La protección del medio ambiente puede contribuir a la reconciliación
25 de octubre de 2011A primera vista, Bosnia-Herzegovina ofrece una imagen absolutamente idílica. Un murmullo de ríos de color azul turquesa recorre sus paisajes, mientras una ligera brisa se enreda en el verde de sus bosques. El país brinda, tanto a turistas como a nativos, todo lo que unas relajantes vacaciones en la naturaleza pueden ofrecer. Pero una mirada más detenida nos muestra una imagen totalmente diferente. Junto a las coloridas fachadas y a las calles asfaltadas, los restos de casas destruidas por las bombas constituyen un vestigio de la guerra civil que asoló al país entre 1992 y 1995. Recuerdan el conflicto que se cobró la vida de 100.000 personas y que dividió profundamente a la sociedad bosnia. Para muchos de sus habitantes, la guerra aún no ha terminado.
También la economía sufre las consecuencias de todo ello. La división de la población se traslada a la política, impidiendo explotar a fondo el potencial económico del país. Potencial como, por ejemplo, el que esconde la energía hidráulica. Hay que tener en cuenta que el agua de los ríos supone una fuente perfecta de energía regenerativa que Bosnia-Herzegovina viene aprovechando tradicionalmente. Según datos de la Fundación Konrad Adenauer (KAS, por las siglas en alemán), la mitad de la electricidad que se consume en el país se obtiene a partir de la energía hidráulica. Su explotación, sin embargo, no está motivada por una cuestión de sensibilidad por el medio ambiente. Apenas un par de organizaciones no gubernamentales y de científicos se interesan en Bosnia-Herzegovina por las cuestiones medioambientales, según la KAS. "Hay leyes en materia de medio ambiente, pero no se aplican", explica Alma Sukic, representante de la Fundación Heinrich Böll en la capital bosnia, Sarajevo. La fundación trabaja de forma activa en la protección del medio ambiente en Bosnia-Herzegovina e impulsa tanto la transmisión de conocimientos como el debate sobre las energías renovables. Con escaso éxito. Pero, ¿por qué?
El país está paralizado
"La protección del clima no juega ningún papel destacado en Bosnia-Herzegovina, dado que el país padece problemas mucho más básicos", explica Sabina Wölkner, directora de la oficina de la KAS en Sarajevo. Para muchas personas, la prioridad ahora consiste, simplemente, en rehacer sus vidas. Además, el país se encuentra dividido. Pese a que las elecciones se celebraron el 3 de octubre del año pasado, los partidos políticos aún no han logrado formar un nuevo gobierno. "Toda una muestra del estancamiento en el que se halla el país", explica Wölkner. Según su opinión, la falta de acuerdo sobre el reparto de las carteras ministeriales es la que provoca la parálisis en la formación del nuevo ejecutivo.
No se trata solamente de decidir quién recibe cada ministerio, sino también de acordar el orden político básico del país. "La cuestión fundamental pasa, en este momento, por determinar cómo debe organizarse el Estado", explica Thorsten Gromez, experto en Bosnia de la Fundación para la Investigación sobre Paz y Conflictos de la región alemana de Hesse. El Estado, la sociedad, los pensamientos de la gente: cuestiones sobre las que prima, por encima de todo, el grupo étnico al que pertenece cada cual. Si se es bosnio, serbio o croata. "Bosnia-Herzegovina es una Yugoslavia a pequeña escala", explica el investigador. Existe un amplio abanico de partidos, dado que cada grupo étnico cuenta con representación en el espectro político. Los partidos tienen como prioridad, sobre todo, los intereses de sus votantes, no los del conjunto del país. Sus opiniones son tan divergentes que acaban por bloquearse recíprocamente.
El desarrollo económico constituye otro gran capítulo pendiente. El país afronta una elevada tasa de paro, que oficialmente ronda el 27%, aunque hay quien la sitúa en el 40%. La inestabilidad política y el complicado sistema de gobierno disuaden a los potenciales inversores. "Actualmente, los inversores están abandonando el país", afirma Wölkner.
Las energías renovables pueden ser de ayuda
En primer lugar, pues, el interés debe surgir desde la misma Bosnia-Herzegovina. En ese sentido, las energías alternativas pueden constituir una oportunidad. La energía hidráulica es un importante bien de exportación del país. Las centrales de Rama y Trebinje, destruidas durante la guerra civil, están siendo reconstruidas. Además, Mesihovina acogerá el primer parque eólica del país a partir de 2012. Los proyectos cuentan con la financiación del Instituto de Crédito para la Reconstrucción (KfW, por las siglas en alemán).
Los proyectos contribuyen a proteger el clima y crear puestos de trabajo. Y, quizás, incluso, a algo más: "el desarrollo económico podría atenuar las tensiones étnicas en el seno del país", explica Wölkner. Según el especialista en Bosnia-Herzegovina, Thorsten Gromez, lo que se requiere es una gran transformación que conduzca a eliminar los prejuicios sobre los otros grupos étnicos. "Hay que cambiar la forma de pensar de las personas", concluye Gromez, sin especificar cómo se puede conseguir ese cambio de mentalidad. A buen seguro, el progreso económico podría suponer un primer paso.
Autor: Michaela Führer
Redacción: Emili Vinagre