Irak: el desafío postelectoral

El diario General Anzeiger, de Bonn, opina: “El principal resultado ya está claro: las elecciones se llevaron a cabo y, pese a todas las restricciones, abrieron con ello el camino a un proceso político que promete a Irak el restablecimiento de su plena soberanía a más tardar para fines del 2006. Al mismo tiempo, en muchos casos poniendo en peligro su integridad física, el electorado manifestó un claro rechazo al terrorismo de fundamentalistas islámicos y asesinos de Al Qaeda. También las autoridades provisionales superaron la prueba. Cierto es que los terroristas seguirán sembrando el miedo y siendo capaces de paralizar la reconstrucción de la infraestructura o la producción de petróleo. Pero ya no pueden quebrantar la voluntad de la gran mayoría, que no desea más que paz y autodeterminación.”

Éxito parcial

Le Figaro, de París, comenta: “Pese a que muchos ciudadanos temían miedo de salir de sus casas, la población -también en las regiones sunitas- a todas luces disfrutó el tener la posibilidad de decir su opinión por primera vez en más de 50 años. Este éxito parcial no significa, sin embargo, que los estadounidenses hayan logrado ahora conquistar los corazones y las mentes de la gente. Los soldados norteamericanos distan de ser bienvenidos como libertadores; en general se los rechaza como fuerza de ocupación. Su sola presencia fomenta la espiral de la violencia y hace crecer las tropas de la resistencia.”

Incógnitas que persisten

The Guardian, de Londres, apunta: “Tras las elecciones, la atención se dirige a otros asuntos urgentes. Aun cuando los comicios hayan sido una especie de éxito, no por ello sabemos más acerca de cuándo se retirarán de Irak las tropas estadounidenses y británicas. (...) Pero lo principal es que todavía no tenemos ni idea de cuándo acabará para los habitantes de Irak la terrible pesadilla de la violencia.”

Motivo de esperanza

El periódico Kurier, de Viena, plantea que “pese a toda la satisfacción por el positivo transcurso de los comicios, no se debe olvidar que los grandes desafíos aún están por delante. Los sunitas, que tenían las riendas en tiempos del ex dictador Saddam Hussein, boicotearon las elecciones. No marginarlos y no seguir empujándolos con ello a la clandestinidad debe ser tarea prioritaria de los nuevos detentadores del poder curdos y chiítas. Además, tendrán que exhibir rápidos éxitos en la lucha contra el terrorismo y en cuanto a la normalización de la vida cotidiana. Porque la gente los juzgará basándose en si pueden enviar nuevamente sin temor a sus hijos a la escuela o si volverán a contar con suministro de energía eléctrica por más de algunas horas. Las tropas internacionales tienen la obligación de ayudar más que hasta ahora al gobierno en esos asuntos. Quizá se logre entonces lo que parecía imposible. La jornada de ayer, en todo caso, da esperanza”.