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Juicio a Demjanjuk

13 de mayo de 2011

El veredicto del juicio a John Demjanjuk, colaborador del régimen nazi, así como la reforma del Tratado de Schengen, que regula el tránsito fronterizo en la Unión Europea son analizados por la prensa.

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John Demjanjuk arrives at the court building in Munich, southern Germany, on Wednesday, May 11, 2011. Ukrainian-born Demjanjuk, 91, is accused of 28,060 counts of accessory to murder for allegedly serving as a guard in the Nazis' Sobibor death camp. (AP Photo/Matthias Schrader)
John Demjanjuk, juzgado el 12 de mayo de 2011 en Múnich.Imagen: dapd


Süddeutsche Zeitung
, de Múnich: “Cinco años es un castigo para un ladrón de bancos, un estafador o alguien que evadió cuatro o cinco millones de euros en impuestos. Cinco años de prisión es una pena mediana, pero, ¿son los crímenes de Demjanjuk de mediana magnitud? ¿Es el crimen que cometió en el campo de concentración de Sobibor comparable, de acuerdo con el peso de su culpa, con los delitos de ladrones o estafadores? Por supuesto que no. No es necesario encerrar a un anciano que fue asesino de masas en la cárcel, pero se lo debe juzgar, se debe dictaminar su culpabilidad. El tamaño del castigo se podría haber dejado de lado, ya que toda pena que se le aplique es simbólica. Ya no hay forma de expiar culpas ni de reparar lo hecho. Y el castigo apenas si afecta a Demjanjuk. Sólo se trata de nombrar al crimen y al espanto de la injusticia por su nombre. El veredicto es una forma de calificar ese crimen, no la duración del castigo.”

“Investigación cuestionable”

The Independent, de Londres: “El juicio a John Demjanjuk por haber colaborado con el asesinato masivo de judíos durante la II Guerra Mundial en el campo de concentración de Sobibor, llevado a cabo en Múnich, tiene dos parecidos con el proceso anterior, que se le realizó a Demjanjuk en Israel, y eso es inquietante. Dichas similitudes tienen que ver con las investigaciones y a la confiabilidad de los testigos oculares. Un carné identificatorio que demostraba que Demjanjuk perteneció a los trawniki –una unidad de voluntarios no alemanes entrenados para vigilar el asesinato de judíos- es clave en el asunto. Pero esa credencial proviene de los archivos de la KGB soviética, que era conocida por su forma siniestra de propaganda. El FBI tenía dudas acerca de la legitimidad de ese carné, y la defensa argumentaba que era una falsificación. Siete jueces alemanes decidieron ayer que no lo era.”

“Oportunidad perdida de elaborar el horror nazi”

Gazeta Wyborcza, de Varsovia: “La elaboración alemana del pasado nazi se pareció durante mucho tiempo a una farsa. Los culpables fueron liberados porque los tribunales argumentaban que se vieron obligados a cumplir órdenes, ya que, de lo contrario, se los amenazaba con la muerte. En muchos casos se decidió que los crímenes de lesa humanidad habían prescrito. Ex nazis seguían trabajando para la Policía, la Justicia o el Servicio Secreto. Lamentablemente, el juez Alt no mencionó en la fundamentación de su dictamen la difícil elaboración de los crímenes del régimen nazi. El juicio al último guardián vivo de uno de los centros nazis de la muerte podría haber sido una buena oportunidad para enfrentarse a la historia alemana de posguerra. Y ya no habrá otra igual.”

“Se hizo algo de justicia”

Der Standard, de Viena: “Esta vez, la justicia alemana – diferencia de los juicios de los años 50 o 60- no se dejó confundir y transmitió así varios mensajes importantes. En primer lugar, que el asesinato masivo contra los judíos no prescribe y que se sigue castigando aunque hayan pasado más de 60 años. (…) En segundo lugar, que se procederá del mismo modo con los otros culpables, aunque hayan sido pequeñas ruedas en la maquinaria del crimen nazi. No sólo quienes ocupaban cargos superiores en la cadena de mando nazi deben contar con que se los juzgará. Quien colaboró con el régimen es, asimismo, culpable. Lo triste es que se llega a esta conclusión demasiado tarde. Tan tarde, que los crímenes de lesa humanidad cometidos durante el régimen nazi ya casi no pueden ser castigados. Sin embargo, el fallo en el caso de Demjanjuk representa, en cierta forma, que se hizo justicia.”

Reforma al Tratado de Schengen: “Presión ciudadana”

Luxemburger Wort, de Luxemburgo: “La mayoría de los Estados de la Unión Europea pretende endurecer el Tratado de Schengen y permitir controles en ‘casos excepcionales de presión migratoria'. El hecho de que se exija más cuidado al reintroducir los controles fronterizos es sólo maquillaje. En realidad, se trata de una estrategia electoral puramente populista. Al menos un país, Chipre, rechaza modificaciones al tratado. El problema de fondo no es jurídico, sino político y filosófico. La mayoría de los políticos de la UE sigue pensando en términos de fronteras nacionales entre los Gobiernos. Nadie piensa más allá de lo nacional. Pero son los ciudadanos quienes han llegado ampliado su concepto, sobre todo en las regiones fronterizas. Los límites nacionales sólo existen si se los vive cotidianamente. Imponer nuevas barreras sería un retroceso peligroso hacia una época que trajo mucho sufrimiento a los seres humanos. Y ellos son Europa. A las ‘presión migratoria', una presión que afecta a los gobiernos, se le debe responder con la presión de la ciudadanía.”

“Dinámica racista en Europa”

El País, de Madrid: “No se sabe qué es peor, si los argumentos racistas empleados por Dinamarca para restablecer los controles fronterizos con Alemania y Suecia, o la bobalicona aprobación de sus socios a esa medida con el falso razonamiento según el cual Copenhague se ha comprometido a hacerlo "respetando el tratado de Schengen". (…) Otras circunstancias empeoran más la decisión: que lleve tinte ideológico y no técnico, al haberla impulsado la extremada derecha xenófoba; o que se lance oportunistamente al rebufo nacionalista de la tragicomedia italo-francesa a cuenta de algunos millares de tunecinos desesperados. Es una dinámica racista, y Europa mira hacia otro lado. Lo que faltaba por ver.“

CP/dpa

Editor: Enrique López Magallón