Hidrovía Amazónica, una amenaza para Perú y el planeta
15 de diciembre de 2019La deforestación de la selva peruana no es el único problema al que deben enfrentarse las comunidades locales. Los habitantes ribereños de los ríos Huallaga, Ucayali, Marañón y Amazonas ven con temor la puesta en marcha de una hidrovía que atenta contra su supervivencia. El proyecto, impulsado por el gobierno peruano, fue uno de los últimos temas de discusión en el marco de los eventos paralelos que se suceden mientras se llevaban a cabo las negociaciones climáticas en Madrid (España).
La ‘Hidrovía Amazónica' pretende mejorar el transporte fluvial en la Amazonía peruana a lo largo de 2.687 kilómetros, uniendo los departamentos de Piura y Loreto. Concesionado en 2017 por un período de veinte años al consorcio Cohidro, formado por una empresa peruana y otra china, la operación, con un costo de 95 millones de dólares, prevé el dragado de trece puntos de poca profundidad, llamados 'malos pasos', distribuidos en el río Marañón (3), Huallaga (6) y Ucayali (4).
El dragado consiste en remover, succionar, transportar y descargar material del fondo del río para depositarlo en otra zona del mismo. Según la organización Wildlife Conservation Society, esta acción conlleva diversos impactos, como la modificación y alteración del hábitat y dinámica de los ríos y el incremento de su turbidez, con posibles consecuencias para la pesca. Este sector genera beneficios de más de diez millones de euros anuales y es una "actividad estratégica para la supervivencia indígena”, dijo Paola Naccarato, especialista en infraestructura, impactos ambientales y sociales de dicha organización.
Un proyecto del pasado
La ‘Hidrovía Amazónica' forma parte del proyecto Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA), una iniciativa creada en el año 2000 que pretende mejorar la infraestructura de América Latina con proyectos vinculados al sector del transporte, energía y telecomunicaciones. En el caso de la hidrovía, "a partir del 2013, empieza a tener movimiento, se manda a la agencia de inversión que empieza a diseñarlo, como una asociación público-privada, y hacen un estudio de factibilidad con estudios de navegación en 2004”, explicó Naccarato a DW.
Roberto Espinoza, consultor independiente que apoya a la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP), dudó de la idoneidad de los mismos. "Hay que estudiar diez años antes para tener un panorama y ellos han estudiado meses”, lamentó a DW. Ambos expertos denunciaron que detrás de esta operación hay corrupción. "El proyecto tiene 400 observaciones de varios organismos públicos”, dijo Espinoza, recordando que las quejas de las comunidades datan de hace años y que entonces "estas instituciones estuvieron mudas, fueron cómplices”.
El proyecto tiene pendiente la aprobación del estudio de impacto ambiental, que se encuentra en fase de evaluación final. "La empresa y concesionaria tienen que responder a estas observaciones entre enero y marzo” de 2020, explicó Naccarato, y después el Servicio Nacional de Certificación Ambiental para las Inversiones Sostenibles (Senace) dará su respuesta final y oficial. "Ahora estamos a la espera de esos resultados, pero no es una espera pasiva, seguimos ahondando en el tema”, dijo la experta.
En busca de apoyo alemán
Para Espinoza "tiene que haber una respuesta rápida” de este asunto que no es solo peruano. Para él, se trata de un problema "internacional, que va afectar al mundo, no solo a la cuenca Amazónica, ya que 3,1 pentogramas (1.000 millones) de toneladas de carbono están en juego”. Espinoza alertó que "el planeta no soporta la liberación de esta cantidad” de carbono.
Según estos expertos, la construcción de la hidrovía afectaría a las turberas, un ecosistema capaz de almacenar carbono, que se encuentran en estos ríos y que tiene el peligro de secarse con el movimiento de la corriente de los sedimentos que se produce una vez que se lleva a cabo el dragado del río.
Por este motivo, Espinoza apeló a la intervención de Alemania en la cancelación del proyecto, ya que este país "ha canalizado ríos y ahora se arrepiente”. "Tiene mucho que enseñarle a Perú”, consideró. Asimismo, recordó que la potencia europea es un aliado del gobierno peruano en la lucha contra el cambio climático ya que, a través de la cooperación internacional, financia diversas iniciativas, como un programa de pago por resultados en la reducción de la deforestación, así como la conservación de la Reserva Nacional Pacaya Samiria.
Espinoza recordó que, aunque el gobierno alemán no tiene potestad para intervenir al respecto, "puede exigir que su plata no sea malgastada”. Por este motivo, durante este segundo semestre, se llevó a cabo una reunión con la embajada alemana en Perú para tratar este tema. Igualmente, a raíz de la participación en la cumbre climática, se acordó una cita para hablar con la ministra de Medio Ambiente, Fabiola Muñoz, sobre este proyecto el próximo 21 de diciembre. (dzc)
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