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"Las megaconferencias no salvarán el clima"

Irene Quaile10 de diciembre de 2012

La Conferencia de Doha no logró ningún avance ni cumplió con las expectativas. En Doha hubo mucho ruido y pocas nueces, opina la corresponsal de Deutsche Welle Irene Quaile, especializada en temas ambientales.

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Gráfica del calentamiento global.
Gráfica del calentamiento global.Imagen: picture-alliance/dpa

Cada año sucede lo mismo: unas 20 mil personas vuelan a través del mundo para dedicarse a hablar y negociar, mientras los países que ya sufren el cambio climático piden hechos concretos.

Los países industrializados persiguen sus propios intereses. Los más contaminadores bloquean todo progreso.

Si ni China ni Estados Unidos -los mayores emisores de CO2- no aceptan reducir la contaminación que producen, de nada sirven dos semanas de trasnoche en Doha. Si la Unión Europea no logra que Polonia, uno de sus miembros, se comprometa a reducir las emisiones en un 30%, la UE no puede asumir ningún papel pionero.

La prórroga del Acuerdo de Kyoto hasta 2020 no puede ser vista como un éxito porque los países signatarios son los responsables de apenas el 15% de las emisiones. ¿Puede ser ésto la base de un acuerdo mundial?

Para lograr la meta de evitar el aumento global de las temperaturas más allá de los dos grados, las emisiones hasta 2050 tendrían que reducirse hasta en un 90 por ciento. Peor aún, el Banco Mundial advierte que las temperaturas registrarán un aumento de 4°C. Además, a partir de 2020, los países ya afectados tendrán que destinar 100 mil millones de dólares para implementar medidas contra el calentamiento.

Las medidas que salvarán el clima no se toman en megaeventos sino en los parlamentos y gobiernos nacionales, justamente allí donde los intereses políticos impiden medidas a largo plazo. La protección del clima tiene que discutirse en foros como el G8 y el G20, ya que no habrá bienestar sin protección del clima.

Los países en desarrollo se apegan a las negociaciones sobre el clima en la ONU porque no tiene ni voz ni voto en otra parte. Pero de nada sirven los compromisos que no se cumplen.

La protección del clima tiene que volverse parte de la política cotidiana: el abandono de los combustibles fósiles, el mayor y más pronto uso de fuentes renovables de energía, así como el pago de multas por la producción de gases contaminantes. Los países en desarrollo deben además, recibir apoyo financiero para aliviar el impacto de la contaminación generada por los países industrializados.

Las megaconferencias no salvarán el clima. Estos eventos generan o falsas expectativas o resignación. Ahora le toca actuar a los políticos y economistas, pero también a los consumidores y electores.

Autora: Irene Quaile

Editora: Cristina Papaleo