Las lecciones de Afganistán e Irak
4 de diciembre de 2015Los escenarios del 11 de septiembre de 2001 y el 13 de noviembre de 2015 se asemejan: extremistas islámicos perpetran en un Estado occidental los peores atentados terroristas de la historia del país. Tras el shock y la consternación viene la ira. Y se declara la guerra al terrorismo. Pero después de los ataques contra las Torres Gemelas de Nueva York, después de las guerras libradas en Afganistán e Irak y del surgimiento del autodenominado “Estado Islámico” (EI), el balance de esa guerra antiterrorista es bastante negativo.
Vacío de poder
“Los responsables políticos a todas luces no están dispuestos a aprender de los errores cometidos en el pasado”, critica Michael Lüders, especialista en el Medio Oriente. Alude a las intervenciones en Afganistán e Irak, indicando que no fomentaron la estabilidad, sino la descomposición del Estado.
Así lo ve también el experto en Medio Oriente Jochen Hippler, de la Universidad de Duisburgo. “Por ejemplo, Irak pasó de una brutal dictadura a convertirse en una incubadora mundial del terrorismo”, indica. El vacío de poder surgido en Irak y Siria es aprovechado por la milicia terrorista del EI, que también se expande en Libia.
Éxitos efímeros
Las intervenciones occidentales fueron en el primer momento exitosas en el plano militar. “En general cumplieron rápidamente sus objetivos militares directos: el derrocamiento del régimen talibán en Afganistán, el de Saddam Hussein en Irak, y el de Muamar al Gaddafi en Libia”, hace notar Hippler. Pero los aparentemente buenos resultados se revirtieron pronto.
Tras los atentados de París, Francia redobló sus ataques aéreos contra posiciones de los yihadistas en Siria e Irak. El presidente Francois Hollande quiere derrotar al EI militarmente y promueve una coalición internacional contra la milicia extremista.
En Londres, la Cámara de los Comunes aprobó por amplia mayoría la participación británica en los ataques aéreos en Siria. Y también Alemania quiere hacer su aporte. El Gobierno resolvió el envío de aviones de reconocimiento a Siria.
La trampa yihadista
Lüders previene de una operación con tropas de infantería. “Eso no daría resultado, porque el EI tiene una clara estrategia: envolver a los países occidentales en combates terrestres que no pueden ganar”, explica el experto, subrayando que nunca un ejército regular ha conseguido derrotar a una guerrilla.
“Aunque es evidente la estrategia del EI, los líderes occidentales caen en la trampa”, dice Lüders. A su juicio, en el mejor de los casos se podría tratar de evitar que esa milicia terrorista siga expandiendo su área de influencia, “y ese objetivo ya lo han logrado en medida considerable los ataques aéreos”.
La opción diplomática
Jochen Hippler estima que Occidente tiene opciones muy limitadas en Siria: “Se podría incrementar la ayuda humanitaria” o desplegar iniciativas diplomáticas para no echar más carbón al fuego.
Por lo menos se vislumbra un cronograma para la búsqueda de una solución política al conflicto. A medidos de noviembre, 17 países acordaron propiciar la negociación de un alto el fuego entre Damasco y los rebeldes moderados. Se espera instalar en Siria un gobierno de transición, con representantes del régimen y la oposición, bajo el alero de la ONU, hasta mediados del año entrante. 18 meses después habrían de celebrarse elecciones, en las que también podrían participar los refugiados sirios. Ese sería un paso importante en la lucha contra el EI.