Kamila Valieva: los Juegos Olímpicos de la hipocresía
18 de febrero de 2022Celebrada, proscrita, fracasada: para la joven deportista olímpica rusa Kamila Valieva, lo que iba a ser la coronación del patinaje artístico de estilo libre se convirtió en una carrera de baquetas. Una quinceañera que, ante los ojos de la opinión pública mundial, y a causa de la inmensa presión mediática y de la abierta hostilidad en su contra, se derrumbó emocionalmente en la pista.
Mucho más trágicas que su actuación, sin embargo, son las reacciones y el comportamiento de todos los implicados, que se echan la culpa unos a otros, y no están dispuestos a asumir responsabilidad. Respeto, equidad, amistad, diversión: una vez más, queda claro que los valores de los Juegos Olímpicos que se mencionan a menudo no son, para muchos de los responsables, más que un truco de relaciones públicas.
Thomas Bach: un presidente del COI irresponsable
La hipocresía del presidente del Comité del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, es conocida desde hace tiempo. Se reveló ante el mundo, a más tardar, en el caso de la tenista china Peng Shuai, y ahora se ha repetido con Valieva. Bach dijo estar "conmocionado" por la frialdad de la entrenadora rusa Eteri Tutberidze, quien no abrazó a la joven cuando esta rompió en llanto después de su mala actuación, sino que solo la regañó.
Bach, que desde hace tiempo vende los principios del deporte y la idea de los Juegos Olímpicos al mejor postor. Bach, a quien, evidentemente, no le importan ni el bienestar ni el fomento de los y las atletas, sino únicamente más dinero y más poder. Bach, a quien le gusta congraciarse con autócratas como Vladimir Putin y Xi Jinping, y que no se compromete ni por una lucha decidida contra el dopaje, ni por la participación económica de los atletas olímpicos en las millonarias ganancias, por no mencionar los derechos humanos y el derecho fundamental a la libertad de expresión.
¿Quién protege a Kamila Valieva?
Justamente él, Thomas Bach, señala con el dedo a los demás y se autoelogia por haber impulsado ahora una discusión, que ya era hora de que tuviera lugar, sobre la edad mínima de los y las atletas. Pero es evidente que no se le ocurre siquiera hacer una autocrítica, ni asumir responsabilidad y consecuencias a nivel personal por lo que sucede bajo su liderazgo.
Otro de los responsables de esta tragedia es el sistema deportivo ruso, que coloca al éxito por encima de todo, cueste lo que cueste. Responsable es, también, un sistema antidopaje que fracasa rotundamente en aspectos clave. Y, por supuesto, también son responsables los tutores legales de Valieva, que deberían haberla protegido, alejándola de esta situación.
Lo que queda de todo esto es una chica de 15 años traumatizada, humillada públicamente, y cuyo amor y pasión por el deporte seguramente han sido destruidos para siempre. Por el camino, quedaron otras patinadoras cuyos buenos momentos olímpicos han sido opacados por las sombras del caso de Kamila Valieva. Y, en el recuerdo, permanecen unos Juegos Olímpicos en los que el deporte no es lo principal. Al final, se impone la amarga verdad de que, a pesar de lo sucedido, seguramente todo seguirá igual.
(cp/rml)