Kurt Sanderling: hizo música
19 de septiembre de 2011Sanderling perteneció a la generación de grandes batutas del siglo XX, trató con los músicos más importantes de su época y fue testigo de acontecimientos históricos que marcaron la pasada centuria. Sin embargo, nunca fue una figura mediática: sus discos no estuvieron entre los más vendidos ni su vida privada fue pasto de los medios de comunicación.
Consciente de ello, el título del libro autobiográfico que publicó en 2002, al cumplir 90 años de edad, es elocuente: Otros hicieron historia, yo hice música (Andere machten Geschichte, ich machte Musik). Ciertamente, a Sanderling se le recordará por su entrega al arte de la dirección, aunque nunca se formó en esta disciplina, sino en la pianística.
Carrera marcada por el nazismo
El nazismo marcó la vida de Sanderling, como la de muchos otros artistas judíos de su tiempo. Desde muy joven, trató de abrirse camino explotando su talento musical. Nacido en 1912 en Arys, Prusia oriental, inició su vida profesional muy joven en la Ópera de Berlín. Con el ascenso de Hitler al poder en 1933, fue obligado a abandonar su puesto por no ser de "raza aria".
Pocos años más tarde, se estableció en la Unión Soviética, donde trabajó primero para la Orquesta de la Radio de Moscú y después para la Orquesta Filarmónica de Leningrado, que codirigió junto al mítico Mravinski hasta 1960. Allí fue testigo del estreno de grandes obras de la literatura orquestal del siglo XX, entre otras, las de Shostakovich, que se encontraba entre sus amigos, al igual que el virtuoso violinista David Oistrakh.
De vuelta a Alemania
En 1960, recibió el encargo soviético de ponerse al frente de la Orquesta Sinfónica de Berlín, fundada ocho años antes en respuesta al esplendor de la Filarmónica de Berlín, símbolo del florecimiento y la milagrosa capacidad de recuperación de la Alemania occidental. Se cuenta que durante el primer ensayo con su nueva formación, Sanderling sintió la necesidad de hacer partícipes a los músicos de que era judío y por ese motivo había abandonado su país más de veinte años atrás.
Aunque el régimen soviético explotó su imagen como artista del sistema –igual que Karajan, responsable de la Filarmónica de Berlín, lo era como director del otro lado del telón de acero- su etapa al frente de la Sinfónica, que duró hasta 1977, fue mucho más allá. Cada vez más reconocido internacionalmente, dirigió prestigiosas orquestas de todo el mundo, incluyendo una corta etapa al frente de la Staatskapelle de Dresde, también durante el período comunista.
Hizo música
Apelando al título de su autobiografía, Otros hicieron historia, yo hice música, se puede constatar que Sanderling era, ante todo, músico. En los últimos años de su carrera, ocupó puestos honoríficos y recibió diversas distinciones, pero, sobre todo, continuó profundizando en el estudio de las partituras que más le interesaban. Sanderling destacó en la interpretación de Beethoven, Brahms, Bruckner, Mahler, Sibelius y, sobre todo, Shostakovich, cuya amistad conservó hasta la muerte del compositor en 1975.
Sus interpretaciones de las sinfonías del ruso se alejaban del tono incisivo de otros directores para centrarse en el poder dramático de su obra y en una detallada expresión del fraseo y el timbre. Podría haberse convertido en estrella mediática si hubiera contado detalles de sus experiencias personales con el compositor, pero, claramente, no debía de estar interesado en hacer historia. Se conformó con ser, ante todo, músico. Un gran músico.
Autora: María Santacecilia
Editor: Enrique López