La locura alemana de prohibir circular a los autos diésel
5 de diciembre de 2018La histeria por el diésel en la que Alemania se encuentra inmersa ha alcanzado una nueva dimensión. Digámoslo de antemano: no se puede criticar a los tribunales que dictan prohibir la circulación a los antiguos vehículos diésel, ya que hay valores límite de sustancias contaminantes desde hace ya dos años. Pero ahora reina el desconcierto en ciudades como Colonia y Fráncfort porque decenas de miles de autos no podrán circular por las áreas urbanas a partir de la primavera de 2019. Así de sencillo.
No se dejan de escuchar los gritos de júbilo de los defensores del medioambiente, que festejan su aparente victoria sobre el los consorcios y grupos de poder del automóvil, quienes por fin han sufrido una derrota…Pero ¿cómo es posible que crean eso? ¿Están en sus cabales? La política de la buena conciencia tiene consecuencias: millones de alemanes tienen que seguir yendo al trabajo y mucho más en las grandes ciudades. La amable indicación verde de que también pueden acostumbrarse a usar la bicicleta está fuera de la realidad. En Alemania, las personas que deben trasladarse para llegar a su puesto de trabajo hacen una media de 17 kilómetros. A la vista de los trenes llenos, caros y no siempre puntuales, solo les queda la posibilidad de ir en auto.
Victoria de los consorcios automovilísticos
Por esa razón, la prohibición de circular para los autos antiguos no es una victoria sobre los consorcios automovilísticos sino una victoria de esos consorcios. Solo en Colonia hay 110.000 propietarios afectados por la futura prohibición de circular, por no hablar de quienes deben tomar el auto para trabajar en la ciudad renana. Todos ellos deberán comprar un auto nuevo. Ese es el aspecto que tienen algunas victorias para los ciudadanos de a pie. La prohibición de circular no es nada menos que una descarada expropiación, y lo es hasta un punto que ni los antiguos líderes comunistas se hubieran atrevido. ¿Y se alegran de eso no solo los Verdes sino también los del partido La Izquierda? ¿Quiénes creen que conducen los autos que no podrán seguir circulando dentro de poco? ¿Directivos de bancos? ¿Agentes de bolsa?
No, los afectados son en su mayoría propietarios de modelos antiguos. Son mujeres de la limpieza que trabajan por 12 euros la hora por las mañanas en el norte de Colonia, quienes por la tarde deben que limpiar cocinas, planchar camisas y desinfectar sanitarios a 15 kilómetros de distancia, en el sur de la ciudad. Para ellas, cada minuto cuenta. O para las madres que crían solas a sus hijos, a los que conducen cada mañana a la escuela, para después tener que ir corriendo al trabajo.
¿Tendrán que conducir después un auto eléctrico? Claro que sí, pero primero rezan para que su viejo Opel Corsa pase una vez más la inspección técnica obligatoria de su vehículo. De no hacerlo, sería para ellas una auténtica catástrofe.
En el orgulloso júbilo de los amantes del medioambiente se oculta una parte considerable de egoísmo. "Los autos no pueden circular por aquí, porque esta es la ciudad en la que yo vivo. ¡Yo!" Los problemas de las mujeres de la limpieza o de los obreros les dan absolutamente lo mismo a los apóstoles de la moral. Su lema es: "Quiero vivir en medio de una metrópoli, pero respirar aire puro de los Alpes”.
Pero la prohibición de circular a los antiguos diésel lo único que hace es exportar el problema. Nadie duda de que miles de estos autos serán "deportados” al este y sureste de Europa, a Cercano Oriente y a África. Allí se ríen a mandíbula batiente de estos "tontos alemanes”. Pero ¿no pertenecen también Minsk, Belgrado y El Cairo al mismo planeta al que ellos quieren salvar precisamente estos días en el marco de la COP24 que se celebra en Katowice, Polonia?
Innovaciones también sin prohibir
¿Por qué son necesarias las prohibiciones de circular? Muchas innovaciones medioambientales del pasado se llevaron a cabo sin tomar estas medidas coercitivas. La gasolina sin plomo, los catalizadores para el tubo de escape, las pastillas de freno libres de amianto. Hoy día todo ello se da por hecho incluso en El Cairo, sin que haya habido necesidad de imponer la prohibición de circular.
Gracias a Dios, mi auto todavía está en buena forma. Y, como no quiero malgastar recursos innecesarios, no compraré en el futuro un auto cada cinco años. Porque la cuestión es la siguiente: ¿qué normativa europea de emisiones contaminantes debemos tomar en cuenta? Para muchos, el problema estaría resuelto si con cada nuevo endurecimiento de la normativa adquiriéramos un auto nuevo. Pero esa solución no es válida para mí, que tengo que pagarlo. Al vendedor de autos usados de Kiev le parecerá bien, sin embargo, esta lógica. Igual que a Volkswagen, BMW y Daimler.
(ms/cp)
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