'Las herederas', ovacionada en la Berlinale

La película retrata la vida cotidiana de Chela (Ana Brun) y Chiquita (Margarita Irún), una pareja de mujeres que pasan los 60 años, que viven en un acaudalado suburbio en Asunción. Se ven obligadas a vender sus  herencias familiares, muebles, cuadros y utilería para llegar a fin de mes. Intentan ocultar ante sus vecinos y amigos la precaria situación en la que se encuentran, hasta que Chiquita es demandada por un banco y es encarcelada por fraude. Chela se queda sola y entre las visitas a Chiquita en la cárcel, descubre con su viejo automóvil Mercedes una manera de hacerse con ingresos. Sus vecinas le piden que las lleve a sus reuniones de pócker, y le pagan por ello. Una actividad no excenta de riesgos, como se ve cuando está a punto de tener un accidente. "No pasó nada", dice su octogenaria pasajera, mientras se arregla la cadena de oro en el cuello.

Así descubre la protagonista un mundo desconocido para ella, y encuentra nuevas amistades, como la de Angy (Ana Ivanova), con la que se ve confrontada su sexualidad y la posibilidad de liberarse de sus propias ataduras. Ana Brun, en el papel de Chela, es una abogada en la vida real que nunca había actuado en una película. Ante los periodistas rompió a llorar al recordar que ha vivido su propia vida en su personaje. En la pantalla grande Ana Brun representa una mujer frágil de alto abolengo, que parece sentirse amenazada por su entorno. 

Marcelo Martinessi retrata en su ópera prima una sociedad conservadora en donde los hombres juegan un papel secundario.  "En toda la historia de Paraguay figuran grandes señores que dirigieron el país, pero son las mujeres las que tejen las fibras de la sociedad", dijo Martinessi en la conferencia de prensa tras la exhibición de la película. El realizador reveló en conversación con DW los detalles de la llegada de su película a la Berlinale, que aspira a los máximos galardones del festival. 

DW: ¿Por qué le interesó este tema?

Marcelo Martinessi: Siempre sentí que para retratar a Paraguay era importante el tiempo y qué mejor manera de hacerlo que a través de la vida de estas dos mujeres, en cuya relación alguna vez hubo pasión, pero que el tiempo ha diluido. Quería contar el paso del tiempo en sus rostros, en el empapelado de la casa, en los muebles. Paraguay es un país marcado por el pasado y por eso la historia está revestida de diálogos y recuerdos de mi infancia.

'Las herederas' es una coproducción de Paraguay, Uruguay, Brasil, Alemania, Noruega y Francia, pero es la primera vez que llega el trabajo de un director paraguayo a la sección de competencia de la Berlinale. ¿Cómo ha sido recibida su película en el festival?

Siempre he sentido una conexión muy linda con la Berlinale. Aquí vine con mi primer cortometraje en 2009, seleccionado en Berlinale Shorts. Volví en 2012 con una historia de niños que viven en las calles de Asunción, 'Calle última', seleccionada en Generation. Después me invitaron a tomar parte en Talents, y ahí elaboré bastante la idea que hay en 'La voz perdida'. Tengo una historia de mucho cariño y mucho tiempo con la Berlinale, es mi quinta participación aquí y me siento muy cómodo en el festival. El recibimiento me preocupaba un poco, es una película muy íntima y muy pequeña, y la sección de competencia es muy visible, está al lado de grandes producciones. Es apabullante, pero creo que el encanto que tienen las actrices y la manera de contar la historia hace que la película viaje y creo que está siendo muy bien recibida y aceptada en Berlín en general y eso nos hace sentirnos muy contentos.

La llegada del presidente Fernando Lugo a Paraguay abrió la esperanza en su país por una mayor equidad social. El golpe de Estado contra él es algo que usted vivió personalmente siendo director de la televisión pública. ¿Cómo ha sido su experiencia desde entonces?

En 2008, cuando ganó el proyecto de Fernando Lugo, vimos la posibilidad de tener servicios de salud gratuitos, de disputar algunas luchas genuinas que eran impensables en Paraguay. Yo me enamoré de la idea de ser paraguayo. Tener una televisión pública fue un hito en Paraguay, en donde yo trabajaba tratando de visibilizar minorías. Hoy ahí se transmiten remates de ganado y partidos de tenis en clubes privados. Ese golpe de Estado fue un corte brutal respecto a lo que queríamos construir como paraguayos. A mi me generó una crisis personal muy grande, pero de esas crisis salen los procesos creativos. Paraguay es un país que vivió una oscuridad cinematográfica demasiado tiempo. Es un país cuya clase dominante intenta mantener sus prerrogativas. Me impresiona que muchos paraguayos no quieran viajar porque no tendrían quien que les lleve la maleta o servicio doméstico. Es una élite acostumbrada a la comodidad y a la arrogancia. Yo creo que mi generación ya no va a cambiar eso, pero me parece importante que por lo menos lo cuestione.

¿Es eso lo que retrata usted en su película, una aristocracia decadente, algo común en América Latina?

Tras el golpe de Estado me fui a vivir a Brasil. Me ofrecieron un trabajo y para mí fue muy bueno salir de Paraguay después de todo lo que pasó. Ahora vemos la historia reciente de Brasil. Son los mismos grupos, es gente que quiere volver atrás. Fue muy lindo que Brasil arropara el proyecto como película propia y acompañando a Uruguay, que en este momento está pasando por procesos de identidad política sin llegar al extremo en el que está Brasil con Temer o Argentina con Macri. Pero todas son sociedades que tienen élites que quieren preservar sus privilegios a cualquier precio y eso duele muchísimo.

¿Cuál es la situación de Paraguay de cara a las próximas elecciones del 22 de abril? 

Tenemos dos candidatos, uno del partido liberal (Efraín Alegre) postulado por la  oposición, y el candidato del oficialismo, Mario Abdo Benítez, cuyo padre fue secretario privado del dictador Alfredo Stroessner. Es una oferta electoral muy pobre y no creo en ninguno de estos modelos. Existen otros espacios de poder, como el Parlamento, en donde podría apoyar lo que se pueda hacer. Sin embargo hay ganancias en la política, como Leo Rubin, candidato a la vicepresidencia por Gran Alianza Nacional Renovada, en combinación con Efraín Alegre. Es un periodista con una mirada muy amplia en materia de medioambiente, sexualidad o arte. Que llegue a la política ese tipo de gente nos va a hacer mucho bien. Pero necesitamos un cambio. Ojalá el cine tenga un poder destructor para transformar la manera de ver la realidad.

¿Cómo espera usted que sea recibida su película en Paraguay?

Es la gran interrogante. Es hermoso lo que está pasando en Berlín y está teniendo eco en Paraguay.  Margarita Irún tiene una larga carrera en Paraguay, Ana Brun hizo teatro y nunca había hecho cine, pero está siendo muy bien recibida aquí y Ana Ivanova tiene una carrera muy consolidada. Con Sebastián Peña, que es el productor de la película, nos preguntamos mucho como va a ser recibida en Paraguay. Es una película con ritmos y una mirada más europea, pero que está profundamente arraigada en lo que es el país.
 

Autora: Eva Usi (LGC)

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