Irak: falló el orden político de 2003
30 de noviembre de 2019El orden político que la comunidad de Estados liderada por Estados Unidos instauró en Irak después de la caída del dictador Saddam Hussein en 2003 ha fracasado. La idea era utilizar el ejemplo de Líbano y distribuir cargos y privilegios entre todos los grupos confesionales y étnicos para establecer un equilibrio estable entre ellos. La esperanza era que así pudieran sanar las heridas que la dictadura de Saddam infligió a la gente.
La juventud se rebela y quiere naciones modernas
Probablemente no sea coincidencia que en estas semanas haya protestas contra este sistema en ambos países y que sobre todo los jóvenes pidan un orden completamente diferente. Tanto en Irak como en Líbano, los manifestantes quieren una nación moderna en la que todos los ciudadanos sean iguales y que no distinga entre religiones y grupos étnicos. Con ello no quieren nada más que lo que es evidente en el mundo occidental. También significa que un gobierno sea responsable ante sus ciudadanos y no saquee el Estado.
Hasta ahora, el sistema ha sido un boleto gratuito para que la clase política se enriquezca sin límites, mientras que casi la mitad de los iraquíes está sin trabajo en este país rico en petróleo y muchos viven en la línea de pobreza. Los manifestantes se rebelan ante esta cleptocracia y nepotismo, protestan por el alto desempleo y los miserables servicios públicos, y solo están dispuestos a retroceder cuando ocurran cambios. En el otoño de 2018, el gobierno también había prometido reformas para mitigar las protestas. No pasó nada.
La clase política siue sin estar dispuesta a realizar reformas reales. El viernes, el primer ministro Adel Abdel Mahdi anunció que renunciaría. Pero las fuerzas de seguridad continuaron disparando a los manifestantes. Siguiendo el ejemplo de Egipto, podría haber por lo tanto un show de reformas que solo traerán cambios cosméticos. Porque entonces los gobernantes podrían sostener que quien siga protestando está dirigido desde el extranjero, quiere la desintegración del Estado y, por lo tanto, debe ser procesado.
¿Está Irán perdiendo influencia?
El clero chiíta se encuentra también en una encrucijada. Porque la juventud ya no se ve representada por ayatolás como Alí Sistani. Por ello, los llamados de los clérigos a la unidad no surtirán efecto y el conflicto chiíta interno entre los dos países chiítas más grandes, Irán e Irak, aumentará. Entonces, la República Islámica de Irán enfrentará el peligro de convertirse en el mayor perdedor: si pierde su influencia en Irak, ya no será la potencia hegemónica regional que quiere ser.
(rrr/er)
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