Idolatrando a Putin
22 de noviembre de 2007Putin parece mecerse sobre una ola de entusiasmo popular en Rusia. ¿Es realmente así? Thomas Kuntze, experto alemán en Rusia de, dice que, efectivamente, la popularidad de Rusia no es sólo propaganda.
En una entrevista de la DEUTSCHE WELLE, Kuntze localiza a los miembros de los movimientos pro Putin “naturalmente en los partidos políticos y sobre todo en la oficialista Rusia Unida”. Pero también se los halla en las regiones, en los aparatos de los poderosos gobernadores. Al fin y al cabo, éstos fueron designados en su mayor parte por Putin. “Y los gobernadores no tienen interés alguno en que cambie el presidente, con los consecuentes incalculables efectos”.
Pero en los movimientos pro Putin también hay mucha gente sencilla: “pequeños y medianos empresarios, cuyo nivel de vida mejoró mucho en los últimos años”. También hay altos ejecutivos y dueños de grandes empresas que tienen interés en la estabilidad. Asimismo miembros de las Iglesias mantienen una buena relación con Putin”.
No se trata, por lo tanto, de movimientos dirigidos exclusivamente “desde arriba”, resalta Kuntze. "El entusiasmo por el actual presidente Putin en Rusia es auténtico”.
Putin tuvo suerte
Y, efectivamente, en la era Putin Rusia se ha registrado un considerable crecimiento económico. El Estado no tiene deudas, el sueldo real de los rusos crecerá este año nada menos que un doce por ciento y en el 2008 Rusia puede transformarse en el mayor mercado consumidor de Europa.
Las cifras son irrebatibles. No obstante, ¿de dónde viene tanto bienestar? “Putin tuvo simplemente suerte”, dice el politólogo Stanislav Belkovski, del “think tank” independiente Instituto Nacional de Estrategia, con sede en Moscú en una entrevista concedida a la revista alemana “Stern”. “Los precios del petróleo y el gas han subido astronómicamente y no se ha producido la temida gran crisis”.
Además, agrega Belkovski, “gran parte del boom se debe también a una increíble expansión del crédito”. Ahora, los créditos deben ser devueltos, “pero gran parte de la gente ni siquiera piensa en ello”. La razón es muy sencilla, agrega: “lo ven como compensación por la injusta distribución de la riqueza, ya que la gran mayoría de la población no obtiene muchos beneficios del auge del petróleo y del gas.”
¿Quién se beneficia entonces en su mayor parte de esa inesperada riqueza? ¿De dónde provienen los multimillonarios que hasta pueden comprarse un club de fútbol entero, como Abramovich con el Chelsea? “Rusia es dominada por unos 17 clanes económicos. Son personas justamente como Roman Abramovich, el magnate del aluminio, Oleg Deripakska y Mijaíl Fridman, que controla el grupo financiero Alfa”, dice Belkovski.
Atenerse a las reglas de juego
Y por si fuera poco, agrega que “en definitiva Putin asumió el poder para asegurar las propiedades de aquellos que se enriquecieron durante la era Yeltsin: la estabilidad de Putin es un estancamiento.” Quien no se atiene a las reglas, como Mijaíl Chodorkovski, pierde su fortuna y marcha a la cárcel. “Efectivamente”, dice Belkovski, “en el caso Chodorkowski se trata de intereses meramente económicos”.
Y agrega: “El meteórico ascenso de Putin se registró cuando era vicealcalde de San Petersburgo. Su tarea era intermediar entre el Ejecutivo municipal y las bandas criminales que controlaban gran parte de la economía local. Y lo logró. En el fondo, Putin no es otra cosa que un hombre de negocios. Y además muy rico.”
El poder de Putin es, según Belkovski, limitado: “En las regiones gobiernan jefes de clanes, gente sospechosa de fraude, corrupción, prevaricación e incluso de asesinato”. Y Putin no ha hecho nada para desarticular ese sistema de clanes: “¿Por que habría de hacerlo. Él sabe manejar esas situaciones impecablemente”.
Un país ingobernable sin zar
¿Por qué es idolatrado entonces Putin en Rusia? “Porque ha hecho que se respete nuevamente el cargo de presidente”, dice Belkovski, “porque reconoció que los rusos necesitan un zar. Sin una figura así, el país es ingobernable”.
¿No está preparada Rusia entonces para una democracia de tipo occidental? “Un sistema que tuvo vigencia durante más de mil años no se puede cambiar en diez”, está convencido Belkovski.
“Rusia sólo puede ser gobernada con una especie de monarquía constitucional. La política de Putin no es popular, ni la reforma educativa, ni la reforma social ni la reforma de las Fuerzas Armadas. Tampoco tiene la fortaleza y el carisma de Yeltsin. En toda crisis le faltó ánimo para tomar decisiones. Así fue cuando el hundimiento del submarino atómico ’Kursk’, cuando la gran toma de rehenes en Moscú y cuando la matanza de Beslán”.
A pesar de ello, Putin es idolatrado. Porque ha logrado que la figura del presidente no pueda ser puesta en duda. Nadie puede presentarse ahora en la televisión, como en tiempos de Gorbachov y Yeltsin, y criticar al primer representante del Estado. Para la concepción política de los rusos, un verdadero líder eso no lo puede permitir.