La coronación de Carlomagno
2 de junio de 2009Carlomagno (aprox. 747-814) había partido a Roma en noviembre de 799. El Papa le había pedido ayuda, pues no podía defenderse de sus adversarios en la ciudad. Después de que Carlomagno lograra calmar la situación y de que León III (aprox. 750-816) hubiera apaciguado los ánimos a través de un juramento de purificación, ambos tomaron parte en la misa de Navidad en la Basílica de San Pedro. Aquella noche, los ciudadanos romanos y el episcopado presentes asistieron a un espectáculo de dimensiones históricas.
¿Coronación inesperada?
Según Eginardo (aprox. 780-840), biógrafo de Carlomagno, éste se había arrodillado en actitud devota ante el altar, cuando el Papa León III se aproximó por atrás colocándole la corona de emperador romano. El rey franco reaccionó al parecer con sorpresa, por lo menos eso dice su biógrafo. Probablemente Carlomagno había contado, sin embargo, con convertirse en emperador, a final de cuentas el Papa dependía de una ayuda secular, que en Europa sólo el rey franco estaba en condiciones de garantizar.
Apenas coronado Carlomagno, el Papa se arrodilló ante los pies del nuevo emperador. En ese momento los clérigos comenzaron a recitar la letanía de la coronación, mientras los ciudadanos de Roma aplaudían fuertemente. Con esta ceremonia, el rey de los francos se convirtió en emperador romano, cuyo poderío se extendía sobre amplias regiones de Europa.
Fundamento del esplendor cultural
El centro de su reinado comprendía a aquellos países que, unos 1150 años después, fundarían la Comunidad Económica Europea: Francia, Alemania e Italia y los países del Benelux (Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo). Fundamento del esplendor cultural franco Inmediatamente después de la coronación, Carlomagno introdujo una moneda común, una escritura y un sistema de pesos y medidas comunes en Francia. En la ciudad de Aquisgrán (Aachen en alemán, Aix-la-Chapelle en francés), mandó erigir construcciones, cuyos restos dan la idea de que aquella ciudad debía convertirse en una “segunda Roma”.
Carlomagno no sólo fue un gran estratega militar que cristianizó y modernizó Europa, sino también un promotor de las ciencias. Reunió a su alrededor a los más importantes académicos de la época a quienes encargó la recopilación de los conocimientos que se tenían, con lo que estableció las bases del florecimiento cultural del reino francés. Esta revolución cultural estuvo íntimamente ligada al erudito británico Alcuino (735-804), que Carlomagno conoció en Parma en 781.
En la Escuela Palaciega de Aquisgrán, Alcuino creó una biblioteca con la obra de los autores de la Antigüedad, escrita y archivada en letra “minúscula carolingia”. También la arquitectura de la era carolingia estuvo inspirada en la Antigüedad. La capilla palatina de Aquisgrán debía recordar a la “pequeña Basílica de Santa Sofía”, la iglesia de San Sergio y San Baco en Constantinopla, hoy Estambul. Otros edificios públicos en la residencia imperial de Aquisgrán fueron copias de edificaciones en Roma.
Legado de la Antigüedad
Este “renacimiento carolingio” fue de fundamental importancia, pues a través de él Francia se convirtió en vínculo entre la Antigüedad y la Europa de la Edad Media. La “modernidad medieval” estuvo considerablemente influenciada por las ideas de los eruditos de la Antigüedad, la arquitectura romana anterior al cristianismo y las concepciones religiosas de Roma y Constantinopla. En la medida en la que Carlomagno vinculó la Antigüedad y el Medioevo, se colocó él mismo entre los héroes antiguos.
La preservación del legado de la Antigüedad fue un proceso consciente, pues los académicos partían de una idea de continuidad lineal entre la cultura y la política. Como la propia cultura tenía sus raíces en la anterior, tenía sentido preservar tanto como fuera posible de las antiguas culturas. También Carlomagno estaba convencido de la teoría de los “cuatro imperios”, cuyo fin auguraba el fin del mundo. Con la transmisión del título imperial al rey de los francos por parte del Papa, el emperador y el Imperio Romano fueron mantenidos con vida. Con este translatio imperii, se evitó nuevamente el fin de mundo.
En concordancia con esta concepción política, tenía lógica preservar e incluso apropiarse, aunque fuera sólo en parte, de la cultura, la arquitectura, el derecho, la literatura y las ciencias romanas. Así fue como llegó el saber de la Antigüedad a la Europa Medieval. Todo lo que el mundo moderno sabe sobre la Antigüedad, se lo debe al legado cultural derivado del “renacimiento carolingio”, que evitó que la herencia de la Antigüedad se perdiera para siempre.
Autor: Matthias von Hellfeld/ EU
Editor: Pablo Kummetz