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Honduras: "El Poder del activismo" frente a crisis política

Antonius Tix
27 de julio de 2018

¿Qué efecto puede tener la música sobre la violencia? Karla Lara lleva más de 30 años cantando canciones de protesta en Honduras. Los nuevos movimientos activistas le dan esperanza para seguir.

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Bürgerhaus Bilk in Düsseldorf | Konzert Protestsängerin Karla Lara aus Honduras
Imagen: DW/A. Tix

La cantante hondureña Karla Lara empezó con la música a los 16 años. Nació en Tegucigalpa en 1968 y forma parte de la generación de los 80 en Honduras, marcada por la guerra civil. Los temas principales de sus canciones son los derechos de la mujer, los derechos de los pueblos indígenas y la preservación del medioambiente. Aunque siente tristeza por la situación política actual, sigue creyendo en el poder de cambio del activismo.

Honduras es uno de los países más pobres y peligrosos del mundo. Su Producto Interno Bruto per cápita es el tercero más bajo de Latinoamérica, según el Banco Mundial. En la lista global de homicidios por cada 100.00 habitantes de 2016 solo fue superado por El Salvador, de acuerdo con la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD). Activistas, líderes sociales y periodistas son frecuentemente amenazados. Los perpetradores casi nunca son juzgados. La situación se agudizó después de las elecciones en noviembre de 2017. En las manifestaciones contra las irregularidades en el proceso electoral fueron asesinadas por lo menos 31 personas por fuerzas estatales. Desde entonces el gobierno sigue en el poder.

Deutsche Welle: Honduras es uno de los países más pobres y peligrosos del mundo. ¿Qué efecto puede tener la música en una situación así de grave?

Karla Lara: Primero quiero decir que nuestro país no es pobre, sino empobrecido, y no es violento, sino sumamente violentado. Quienes están en el poder son los primeros perpetradores de la violación a los derechos humanos. El papel que juega la música para mí es ser testimonio de un tiempo, contar un tiempo de resistencia y contar, obviamente, desde la lógica de la denuncia. Pero la música también tiene un poder sanador muy grande. Transmite esperanza y hace viable este sueño de no vivir siempre bajo dominación. Vivimos en un tiempo muy duro, pero también de mucha esperanza. Yo quiero cantar y contar este tiempo.

En 2009 un golpe de estado conmocionó a su país. ¿Qué ha cambiado desde entonces?

La intención del golpe era instalar este modelo neocolonial y extractivista, que significa para las comunidades despojo y muerte. Lo han logrado. En este tiempo, han podido crear un marco jurídico que legaliza el abuso. Aprobaron una serie de leyes que criminalizan la protesta y que concesionan el país. La minería está permitida de vuelta. Casi 65 por ciento del territorio nacional está concesionado para la minería y las hidroeléctricas. El asesinato de Berta Cáceres es un ejemplo muy claro de que a esos poderes transnacionales no les importan las decisiones de los pueblos autónomos. Luego, también hay ejemplos muy hermosos de mucha dignidad y de mucha valentía, como cuando se retiró Sinohydro, el primer socio del proyecto hidroeléctrico Agua Zarca, por la protesta que siguió al asesinato de Berta. Entonces yo creo que lo que sucedió después del golpe es que la situación se ha agudizado mucho. Pero también se han fortalecido las experiencias de resistencia. Estamos aprendiendo que, de manera organizada, podemos revertir cosas.

¿En algún momento se ha sentido amenazada en su profesión o como activista?

En 2011, tres de mis cuatro hijos tuvieron que salir del país por persecución política. Luego retornaron y ya están de nuevo viviendo en el país, y siguen haciendo resistencia de diferentes formas. Yo misma, amenazas de muerte no he vivido. A veces hay alguna gente que se me acerca y me dice: “Ya no canta, Karlita.” Es porque lo que hago está siempre muy ligado al trabajo político de la resistencia, y eso hace que no sea considerado por los grandes medios y no se habla de mí. De hecho, hay un par de periódicos que tienen prohibido publicar cosas que yo haga. Eso es una forma de represión.

