La frontera de la legalidad en la guerra moderna
29 de julio de 2010La filtración, por parte de la página web wikileaks.org, de alrededor de 92.000 documentos secretos sobre la guerra de Afganistán ha destapado la caja de los truenos entre la opinión pública y los medios de comunicación occidentales. Por numerosos motivos. En primer lugar, la información clasificada publicada por el semanario alemán Der Spiegel, el diario estadounidense The New York Times y el británico The Guardian pone de manifiesto cómo la situación actual de la seguridad en el país asiático dista mucho de la versión oficial que las potencias aliadas intentan transmitir a sus ciudadanos.
Los documentos ponen en duda también el verdadero papel del Gobierno de Pakistán en la contienda. Oficialmente, Islamabad es un firme aliado de Estados Unidos en la lucha contra los talibanes. Según los archivos revelados por wikileaks.org, sin embargo, los servicios secretos pakistaníes habrían colaborado con la insurgencia para combatir a los soldados estadounidenses.
Pero la revelación más incómoda es la que tiene que ver con las actuaciones de una unidad secreta estadounidense, la denominada Task Force 373, encargada de llevar a cabo la eliminación selectiva de líderes talibanes. La Task Force 373 protagonizó la última primera página del semanario Der Spiegel. En el interior de la edición, el reportaje se hacía eco de los asesinatos no reportados de cientos de civiles a manos de las fuerzas aliadas en Afganistán.
Fuerte controversia en Alemania
Pese a que un portavoz del Ministerio de Defensa alemán salió al paso de las informaciones periodísticas asegurando que las revelaciones de wikileaks.org no proporcionaban detalles nuevos en relación con la situación actual en Afganistán, el Gobierno germano se apresuró a negar cualquier implicación de sus soldados en la eliminación selectiva de posibles enemigos.
Miembros de los grupos parlamentarios de la oposición -socialdemócratas y ecologistas- exigieron, pese a todo, explicaciones acerca de las actividades de los comandos especiales que actúan en el área en el que se hallan destinadas las tropas alemanas, situada en el norte de Afganistán: no sólo de las de la Task Force 373 estadounidense querían oír hablar los diputados, sino también de una unidad germana secreta denominada Task Force 47.
El Derecho Internacional Humanitario
En situación de guerra, los diferentes gobiernos, ejércitos o grupos armados deben regirse por el denominado Derecho Internacional Humanitario (DIH). Se trata del conjunto de normas que tienen como objetivo principal la protección de aquellas personas no participantes en las hostilidades o que han decidido dejar de participar en el enfrentamiento.
El Derecho Internacional Humanitario debe garantizar la mejor protección posible de los civiles, tanto en una guerra como en un conflicto armado no internacional: una categoría, esta última, en la que figura Afganistán, donde no hay dos Estados que combatan el uno contra el otro, sino una alianza militar internacional que lucha contra los talibanes, Al Qaida y sus aliados.
El Derecho Internacional Humanitario permite matar de forma selectiva a los combatientes enemigos en el caso de las guerras. También cuando se trata de conflictos armados no internacionales. No contempla, sin embargo, "la muerte de civiles cuando éstos no toman parte directamente en las hostilidades", como señala el experto alemán Michael Bothe, de la Universidad Goethe de Fráncfort del Meno.
La diferenciación entre civiles y combatientes, no obstante, resulta especialmente complicada en el caso de Afganistán. "Aquí, a menudo, no está claro el estatus de aquellos que son eliminados de forma selectiva", explica Bothe. Es por ello que el alemán considera especialmente importante y necesario el actual debate abierto en el país con respecto a esta cuestión.
Sin frentes claros
El Derecho Internacional Humanitario topa con una dificultad derivada de las características específicas de las modernas guerras antiterroristas: no hay frentes de batalla claramente delimitados, lo cual difumina la frontera entre legalidad e ilegalidad en dichos conflictos. "Las Convenciones de Ginebra estipulan que los combatientes deben distinguirse claramente a través de sus uniformes. Esto es imposible en las guerras antiterroristas actuales", indica Karin Oellers-Frahm, del Instituto Max Planck de Derecho Internacional con sede en Heidelberg.
Al contrario, continúa Oellers-Frahm, "los combatientes aprovechan conscientemente el hecho de que la protección de los civiles sea una exigencia inherente a la estrategia militar". Los miembros de la insurgencia talibán y de Al Qaida no llevan uniforme y, a menudo, se mezclan con la población para actuar de forma encubierta. Incluso llegan a utilizar a los civiles como escudo humano durante los enfrentamientos.
El caso del Mullah Omar
Sobre la cuestión de si el Derecho Internacional Humanitario ampararía el asesinato selectivo del líder talibán Mullah Omar, la respuesta de Oellers-Frahm es muy clara. Omar se encuentra en paradero desconocido desde la caída del régimen talibán en otoño de 2001, "si se encuentra en algún lugar alejado y no participa en el conflicto, no se le puede calificar de combatiente", explica la experta del Max Planck, "no está implicado en las hostilidades y, por lo tanto, no puede ser eliminado de forma selectiva".
Una conclusión
En las guerras asimétricas, los soldados luchan bajo presión no sólo contra combatientes a los que no puede distinguirse de los civiles; luchan también en el frágil equilibrio entre legalidad e ilegalidad en el que han sido abandonados por los políticos. En Alemania, por ejemplo, el Gobierno se negó durante mucho tiempo a calificar la misión en Afganistán de conflicto armado, una definición necesaria a la hora de determinar el marco legal y humanitario bajo el cual debe regirse la estrategia militar.
Sin embargo, las reglas humanitarias están condenadas a fracasar en el momento en el que es imposible distinguir entre civiles y combatientes. A menudo, las acciones llevadas a cabo por los comandos sólo pueden ser valoradas correctamente una vez ejecutadas. Algo que, lamentablemente, no le devuelve la vida a los civiles.
Autor: Sandra Petersmann/ Emili Vinagre
Editor: Luna Bolívar Manaut