La nueva súper-arma de Moscú
30 de mayo de 2007El misil balístico intercontinental RS-24 ha superado sus primeros 6.500 km de vuelo con éxito, daba a conocer el Ministerio de Defensa en Moscú. RS-24 es un arma de alta precisión que viene a sustituir a los caducados RS-18 y RS-20, y a otorgar absoluta seguridad a los rusos. "Nuestros vecinos en el sur y el oeste se están equipando con misiles de corto y medio alcance, lo que para nosotros representa una verdadera amenaza", dice el segundo en el Gobierno de Vladímir Putin, Serguéi Ivanov. Sin precisar a qué vecinos se refiere.
Podríamos estar hablando de China, de Irán o de Siria. Pero también de Polonia o la República Checa. La relación con el escudo antimisiles que Estados Unidos planea estacionar en estos dos países del área ex soviética, y al que Moscú se opone frontalmente, es fácil de trazar. Putin lo sabe, y lo utiliza. La política exterior del presidente ruso juega con material altamente explosivo.
Armamento sobre suelo europeo
El anuncio del lanzamiento del nuevo misil ruso ha cogido por sorpresa a los expertos militares. RS-24 ha sido fabricado en secreto, aseguran. Y sin embargo, el mismo Vladímir Putin anunció hace dos años en su discurso sobre el estado de la nación que pondría a trabajar a sus expertos en la construcción de una serie de misiles más modernos.
Hace dos años, el escudo antimisiles estadounidense aún no había saltado a las páginas de los periódicos para indignar a la clase política rusa ni se temía por una espiral armamentística en Europa. Pero Putin no tiene inconveniente en seguir hoy la corriente a quienes hacen depender lo uno de lo otro, y culpa a Washington de instigar la carrera militar.
"Creemos que es negativo y peligroso convertir a Europa en un polvorín y equiparla con nuevos tipos de armas", declaró el presidente ruso. No sería la primera vez que algo así sucediera en el Viejo Continente. A finales de la década de 1970, cuando el mundo occidental conocía a los RS rusos como misiles SS, la proliferación de estas armas llevó al entonces canciller alemán, Helmut Schmidt, a pedir apoyo a Estados Unidos. La "crisis de los euromisiles" se saldó dejando a Europa plagada de Pershing y Cruise estadounidenses, que debían servir de contraofensiva a los SS, los RS, rusos.
Divide y vencerás
La "crisis de los euromisiles" finalizó en 1987, cuando Ronald Reagan y Michail Gorbachov se comprometieron a destruir todos los misiles que, con una distancia de alcance entre los 500 y los 5.500 km, almacenaran sus arsenales. "Vestigios de la Guerra Fría", dijo Ivanov sobre este acuerdo en la Conferencia de Seguridad de Múnich, en febrero de 2007. Si no hubieran pasado casi 20 años desde la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviéitca, estaríamos ante una nueva fase de la repetida tensión transatlántica.
Con el ambiente diplomático contaminado va a tener que versélas la canciller, Angela Merkel, como anfitriona de la próxima Cumbre del G-8. Al contrario que su predecesor, el canciller Gerhard Schröder, Merkel no es la mejor amiga de Putin y se lo hace notar cuando, dentro de lo políticamente correcto, critica el duro proceder del Gobierno ruso o escucha a los grupos de la oposición al Kremlin. Las relaciones entre la canciller y el Gobierno de Bush son buenas, aunque Merkel se cuida de que sus simpatías por Estados Unidos no estén cargadas de excesiva euforia para no herir los sentimientos anti-Bush de sus ciudadanos y sus socios de Gobierno, los socialdemócratas.
En el periódico International Herald Tribune, el jefe del Partido Socialdemócrata Alemán, Kurt Beck, se ha manifestado en contra del escudo antimisiles en Polonia y la República Checa y ha criticado la política estadounidense hacia Europa. La misma opinión sostiene José Sócrates, primer ministro de Portugal, a quien le corresponde tomar el relevo de Merkel al frente de la presidencia rotativa de la Unión Europea. Ambos ponen a Merkel en una situación delicada si quiere presionar a Putin durante las reuniones del G-8.