Irán e Inglaterra: diálogo en medio de la tormenta
1 de abril de 2007El gobierno de Gran Bretaña confirmó que ha entablado negociaciones directas con su contraparte de Teherán, a fin de lograr la liberación de los 15 marinos que se encuentran cautivos en Irán desde el 23 de marzo pasado.
Comunicación directa
El ministro británico de Defensa, Des Browne, aseguró que "existe una comunicación bilateral directa" entre autoridades de ambas naciones". Además, consideró que "Irán está consciente de que no solamente tenemos una posición muy clara sino también el apoyo de prácticamente toda la comunidad internacional".
El representante inglés agregó que Teherán "no tiene razón alguna para conservar a los soldados en su poder". Brown señaló que "estamos comprometidos a solucionar esta crisis cuanto antes posible" y, para evitar cualquier suspicacia, indicó que ello será a través de la vía diplomática.
Posible anuncio
De acuerdo con medios de comunicación londinenses, el gobierno de la Gran Bretaña estaría dispuesto a hacer público un anuncio según el cual manifestaría su respeto "en lo actual y en lo futuro" a las aguas territoriales iraníes.
El pronunciamiento del ministro de Defensa británico se dio luego de que, una horas antes, el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, exigiera disculpas por lo que considera una invasión. Asimismo, un grupo de cien personas se manifestó a las afueras de la embajada británica en Teherán, y por momentos se habló de explosiones.
Medios de comunicación reportaron la presencia de personas que arrojaron piedras al recinto diplomático y también, aparentemente, cocteles tipo molotov. Se trataría, según los reportes, de estudiantes de filiación radical.
Solución salomónica
Mas que diplomática, la solución que prepararía el gobierno de Inglaterra parece salomónica: permita a ambas partes salir medianamente bien libradas, por lo menos en el terreno político.
Por una parte, el gobierno de Tony Blair presentaría su actuar como parte de una estrategia firme que habría dado resultados. Esto, claro, a condición de que los soldados sean liberados sanos y salvos.
A su vez, el gobierno de Irán podría proclamar que el pronunciamiento inglés equivale a una disculpa, que previsiblemente sería festejada por multitudes en las calles de Teherán. Es posible, incluso, que la crisis ayude al presidente Ahmadineyad a remontar un panorama poco halagueño en las recientes elecciones.
Pero también está claro que ninguna de las dos partes puede darse por satisfecha. No se olvidará fácilmente en Europa la imagen de los soldados británicos en actitud suplicante.
En Teherán, es evidente que no pasó desapercibida la cohesión de que hizo gala la Unión Europea, que en su conjunto utilizó un tono inusualmente enfático en esta crisis. Y sobre todo, la opinión pública europea no dejará de registrar cuán lejos llegaron las amenazas y apercibimientos iraníes.
Pero todo esto será especulación mientras el "diálogo directo" no produzca resultados concretos. En el actual marco de desconfianza mutua, ni siquiera puede darse por un hecho que la negociación anunciada pueda llegar a buen fin.