igual o incluso más lucrativos, como la trata de personas, o la extorsión”.
Una larga historia
Guerrero es un antiguo nicho de inconformidad social, afirma Carlos A. Pérez Ricart, investigador del think-tank México vía Berlín: “Es un estado históricamente movilizado. Los estudiantes normalistas han sido siempre una piedra en el zapato para el gobierno. No es extraño ver ese tipo de actos de represión”, señala.
Además, “es sin duda una de las zonas con más tradición de violencia política: ahí emergieron, producto del cacicazgo y explotación en los años sesenta, los primeros grupos guerilleros”, dice Anne Huffschmid (lea la entrevista completa).
En Guerrero han ocurrido graves violaciones a los derechos humanos que han sido conocidas internacionalmente, como la masacre de Aguas Blancas, en junio de 1995. Entonces, policías estatales asesinaron a 17 campesinos en un caso que para muchos activistas mexicanos aún permanece impune.
El papel de los medios
La CNDH presentó en diciembre pasado un documento en el que expresaba su preocupación por la inseguridad y la aparición de grupos de autodefensas en Guerrero. Pero las autoridades no pudieron o no quisieron reaccionar a tiempo. “La militarización puesta en marcha por el expresidente Felipe Calderón llevó a la paramilitarización en las zonas de conflicto. Ésta ya es dificil de parar o controlar, cualquiera que sea el partido en el gobierno”, agrega Huffschmid, por su parte.
La violencia en México y en Guerrero es latente. Sin embargo, los medios de comunicación la presentan como episodios esporádicos. “Ahora el foco mediático está en Guerrero. Antes era Michoacán. Este estado vio nacer hace un par de años a un nuevo tipo de cartel que introdujo una política del terror con fines claramente 'comunicativos'”, indica la especialista.
La calma que por momentos parece reinar en México es solo aparente, afirma Pérez Ricart: “El discurso oficial dice que la situación sí ha mejorado. En realidad lo que dejó de fluir es la información. La impunidad es acaso peor que antes: los medios de comunicación callan ante los casos de violencia. ¿Cuánto tardó la prensa oficial en hablar de Iguala?”. El académico resume en unas cuantas palabras lo que para él es la situación de violencia en Guerrero y en México: “Misma furia, menos ruido”.