Los expertos prevén que sólo en Alemania más de un millón de toneladas de módulos solares desechados podrían acabar en la basura de aquí a 2030. Con su empresa 2ndlifesolar, Martin Wilke, un ingeniero de Hamburgo, trabaja para que el mayor número posible de estos viejos módulos tenga una segunda vida, por ejemplo, instalados en los balcones de las casas. Wilke también se ha especializado en el reciclaje de módulos desechados, ya que, normalmente, cuando acaban en la basura, se pierden materias primas importantes como la plata y el silicio. Pero ahora han surgido nuevos procedimientos para recuperar estas valiosas materias primas. En Estrasburgo, Elie Assémat lucha sencillamente por evitar que se produzcan residuos electrónicos. Es cofundador de Commown, una cooperativa que considera los aparatos electrónicos un bien común. La cooperativa se dedica desde 2018 a alquilar smartphones, ordenadores y auriculares. Su interés se centra sobre todo en la sostenibilidad y en un uso más prolongado de los aparatos. Todos los productos que ofrece son fáciles de reparar, lo que les garantiza una larga vida útil. En la India se acumulan residuos electrónicos de todo el mundo, incluidos los ilegales procedentes de Europa. Decenas de miles de pequeñas empresas se ganan la vida procesando y revendiendo residuos electrónicos, en condiciones laborales precarias y peligrosas. La científica medioambiental suiza Dea Wehrli quiere contribur a resolver este problema con su moderno concepto de espacio de cotrabajo. Su proyecto, llamado E(co)work, ofrece a los chatarreros indios la posibilidad de alquilar una nave en condiciones de trabajo seguras y legales.