La “estratégica ingenuidad” del gobierno alemán
1 de noviembre de 2013Las reacciones de indignación por parte del gobierno alemán ante el espionaje masivo del servicio de seguridad estadounidense NSA no parecen ser muy convincentes. A principios de junio, cuando se dieron a conocer informaciones sobre el programa de espionaje Prism, los políticos de Berlín decidieron esperar, en vez de actuar de una forma más decidida. Tan solo después de que surgieran sospechas de que también se había espiado el teléfono móvil de la canciller alemana, el gobierno expresó su inconformidad.
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El informante Edward Snowden posee los documentos en los que se basan las revelaciones de los últimos meses. “Desde junio, todo el mundo no hace más que hablar de Snowden y yo me pregunté por qué nadie hablaba con él personalmente”, dice el diputado alemán de Los Verdes Hans-Christian Ströbele. Pero como ni el gobierno ni la Fiscalía General del Estado decidieron viajar a Moscú a un encuentro con el informante, el diputado se puso en camino.
En una carta que Snowden entregó a Ströbele, el ex agente de seguridad asegura estar dispuesto a conversar con cualquiera que pretenda contribuir al esclarecimiento del espionaje. El ministro del Interior, Hans-Peter Friedrich, dijo que el gobierno agradecería cualquier información al respecto.
Sin embargo, el vocero del ministerio del Interior señaló que el gobierno aún no se había puesto en contacto con Snowden. En caso de que una comisión parlamentaria demande la presencia de Snowden en Alemania, el gobierno se vería casi obligado a otorgarle asilo a esta persona que EE.UU. considera un traidor.
Lo que debieron haber sabido
El experto en tecnologías de la información y asesor del gobierno, Sandro Gaycken, opina que funcionarios de alto rango como la canciller y el ministro de Seguridad debieron estar enterados de que estaban siendo espiados. En cambio, Herfried Münkler, politólogo de la Universidad Humboldt de Berlín, prefiere hablar de una “ingenuidad estratégica”. Durante la campaña electoral, dice, el espionaje no recibió mucha atención, mientras que ahora el gobierno de Merkel lo usa para mejorar su imagen.
El politólogo no cree que la canciller alemana debería seguir escondiéndose detrás de la retórica de que “eso no se hace entre amigos”. Münkler teme que las relaciones entre Alemania y los EE.UU. no salgan ilesas de este caso. Por otro lado, estima que así, en el futuro, las relaciones podrían ser evaluadas de forma más realista.