La ciénaga de Abu Ghraib
24 de agosto de 2004La investigación de las torturas cometidas por soldados estadounidenses en la prisión iraquí de Abu Ghraib abarca círculos cada vez más amplios. El fiscal militar Michael Holly anunció, en la segunda jornada de audiencias celebradas en Mannheim (Alemania), que dentro de poco también se presentarán cargos contra dos integrantes del servicio de inteligencia castrense. Según un testimonio, ellos habrían dirigido las acciones de maltrato y humillación de presos iraquíes. Entretanto, en Washington se dio a conocer un informe del Pentágono, en el que se admite la co-responsabilidad de oficiales de alto rango en los sucesos que escandalizaron a Estados Unidos y el mundo.
Sin "guantes de seda"
En Mannheim hubo algunas novedades, como el hecho de que uno de los inculpados (Ivan Frederick) llegó a un trato con la parte acusadora, en virtud del cual reconocerá la culpa en algunos de los cargos, a cambio de que otros se retiren. "A diferencia de muchos otros, él asumió su responsabilidad por su comportamiento inmoral. Un comportamiento provocado por la situación en Abu Ghraib", señaló su abogado, Gary Myers. Al mencionar a esos "otros", el defensor no se refería únicamente a los restantes seis soldados inculpados, sino sobre todo a sus superiores.
Paul Bergrin, abogado de otro de los acusados, alegó que los uniformados cumplieron instrucciones y presentó documentos del Pentágono. "Tenemos un memorándum del 17 de agosto del 2003, dirigido a todos los oficiales del servicio de inteligencia militar y a todos los especialistas en interrogatorios", indicó el jurista, especificando: "Allí dice: nos sacaremos los guantes de seda. Todo es posible, cualquier técnica de interrogatorio, todo aquello que permita obtener informaciones para salvar aunque sea la vida de un soldado. Todo está permitido".
La figura de Rumsfeld
Según Bergrin, tras este memorándum está también la figura del secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, a quien pidió citar a declarar. El juez rechazó dicha solicitud, pero ciertamente lo que se escuchó este martes en el cuartel estadounidense cercano a Mannheim fueron planteamientos de grueso calibre, que deben dar qué pensar en Washington.
El proceso continuará ahora en Bagdad, pese a los reparos de algunos acusados, que alegaron que allí no podían contar con imparcialidad. Dichos reparos que fueron rechazados con un argumento claro: después de que las fotos de las torturas en Abu Ghraib dieron la vuelta al mundo, no hay lugar en que no se conozca el caso. Y tampoco hay dónde no se sigan con interés su alternativas, a la espera de que se establezcan íntegramente las responsabilidades.