Inseguridad y violencia en Burkina Faso
23 de noviembre de 2020La pesada puerta de metal cae en la cerradura. Una cadena de hierro asegura de que nadie pueda abrirla. Detrás de la puerta, hay más de 20 motos cubiertas de polvo y unas cuantas bicicletas. Se trata de propiedad robada que la milicia de autodefensa Koglweogo le quitó a los ladrones en Nioko 1, un suburbio de la capital, Uagadugú. Su presidente, Jean Kaboré, exhibe los vehículos con orgullo. Ahora los dueños pueden venir a recoger sus motos y bicicletas.
Ya no son tantas motos como antes, según Kaboré. "Hemos estado activos durante seis años. Se ha vuelto mucho más seguro, y los delincuentes hace tiempo que se han trasladado a otro lugar", dice el presidente la milicia de autodefensa. Cuando capturan a un delincuente, lo arrestan y luego lo entregan a la policía y a la gendarmería, cuenta Kaboré. Los Koglweogo ya no son el único grupo de autodefensa del país con sus 20,8 millones de habitantes. Son reconocidos por las autoridades. Así, el Estado ha perdido hace tiempo su monopolio sobre el uso de la fuerza.
El miedo a las milicias
No todos se muestran conformes con las actividades de los Koglweogo. En el centro de Uagadugú, Issa Diallo, presidente de la Comisión Nacional de la lengua peul, es mucho más escéptico. Los miembro de la etnia peul (también llamados fulanis) tienen miedo a las milicias de autodefensa, según él. "Los que viven en el campo duermen mal o no duermen nada", subraya Diallo. Se les acusa, por un lado, de actuar fuera del sistema legal y, por otro, de brutalidad contra otros grupos étnicos. Los Koglweogo son considerados como una organización de los mossi, el mayor grupo étnico de Burkina Faso. Sin embargo, el grupo regional de Nioko 1 lo desmiente. Sus miembros vendrían de todos los grupos étnicos y proporcionarían protección en eventos en iglesias y mezquitas.
Pero en Burkina Faso crece la desconfianza. "En el norte, por ejemplo, un peul no puede caminar solo por la calle. No volvería", critica Diallo. Según informaciones de la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW), el ejército masacró a los peul en la ciudad de Djibo. Se les acusa de ser miembros del movimiento terrorista maliense "Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes" (JNIM), ya que su líder, Amadou Kouffa, también pertenece a este grupo étnico. El JNIM también ha estado activo en el noroeste de Burkina Faso durante varios años. Según Diallo, las autoridades no hacen nada contra esta estigmatización.
El cuento de hadas de la coexistencia pacífica
No importa con quién se hable en Burkina Faso, todos hacen hincapié en que la confianza ha desaparecido. A la gente ya no le gusta dejar entrar a extraños en sus casas. Se teme que tengan explosivos en sus bolsillos. Miphal Ousmane Lankoandé, sociologo y secretario ejecutivo del movimiento de la sociedad civil Balai Citoyen, opina que las acciones de "fuerzas externas" causan pánico entre la población.
Burkina Faso se ve aún más afectada por el hecho de que el país ha sido considerado durante mucho tiempo en toda el África occidental como un país estable y un ejemplo de coexistencia consensual. Desde la extremadamente dividida Nigeria, por ejemplo, la gente a veces miraba a Burkina Faso con cierta admiración. Para Lankoandé, sin embargo, esto es un mito: "En la historia de Burkina Faso ha habido guerras fratricidas y conflictos étnicos”.
En busca de una mejora
Ciertamente existen iniciativas para fomentar la paz en el país. Sin embargo, Issa Diallo ya no cree mucho en las grandes conferencias, ya que muchos resultados no se aplican y ni siquiera se toman en cuenta. Por ejemplo, el terrorismo ya había sido un tema de debate hace diez años. Tampoco faltan los recursos: "Se dispone sobre mucho dinero de varios lados para restaurar la paz social. Pero esto no cambia nada. En Nioko 1, sin embargo, Jean Kaboré se puede imaginar un diálogo nacional. "Sería algo bueno", dice. "Podría reunir a mucha gente. Al final, el diálogo nos traerá la paz".
(gg)