La revolución verde llega a la moda
30 de marzo de 2009La mayoría de la ropa que la gente compra necesita toneladas de pesticidas para ser producida, incluso cuando la etiqueta asegura contener un 100 por ciento de fibras naturales. Estos pesticidas, además de dañar la naturaleza, pueden provocar daños al ser humano al entrar en contacto con la piel. Uno de los componentes mas utilizados en la industria textil, el poliéster, que se usa tanto en ropa de cama como en numerosas prendas de vestir, es particularmente dañino pues contiene químicos conocidos como ftalatos o ésteres de ftalato, a los que se les atribuye ser causante de alergias en niños y se les asocia con el desarrollo de distintos tipos de cáncer.
Por esta razón la ropa ecológica para bebé fue la primera en poner pie en el mercado hace unos diez años. Entonces la oferta de prendas ecológicas era limitada en colores e incluso en materiales, sin embargo ahora el sector se ha expandido y hoy en día ofrece no sólo ropa original y de ambiciosos diseños sino que ha ampliado su paleta de materiales incluyendo el algodón y hasta la lana ecológica.
Criterios de responsabilidad ambiental
Se estima que en Alemania existen entre tanto unas 450 marcas que producen según los criterios de responsabilidad social ambiental. “Se trata de un pequeño y refinado grupo de pioneros que hacen la competencia a los grandes consorcios, y con gran éxito”, afirma Kirsten Brodde, en conversación con DW-WORLD. Brodde acaba de publicar un libro titulado “Saubere Sachen” (Cosas limpias), en el que da consejos al lector para ayudarlo a subirse a la revolución verde y transformar su armario sin tener que pedir un crédito.
La ex - periodista de Greenpeace, afirma que durante años tuvo que investigar sobre los pecados de la industria textil, sobre cómo explota a millones de personas, cómo les paga sueldos de hambre y contrata a niños en sus fábricas. “Me tocaba dibujar el apocalipsis pero no podía hacer una recomendación a la gente sobre cómo hacer las cosas de otra manera, dónde comprar productos fabricados con menos veneno y de manera más justa, sin explotación ni trabajo infantil y resultado de un comercio justo", señala.
Cuando empezó a surgir la tendencia ecológica en la moda la autora de Hamburgo se dio cuenta de que sabía tanto sobre el tema y ya tenía algo positivo que contar, así que decidió escribir un libro en el que desmiente los clichés que abundan sobre la moda ecológica, que es muy cara, muy aburrida, etc. “Entre tanto las grandes cadenas de descuento ya ofrecen productos ecológicos básicos del guardarropa, y a precios accesibles, pero si se quiere algo de diseño y totalmente excento de pesticidas entonces sí hay que pagar unos euros más pero aún así esos productos no son más caros que la ropa de marca”, afirma Brodde.
Las empresas, tan herméticas como el Kremlin
La autora lamenta que todavía no exista una responsabilidad social en las empresas, la mayoría se niega a dar información sobre los procesos de producción. “Precisamente cuando los grandes consorcios esconden información, despiertan la desconfianza del consumidor”, afirma y dibuja como será en el futuro la industria textil: “yo espero que el fabricante me diga exactamente cómo y donde produce la ropa que quiere venderme, debería haber una descripción tan detallada como la que la industria de alimentos y cosméticos está obligada a publicar en sus etiquetas”, afirma.
En Europa se estima que por cabeza se consumen unos 30 kilos de ropa al año. “El cambio de estaciones y el lanzamiento de entre seis a siete colecciones cada año promueven un constante consumo”, afirma. La autora exige un cambio de mentalidad. “Comprar menos y de manera más consciente; cosas que duren más, que no tengan tantos adornos pero sí calidad, que no se rompan a la primera lavada”. Finalmente la autora recomienda reciclar, llevar la ropa a una tienda de segunda mano, regalarla a alguien que realmente la use, o intercambiar ropa con los amigos. “Lo barato cuesta caro”, señala la autora. La ropa barata, que acaba pronto en el basurero abulta el volumen de desperdicios que producimos y en eso también hay que pensar, en reducir nuestra producción de basura.
En Alemania las marcas ecológicas se acabarán imponiendo. Eso se desprende de una reciente encuesta. Un 80 por ciento de los consumidores está dispuesto a pagar un promedio de 16 por ciento más, pese a la crisis financiera, si tiene la certeza de que la prenda en cuestión no fue fabricada con trabajo infantil, ni se explotó a quienes participaron en su producción. Un 40 por ciento de los interrogados afirmó no comprar ciertas marcas por consideraciones “morales”. El consumidor europeo quiere verse bien, pero también quiere tener la conciencia tranquila y la certeza de que la ropa que lleva fue producida y vendida de manera justa y ética.
Autora: Eva Usi
Editor: José Ospina Valencia