¿Hay futuro para los judíos en Europa?
27 de enero de 2020Han pasado setenta y seis años desde que un vagón de ganado llevara a mis bisabuelos, Jacob y Mariam Schwartz, de Hungría a Auschwitz-Birkenau. En un claro día de verano en mayo en 1944, hambrientos y sedientos, asustados y sucios por un viaje en tren de tres días, fueron enviados a las cámaras de gas y cremados. Docenas de miembros de la familia de mi madre de Hungría, hombres, mujeres y niños, se encontraban entre los 400.000 judíos húngaros que fueron asesinados en Auschwitz.
Casi un año después, el campo de concentración de Auschwitz fue liberado por el Ejército Rojo, pero los soldados encontraron a muy pocos sobrevivientes: casi todos los presos habían sido eliminados en las cámaras de gas, por enfermedades y marchas de la muerte.
Para mí, como líder de una comunidad judía, no solo son hechos históricos. Las personas que me rodean, quienes en mi sinagoga rezan, se reúnen, celebran un Bar Mitzvá (celebración del paso de la adolescencia a la adultez) o lloran a un miembro de la familia, son parientes de personas como Jacob y Mariam. La comunidad judía europea de hoy está marcada por el Holocausto.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, una gran parte de los sobrevivientes del Holocausto sintió que no había futuro para los judíos en Europa. La mayoría emigró a Palestina para formar parte del nuevo Estado judío, donde siempre serían bienvenidos. Otros emigraron a las Américas. Solo una minoría se quedó en Europa, aferrándose a la creencia de que aquí se podría reconstruir un futuro judío.
Esperanzas europeas
Durante casi medio siglo, Europa estuvo dividida entre el bloque oriental y el occidental mediante un Telón de Acero que separó al continente y a sus judíos. En la mayoría de los países de Europa occidental, la vida judía renació con sobrevivientes y recién llegados; En Europa del Este, la única comunidad judía que funcionaba se hallaba en Rumania, gracias a las habilidades de su gran rabino, Moses Rosen, quien logró llegar a un acuerdo con el régimen comunista y garantizó la libertad de culto y de emigración para su comunidad.
Si bien la decisión de permanecer en Europa era individual y basada en circunstancias personales, muchos judíos abrigaban la esperanza de tener un futuro mejor en Europa. Las nuevas estructuras y valores que se desarrollaban en Europa prometían un futuro sin guerras, pogromos ni antisemitismo. La actual Unión Europea se fundó como una unión económica con el objetivo central de poner fin a las continuas guerras y a la competencia entre las principales potencias.
La Unión Europea, según dijo una vez el expresidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, es un conjunto de minorías. Eso ayudó a los judíos de Europa a participar en este proceso de integración, no como extraños, sino como ciudadanos de pleno derecho de toda Europa.
Aumento del antisemitismo
Sin embargo, en la actualidad, la realidad es que el proyecto europeo no ha cumplido todos sus objetivos. Seguimos confrontados con el antisemitismo como siempre. Desde hace quince años, el terrorismo golpea a Europa y en especial a los judíos europeos; muchos de los ataques más pequeños pasaron casi inadvertidos en muchos países del continente. Entretanto, el antisemitismo está cada vez más presente en tres frentes: en la extrema derecha, en la extrema izquierda y en el fundamentalismo religioso.
Lamentablemente, los judíos de Europa han tenido que cuestionar una y otra vez si hay un futuro para ellos en el continente. Solo años después de los primeros ataques contra sitios judíos, cuando los terroristas islámicos atacaron los pilares europeos de la cultura y el periodismo, como la redacción de Charlie Hebdo, Europa reaccionó. Se comenzó a coordinar mancomunadamente las estructuras de seguridad, para volver a tener más seguridad en las calles de Europa. Algunos Estados europeos respondieron, además, legislando contra religiones minoritarias. Estas leyes afectaron también a prácticas del judaísmo, como la matanza ritual de animales y la circuncisión, lo que planteó nuevas dudas a los judíos en Europa.
Todos estamos de acuerdo en que Europa debe volver a ser un territorio seguro. Esto no es solo un problema para los judíos del continente, sino para la propia Europa. El futuro judío de Europa dependerá de si el continente podrá mejorar su seguridad y su identidad común para continuar siendo un lugar para todas las personas, indepedientemente de la religion.
Durante más de 1.700 años, la comunidad judía ha sido una parte integral de la historia de Europa, y el continente siempre se ha beneficiado de ello. Nuestra misión es clara: queremos construir un futuro juntos, porque estamos aquí para quedarnos. Esperamos poder hacerlo.
(rmr/er)
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