Las contradicciones del conflicto de Oriente Medio
16 de noviembre de 2019Nuevos conflictos y guerras en Oriente Medio han dejado en segundo plano el conflicto entre Israel y los palestinos. Sin embargo, esta semana, dos acontecimientos nos recordaron que el problema, que se remonta a decenios atrás, sigue ardiendo.
El mismo día en que Israel mató por primera vez a un líder militar de la Yihad Islámica en Gaza y ésta luego disparó cohetes contra Israel, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) publicó su sentencia sobre el etiquetado de las mercancías exportadas a la UE desde los territorios ocupados por Israel.
Gaza, un caldo de cultivo de terror
Los dos acontecimientos ponen en el relieve dos factores que revelan por qué el conflicto sigue sin resolverse: las condiciones en Gaza, que se ha convertido en un caldo de cultivo para el terror, y los 600.000 pobladores judíos que se han asentado en un territorio al que la Autoridad Palestina tiene derecho en virtud del derecho internacional.
Con el asesinato selectivo de Baha Abu al-Ata, que aparentemente desempeñó un papel decisivo en la planificación de los ataques terroristas contra Israel, el Gobierno israelí ha demostrado la precisión de la que son capaces sus servicios secretos y sus fuerzas armadas. Al hacerlo, Israel puede estar seguro de un amplio apoyo internacional. Después de todo, ningún estado se queda mirando sin hacer nada frente al terror contra su pueblo.
El terror de Gaza no podrá ser derrotado únicamente por medios militares. Debido a que la Franja de Gaza está en gran medida aislada del entorno, el 80 por ciento de sus 2 millones de habitantes dependen de la ayuda internacional. En pocas partes del mundo, el desempleo, especialmente entre los jóvenes, es mayor que en Gaza. Además, esta es una de las regiones más densamente pobladas del orbe. Por lo tanto, el negocio del terror seguirá floreciendo en la Franja de Gaza sin una mejora notable de las condiciones de vida.
La postura del TJUE
La sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre la obligación de etiquetar los productos procedentes de los territorios ocupados sólo se refiere superficialmente a la protección de los consumidores, que los jueces luxemburgueses se esfuerzan por conseguir. Más bien, apoyan principalmente la política exterior de la UE, que rechaza los asentamientos israelíes como una violación del derecho internacional y como un obstáculo para una solución de dos Estados.
El fallo no es un boicot, como argumentan algunos críticos. Después de todo, los vinos de los territorios ocupados pueden seguir siendo enviados a la UE, solo que con un etiquetado especial. Sin embargo, el fallo tampoco es un medio de ejercer presión sobre Israel, porque el volumen de las exportaciones de los asentamientos en cuestión es demasiado bajo para ello. Lo que probablemente sea más importante para los europeos es que, con un juicio como éste, pueden volver a darse palmaditas en la espalda y decirse a sí mismos lo moralmente grandes que son. Pero la verdad es una sola: no tienen influencia en la política israelí y no cambiarán la política de asentamientos de Israel. (ct/dzc)
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