Haití: balance doloroso
12 de enero de 2015Deutsche Welle: ¿Cómo vivió el terremoto del 12 de enero de 2010?
Astrid Nissen: Fue un día normal de trabajo en la oficina. Cuando empezó a temblar, la mayoría de mis colegas se encontraban en la parte baja de nuestro edificio, donde participaban en un taller. Cuando el edificio se empezó a tambalear, me di cuenta de lo que estaba pasando. El temblor tuvo una magnitud de 7.0 en la escala de Richter, por lo que el edificio se estaba moviendo muy fuerte. Como años antes ya había vivido un terremoto de 6,3 en Guatemala, supe que éste era más fuerte.
DW: ¿Qué pasó en los minutos después de que empezó a temblar?
A.N.: Me encontraba en el primer piso junto con otro colega. No hacíamos más que mirarnos y escuchar los gritos de los demás colegas en la planta baja. Entre dos fuertes sacudidas decidimos bajar corriendo las escaleras, algo que generalmente no se recomienda, pero afortunadamente logramos bajar. Nuestros colegas estaban asustados, en estado de shock, y no se podían mover, por lo que les ayudamos a salir del edifico. Después empezamos a pensar qué era lo que teníamos que hacer. Algunos colegas decidieron ir a ver a sus familias. Yo instalé un centro de crisis en el lugar. Regresé a mi oficina y agarré mi laptop. Como internet estaba funcionando, rápidamente di una entrevista a los medios vía Skype. Creo que eso fue unos 90 minutos después del terremoto.
DW: Se estima que el número de víctimas mortales ascendió a 316.000. Además hubo unos 1,5 millones de desplazados. Viendo estos números y la enorme tarea que recayó en ustedes después del desastre, usted y sus colegas se debieron haber sentido agobiados. ¿Qué los motivó a seguir adelante?
Todos los miembros de mi equipo -incluyéndome a mí- estuvimos afectados directamente. Algunos perdieron su casa, algunos perdieron a un familiar, en mi caso, perdí a amigos muy cercanos. Tienes que dejar de lado el dolor y concentrarte. Pero lo que realmente nos motivó a seguir trabajando fue ver que le podíamos proporcionar alivio a los necesitados. Por ejemplo, vimos a un grupo de personas reunidas en un campo, durmiendo bajo palmeras por temor a regresar a sus casas, y nosotros pudimos proveerles tiendas de campaña. Esto los protegió de la lluvia.
Fue la gente la que nos motivó a seguir adelante; ayudar a otros libera energías que uno no cree que tiene, incluso bajo ese tipo de circunstancias. Todo el tiempo sentimos la adrenalina. Estábamos conscientes de que también nos teníamos que cuidar, pero seguimos trabajando. Además, recibimos ayuda profesional para evitar tener problemas psicológicos en el futuro.
DW: Cinco años después del terremoto, algunos críticos dicen que Haití es casi un caso perdido por la corrupción que impera en el país, así como la interminable crisis política que lo aqueja. ¿Qué siente cuando escucha estas críticas?
¡Duele! Obviamente cuando te esfuerzas para ayudar a los demás y te dicen que tu trabajo no ha producido ningún resultado, duele. Sin embargo, no creo que sea cierto. No todo ha salido bien, ni todo el dinero se ha invertido de la mejor manera, pero proyectos de esta magnitud deben ser evaluados desde un punto de vista más equilibrado.
DW: Una catástrofe natural como el terremoto de Haití en 2010 debió haber sido una experiencia que cambió la vida de todos los que la vivieron. ¿Cómo la cambió a usted?
Definitivamente crecí. Ahora soy consciente, por ejemplo, de la energía que uno puede liberar en este tipo de situaciones. Fue increíble. Ver que fui capaz de manejar una situación tan difícil, también me hizo crecer. Asimismo, este tipo de experiencias te abre los ojos de que tu vida puede acabar en cualquier momento.
Astrid Nissen trabaja para la Cruz Roja alemana. Ya antes del terremoto de 2010 vivía en Haití, donde siguió trabajando hasta octubre de 2014, cuando fue electa representante de la Cruz Roja alemana para el Norte de África y Medio Oriente. Actualmente está estacionada en Beirut, la capital de Líbano.