Kurt Waldheim y la larga sombra del nazismo
14 de junio de 2007Entre 1972 y 1981, período en que ejerció como secretario general de la ONU, la figura de Kurt Waldheim se vio rodeada de reconocimiento internacional. Sin embargo, su estrella política se eclipsó cuando optó por aspirar a la presidencia de su propio país. La causa: durante la correspondiente campaña comenzaron a destaparse detalles sobre su participación en la Wehrmacht alemana entre 1939 y 1945.
El hecho de haber obtenido finalmente el cargo de jefe de Estado, que ejerció entre 1986 y 1992, no le sirvió para liberarse de las críticas. De hecho, su elección como presidente desató una controversia internacional. Su rechazo a admitir cualquier conocimiento de crímenes nazis cometidos por su unidad en los Balcanes, entre los que se contó la deportación masiva de judíos de esa región, aisló a Austria durante su presidencia, pero también generó una postergada discusión sobre el papel del país durante el régimen nazi.
Verdades necesarias
Aun cuando la comisión internacional de historiadores constituida por el gobierno en ese entonces llegó, en 1988, a la conclusión de que Waldheim no había tenido vinculación directa con crímenes de guerra, la presión internacional se mantuvo hasta el término de su presidencia. Estados Unidos lo incluyó en 1987 en su lista de personas en observación, lo que equivalía prácticamente a una prohibición de ingreso al país.
En vista de la discusión en torno a su persona, Waldheim desistió de postularse a un segundo período presidencial. Mucho tiempo transcurrió hasta que admitiera haber cometido algunos errores en la forma en que enfrentó el asunto. En una entrevista publicada el año pasado por el periódico austriaco “Kurier”, el propio Waldheim se refirió al tema en los siguientes términos: “era necesario, e incluso imprescindible, que nosotros, los austriacos, nos despidiéramos del papel exclusivo de víctimas. Esa fue la base de nuestra paz interior a partir de 1945 y de la construcción de nuestra identidad nacional de post-guerra pero, a fin de cuentas, era sólo una parte de la verdad”.