Irán: suficiente uranio para una bomba atómica
10 de abril de 2007"En mi opinión, Irán representa en estos momentos un enorme peligro", declaró a la cadena de radio RBB Eckart von Klaeden, portavoz para temas de política exterior de los democratacristianos alemanes. "Tenemos que hacernos a la idea de que, probablemente, con las medidas que hasta ahora se han tomado contra Irán no podremos alcanzar los objetivos deseados".
Han pasado sólo dos semanas desde que Naciones Unidas impusiera un embargo al comercio de armas con Irán, limitaciones a los viajes de los representantes del Gobierno iraní y la congelación del dinero que fluye desde el extranjero. Y aún más: la ONU establecía un plazo de 60 días para que Teherán renunciara al enriquecimiento de uranio si no quería ver endurecido el castigo.
La respuesta de Irán la anunció ayer su presidente, Mahmud Ahmadineyad: el país está en condiciones de enriquecer uranio en cantidades industriales, es decir, lo suficientemente grandes como para servir a la construcción de armamento atómico. Si las resoluciones de la ONU y las restricciones económicas y diplomáticas no funcionan, ¿cómo piensa solucionar este problema la comunidad internacional?
¿Potencia nuclear de facto?
Hace un año, cuando todo este contencioso dio comienzo, Teherán predicaba su derecho a hacer uso de la energía nuclear para fines pacíficos. Decía entonces el Gobierno iraní que no buscaban poseer más de 1.000 centrifugadoras enriquecedoras de uranio, una cantidad insuficiente para cargar una bomba atómica.
Cuántas centrifugadoras funcionan hoy en Irán no se sabe con seguridad, pero se especula que en la planta de Natan hay instaladas unas 3.000, suficiente para producir dos bombas nucleares al año. Y el jefe del programa nuclear iraní, Gholamreza Aghazadeh, ha anunciado que el número de estos aparatos aumentará en Natan hasta los 50.000.
Puede que a la comunidad internacional no le quede más remedio que aceptar el hecho de que, de facto, Irán se ha convertido en una nueva potencia nuclear. Entonces habría que plantearse, dijo von Klaeden, cómo van a desarrollarse en el futuro las relaciones con el país islámico. Parte de la reflexión debería de llevar, opina el político alemán, a "un debate firme en el seno de la OTAN sobre la posible instalación de un sistema antimisiles".
Un esquema que se repite
El susodicho sistema antimisiles para protegerse de Irán ya está en el programa de Estados Unidos, y hasta ahora no ha despertado más que controversias y críticas. Más allá de los miedos a las intromisiones en áreas de influencia que han tenido que ver con la discusión en torno a los planes estadounidenses, desviar el debate en esta dirección supondría reconocer la derrota internacional frente al régimen iraní, que deja al mundo occidental ante la disyuntiva de si necesita o no defenderse de un posible ataque nuclear instalando armas sobre su territorio. Una imagen poco grata.
Lo que resulta difícil de ignorar es que, en todos estos meses de contencioso, Irán ha llevado la iniciativa, provocando las repetidas respuestas de Naciones Unidas, e ignorando éstas una y otra vez. Ante el último desafío de Teherán, el esquema se repite con precisión casi milimétrica. Los políticos occidentales han vuelto a reaccionar indignados, pero poco originales.
Gran Bretaña ha hablado en nombre de la comunidad internacional para repetir que Irán no debe poseer armas nucleares, por lo que Londres exige al Gobierno iraní que renuncie al enriquecimiento de uranio. Alemania se ha manifestado en nombre de la Unión Europea para criticar que Irán ignore de nuevo las condiciones impuestas por la Organización Internacional para la Energía Atómica (OIEA). Teherán anunció, por su parte, que no descarta borrar el nombre de su país del Tratado de No Proliferación de las Armas Nucleares.