Hija de Tohti: “Ni siquiera sé si mi padre aún sigue vivo”
18 de diciembre de 2019El activista de derechos humanos chino-uigur y economista Ilham Tohti fue galardonado oficialmente este miércoles (18.12.2019) con el Premio Sájarov 2019 para la Libertad de Conciencia, que entrega el Parlamento Europeo. En su nombre fue su hija Jewher Ilham, que vive en Estados Unidos, quien aceptó el reconocimiento. Antes de la entrega, Jewher conversó con DW.
DW: ¿Cuándo fue la última vez que supo algo de su padre? ¿Sabe cómo está?
Jewher Ilham: La última vez que vi a mi padre fue en 2013. La última vez que pude hablar con él fue en 2014. La última vez que supe algo de él fue en 2017, y esa fue también la última vez que mi familia pudo visitarlo.
Esa fue justo la época en que fueron abiertos los llamados "campos de reeducación”. Por desgracia, no sé cómo está mi padre. No sé si todavía está en la misma prisión o si está física y mentalmente en buen estado. De hecho, ni siquiera sé si mi padre todavía sigue vivo.
Su padre fue condenado en un juicio donde lo acusaron de separatismo. Sin embargo, su objetivo siempre fue impulsar el diálogo y la paz entre uigures y chinos. ¿Qué visión tenía él para el futuro?
Mi padre jamás dijo una sola palabra sobre separarse. Nunca mencionó ni utilizó la violencia. Por eso puedo decir con absoluta certeza que las acusaciones del gobierno chino son totalmente ridículas. Mi padre siempre tuvo la convicción de que si surgía un problema, había que resolverlo. Y él quería resolver este problema.
Él vio que había muchos puntos de fricción entre los uigures y los chinos y entendió que todos ellos surgieron por la falta de comprensión entre unos y otros. Si uno promueve el diálogo, es posible pensar que se logre una cierta armonía entre los chinos y los uigures y otros grupos étnicos y religiosos del país.
Mi padre tenía el sueño de que los niños uigures pudieran ir a la escuela y escoger si preferían aprender chino, uigur o ambas lenguas. Que los universitarios no fueran discriminados por su origen étnico y que no se les negaran trabajos por ser uigures. Deseaba que se les permitiera practicar su religión musulmana, como ellos deseaban, que pudieran usar un hijab o una doppa, el sombrero tradicional uigur. Que pudieran rezar y ayunar cuando quisieran. Esa era su visión.
Las cosas han tomado el rumbo opuesto. El gobierno chino está adoptando medidas contra la comunidad uigur en la provincia de Xinjiang. Uno o dos millones de uigures están en los llamados "campos de reeducación”, donde son sometidos a lavado de cerebro y trabajos forzados. ¿Por qué el gobierno chino toma este camino?
Yo no trabajo para el gobierno chino. Solo puedo especular al respecto. Podría haber muchas razones, como los ataques (de los separatistas uigures) que ha habido en el pasado, y la falta del comprensión del problema. Además, la región uigur es políticamente muy importante. Cubre un sexto del área de China, pero solo el uno por ciento de la población del país vive allí. En las últimas décadas, China ha establecido asentamientos de chinos han en esa zona. Pero ninguna de estas razones justifica la brutal represión que sufren los uigures.
Su padre ha sido galardonado con el Premio Sájarov. Esto supone un fuerte mensaje de solidaridad. ¿Es suficiente? ¿Qué tipo de presión debería ejercer la comunidad internacional para provocar algún de cambio?
Los jefes de gobierno y líderes internacionales podrían, por ejemplo, explicar a las nuevas generaciones qué está sucediendo. Podrían ayudar a que los estudiantes chinos en el extranjero tomaran conciencia de lo que hace su gobierno, porque muchos de ellos no tienen idea de lo que está sucediendo a la comunidad uigur. También podrían imponer sanciones a las empresas que importan y exportan bienes desde y hacia esos campos de concetración. También podrían rechazar las visas de los funcionarios chinos vinculados a estos campos.
(dzc/ers)
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