La dura realidad
2 de junio de 2003Entre cumbre y cumbre, la agenda del canciller alemán contemplaba hoy una cita crucial. Más importante que volver a estrechar la mano de George Bush resultaba para Gerhard Schröder cohesionar a su Partido Socialdemócrata (SPD) en torno al programa de reformas bautizado como "Agenda 2010". Una agenda dolorosa, cargada de recortes en el ámbito social, que enfrenta la resistencia del ala izquierda de la Socialdemocracia y de los sindicatos.
Llamado al realismo
Los sacrificios demandados por el gobierno son duros. Pero el canciller no se cansa de asegurar que no hay alternativa ya que, si esta coalición no lleva a cabo los cambios necesarios, lo harán otros. Aludiendo a que algunos de sus correligionarios dicen querer conservar al jefe de gobierno, pero bajo sus propias condiciones, Schröder puntualizó que eso "sólo es posible en forma limitada". No fue una amenaza concreta de dimisión, pero todos saben que el canciller ha comprometido su prestigio personal en esta empresa reformista y que la credibilidad gubernamental está en juego.
El discurso de Schröder ante cerca de 520 delegados fue, en consecuencia, una urgente exhortación a cerrar filas y a mirar la realidad cara a cara. Atrás han quedado los tiempos en que se podía confiar en que las dificultades se superarían de una u otra forma, señaló el canciller, puntualizando que el partido debe reconocer que la masiva desocupación que aflige al país no obedece sólo a la debilidad de la coyuntura económica, sino también a problemas estructurales.
La claridad de las cifras
Algunos datos concretos confirman su apreciación. Por ejemplo, los costos en diversas prestaciones y seguros pueden llegar a devorar hasta un 43% del sueldo de una persona. Ello disminuye el poder adquisitivo de la población y, el mismo tiempo, inhibe a los empresarios a la hora de contratar gente. Por otra parte, el 62% del gasto fiscal se destina en Alemania al servicio de la deuda pública y a las prestaciones sociales.
Son hechos difíciles de rebatir, que ponen de manifiesto la urgencia de modificar la situación. Así lo comprendieron también las bases socialdemócratas, dispuestas a secundar a su abanderado en esta penosa tarea. Lógicamente no lo harán con euforia -como puede colegirse de los aplausos más corteses que entusiastas tributados al discurso de Schröder- pero sí con la dosis necesaria de realismo para mantener la capacidad de maniobra del gobierno.
La aprobación de la "Agenda 2010" en el congreso socialdemócrata es sólo una etapa en este empinado camino hacia la materialización de las reformas. Pero, con ella, Schröder sale fortalecido en momentos en que necesita más que nunca demostrar liderazgo, para recuperar la confianza de la población.