“La energía atómica es demasiado cara”
11 de marzo de 2013Deustsche Welle: Sr. Schneider, usted es editor del Informe Mundial sobre el Desarrollo de la Energía Nuclear. ¿Qué nos puede decir sobre los cambios que se han producido en ese sector luego de la catástrofe de Fukushima?
Mycle Schneider: La energía nuclear está perdiendo significancia en todo el mundo, eso es un hecho. En resumidas cuentas, se puede decir que la tendencia a dejar de usar la energía atómica se está expandiendo de forma acelerada. El número de centrales nucleares disminuye cada vez más, y el porcentaje de energía atómica en la matriz energética también es cada vez más bajo: en todo el mundo, hace 20 años era del 17 por ciento, y hoy está en un 11 por ciento.
¿Cuál es, en su opinión, el motivo de esta tendencia decreciente?
El motivo principal es el cambio que se dio en la opinión pública al respecto, además de factores económicos. La energía atómica se encarece cada vez más, y hay otras fuentes de energía que se vuelven cada vez más competitivas.
¿Cuál es el motivo del encarecimiento de la energía nuclear?
Por un lado, las mayor complejidad de las instalaciones, además de las exigencias en cuanto a seguridad, es decir, para la protección contra ataques o accidentes, que son cada vez más altas. Eso también tiene que ver, por supuesto, con la opinión pública, que, con algunas diferencias, hace que, en general, se refuercen las medidas de seguridad. En muchos países hay centrales nucleares cuyo funcionamiento debería estar prohibido, tal y como se las opera actualmente.
¿Cuánto cuesta una hora kilovatio producida a través de energía atómica, con todos los gastos incluidos?
Eso no se puede calcular exactamente, porque no hay un precio definido para el depósito final de desechos radiactivos. En todo el mundo no hay un solo depósito de ese tipo, es decir, que después de 50 años de utilizar la energía nuclear, aún no conocemos el costo total de la misma. A eso se suma el interrogante sobre el monto para asegurar una central en caso de accidente. Las estimaciones para la catástrofe de Fukushima oscilan entre los 130 y los 650.000 millones de dólares. Si se las asegurara por esas sumas, entonces una hora kilovatio costaría aproximadamente más de un euro. (…) Pero el costo final no se conoce, y eso dificulta a las empresas la toma de crédito, que ya de por sí será de varios miles de millones de euros.
China e India tenían planes muy ambiciosos en el área energética. ¿Siguen teniéndolos?
China es el único país que continúa apostando a las centrales nucleares de manera masiva, con unas 29 en construcción. Pero en China se invierte mucho más dinero aún en energías renovables. Ya antes de Fukushima, invertía unas cinco veces más que en energía atómica. Y en 2012, calculo que solo la energía eólica produjo más electricidad que la energía nuclear. También en China la competitividad de las renovables va en aumento.
En cuanto a Japón, había una enorme fe en la energía atómica hasta que se produjo el accidente de Fukushima. Ahora, la población es muy crítica al respecto, pero el gobierno sigue apoyando la energía nuclear. ¿Cómo ve usted la evolución de ese panorama en el futuro?
En Japón tenemos casi una situación prerrevolucionaria. Desde afuera es muy difícil entender la magnitud del drama y la conmoción que experimenta la gente. Fukushima no es solo una catástrofe medioambiental y sanitaria, sino un hecho que ha puesto sobre el tapete y hasta ha destruido la credibilidad de la tecnología, las autoridades, el gobierno y la tecnocracia. Eso condujo a una división en la sociedad. Por un lado, están los operadores de las centrales que, como es lógico, quieren que sigan funcionando los reactores, y los bancos, los grandes accionistas y las empresas abastecedoras. Por el otro lado está la sociedad civil, que los rechaza con vehemencia. En este momento hay solo dos de 50 centrales en funcionamiento, y la perspectiva de que se los vuelva a poner en marcha, o de que se construyan nuevas centrales, es muy pequeña.
¿Cómo estima que será la evolución de la energía atómica a nivel global?
Podemos partir de que el porcentaje de energía nuclear en la producción global de energía seguirá contrayéndose, y que en las dos próximas décadas solo quedará un pequeño porcentaje de energía atómica en la matriz energética, probablemente de menos de un cinco por ciento en 2030.
Mycle Schneider es experto en energía nuclear y observador independiente del desarrollo de la industria atómica global. Es editor del Informe Anual Sobre el Desarrollo de la Industria Nuclear, docente y asesor independiente de diversos gobiernos y organizaciones internacionales. En 1997 recibió el Premio Nobel Alternativo por su labor.
Autor: Gero Rueter (CP)
Editora: Emilia Rojas-Sasse