Honduras Aktivistin getötet
Imagen: picture alliance/AP Photo/F. Antonio

Pensando en las manifestaciones que siguieron a las elecciones de 2017, ¿qué opciones le quedan al pueblo hondureño si manifestarse es tan peligroso?

En las manifestaciones después este “golpe electoral” fueron asesinadas por lo menos 31 personas, según las estadísticas oficiales. ¿Qué nos queda? Yo creo que seguir con creatividad e ingenio. No tienes idea de lo sagaces que son los jóvenes que lanzan de regreso las lacrimógenas que les tiran los policías y militares. Pero nuestra resistencia es pacífica. Nosotros no somos un pueblo alzado en armas. Somos un pueblo que tiene armas, eso sí. Porque hay una legislación que permite que cada persona tenga, de manera legal, cinco armas. La no revisión de esa ley es una de las complicidades del mismo régimen para garantizar que el país viva de manera "violentada".

¿En esa situación tan grave en Honduras, qué le dices a un joven que decide irse del país?

Ser joven, ser pobre, ser indígena, eso genera una condición que te expulsa, que te manda a la muerte. Y la travesía ya es una posibilidad enorme de muerte. ¿Qué decirle a esa gente? Que lo intentemos. Creo que hay mucha esperanza en la juventud. Y hay un sentido de respeto a esas otras luchas, como la de los indígenas o el movimiento feminista. La interseccionalidad de las luchas determina que podamos avanzar.

Usted lleva más que la mitad de su vida cantando. ¿Cómo describiría su relación con la música y cómo ha cambiado?

Suena a un montón de tiempo, “más de la mitad de la vida cantando”. Pero sí, efectivamente, empecé a los 16 a cantar. Ya tengo cincuenta años. ¿Cómo ha cambiado? Primero quiero pensar en cómo nació. Yo empecé a cantar con un grupo que hacia música inédita en Honduras, pero muy pronto, después de eso, canté con un grupo que acompañaba la lucha de liberación del pueblo salvadoreño.  Yo entendí la música mucho desde la militancia política. A veces pienso que si me hubieran puesto a hacer cosa, otra cosa hubiera hecho. Porque tampoco me pasó que de chiquita dijera: “Quiero ser cantante.” Entonces lo entendí desde ahí, desde la militancia. ¿Y cómo ha cambiado? Creo que ha cambiado desde el feminismo, y cómo yo fui sintiendo que el feminismo era una posibilidad política desde yo me quiero pensar. Yo como mujer. El último disco “Cuando las palabras” refleja mucho eso. Es un “disco mujer”, por ejemplo de mujeres indígenas, de mujeres feministas de la ciudad, de mujeres que quieren repensar el amor romántico.

Karla Lara, cantando en un concierto en Düsseldorf.
Karla Lara, cantando en un concierto en DüsseldorfImagen: DW/A. Tix

Aparte de la música usted trabaja en una radio. ¿Qué importancia tiene el periodismo en la lucha contra la injusticia en su país?

La presencia de la gran corporación mediática ejerce un control del pensamiento. Encuentras a  periodistas que tienen una opinión propia, pero la silencian totalmente. Se autocensuran para sostener su empleo. La suma de un montón de esfuerzos va rompiendo el cerco mediático. Va calando en las redes sociales también. Meten otro discurso y miradas más reflexivas. Y no se trata tanto de poner la otra verdad, sino de aportarle a la población la posibilidad de generar su propio criterio.

¿Cómo ve el futuro del activismo en Honduras?

Cuándo yo pienso en mi país en términos políticos me da un poco de tristeza y de desesperanza. Hay un poder que se construye en paralelo. Pero no al margen. Se están construyendo nuevos poderes. Son esas resistencias territoriales pero que llevan todo eso que hemos hablado. Estamos pensándonos otra vez como pueblos originarios que tenemos una raíz, una historia que se cortó y que estamos volviendo a entender. ¿Qué vamos a comer? ¿Qué medicina vamos a usar? Estamos volviendo a pensar todo esto. Eso es poder. Y lo estamos construyendo.

Entrevista: Antonius Tix (CP)

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