Honduras: "el golpe y el populista"
1 de julio de 2009Preocupación despierta la situación de Honduras en los medios europeos. Y aparte de la condena a los acontecimientos que han llevado al presidente Manuel Zelaya desde su cama en Tegucigalpa a Costa Rica y de ahí a Estados Unidos-en donde recibe uno tras otro mensajes de apoyo por tratarse de un presidente democráticamente elegido-, sube el tono en que se cuestionan las intenciones del mandatario de uno de los países más pobres de América Central.
Apoyo internacional a Zelaya
A las exhortaciones a retomar el orden constitucional –Unión Europea y Alemania se han pronunciado en ese sentido- se suma la declaración del presidente de los Estados Unidos que denominó ilegal al gobierno del liberal Roberto Micheletti. Al plazo de 72 horas puesto por la Organización de Estados Americanos –que acompañaría el retorno de Manuel Zelaya junto con la presidenta argentina y el mandatario ecuatoriano-, se añade la condena de la Asamblea General de Naciones Unidas que ha aprobado una resolución de no reconocimiento del actual gobierno de Honduras. Por si la presión fuera poca, el Banco Mundial -organismo en el que Estados Unidos tiene un peso predominante- declara que –dada la ilegalidad del gobierno interino- dejará en suspenso la aprobación de préstamos al país cafetalero.
¿Un golpe militar para evitar un golpe de Estado?
“Un golpe de Estado ha habido en Honduras el fin de semana y, rebasando los límites de América Central, el recuerdo de épocas que se creían pasadas revive. Hace tres décadas, buena parte de esa región del continente se gobernaba desde los cuarteles. Pero esos tiempos han pasado y deponiendo al presidente Zelaya no vuelven.
A la inversa, las cosas tienen más sentido. A todas luces, la milicia hondureña ha recibido el mandato del poder Legislativo y del Judicial para evitar que, con medios más calculados, el presidente dé un golpe de Estado. Dado que el fin no justifica los medios, la protesta de la comunidad internacional –incluido Estados Unidos- es una obligación”, reza el comentario al respecto del diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung.
Y la pregunta queda latente: ¿hasta dónde debe apoyar la comunidad internacional a un presidente democráticamente elegido que, por otro lado, piensa utilizar los medios democráticos para acomadarse mejor en la silla del poder?
El mal recuerdo mueve a la reacción
“El guión de Honduras parece una mala copia del fracasado golpe contra Hugo Chávez en Caracas. También el populista e izquierdista venezolano fue depuesto por un pacto entre la oposición y los militares; él también fue obligado a tomar un avión... Sin embargo, en América Latina hoy no hay más espacio para golpistas.
Más rápido que en 2002 con Venezuela, la comunidad internacional ha reaccionado y ha condenado el golpe. El recuerdo de Chile en 1973, Argentina en 1976 y la misma Honduras en 1974 y 1977 se reaviva, pero contrariamente a lo sucedido en esos tiempos, ahora se ha condenado internacionalmente el haber roto las reglas democráticas”, analiza por su parte el diario Tagesspiegel en un artículo titulado “El golpe y el populista”.
Hay otra cuestión en el aire: ¿cuán probable es que vuelva el depuesto presidente Zelaya? Además, ¿qué es lo que se cuece dentro del país? “Éste es el típico final de un mandatario populista que no está en capacidad de reconocer los límites de su propio poder”, asevera el catedrático Günter Maihold, especialista de la Fundación para Ciencia y Política de Berlín, quien no cree que la división interna del país permita el retorno de Zelaya –que además a todas luces tiene al Parlamento, al poder judicial y a los militares en su contra.
Por otro lado, la información que proviene de observadores que se encuentran en el país evidencia una división en el propio pueblo hondureño: al mismo tiempo que un bando ve en Zelaya un mandatario que lucha a favor de los pobres, hay otro que lo percibe como un populista y que ve peligrosa su asociación con otros gobiernos similares.
Proteger al pueblo de la lucha por el poder
¿Entonces? La situación es compleja y varias organizaciones de defensa de los derechos humanos y de asistencia humanitaria abogan por hacer presión diplomática en el gobierno hondureño para evitar que la situación escale a niveles violentos. La represión al movimiento de protesta y las represalias hacia miembros del gobierno de Zelaya hacen temer un baño de sangre en Honduras. Así lo afirman, en Aquisgrán, portavoces de la organización católica Misereor y de FIAN (Food First and Information Action Network).
Y mientras todo está en vilo, en Berlín el ministerio alemán de Asuntos Exteriores desaconseja viajar al país centroamericano y los embajadores de los países que conforman la Alianza Bolivariana para las Américas hacen pública su condena a la detención y expulsión del presidente Zelaya y sus votos por un pronto regreso al orden constitucional de Honduras.
Autora: Mirra Banchón
Editor: José Ospina-Valencia