Las realidades de México en un mural
23 de julio de 2016En el marco del Año Dual Alemania-México, la Embajada alemana financió un taller de murales para niños y jóvenes en un barrio marginal de la Ciudad de México. En el proyecto participaron alrededor de 35 niños de edades comprendidas entre 8 y 17 años. Aunque la mayoría de ellos viven y estudian en la colonia Carmen Serdán, en el taller también tomó parte un grupo de alumnos del Colegio Alemán Alexander von Humboldt de la capital. Los educadores del centro Prosigue “Programa Niños de la Calle” recibieron el apoyo de la sección de Cultura de la embajada de Alemania en México, mientras que de la organización del taller se ocuparon dos artistas plásticos mexicanos.
La colonia Carmen Serdán, en la delegación Coyoacán, es un barrio marginal de la Ciudad de México conocido por el tráfico de drogas, habitual en sus calles. El centro de prevención Prosigue surgió hace veinte años por culpa del fenómeno de los niños de la calle. Miles de jóvenes comenzaron a abandonar sus hogares por culpa de la violencia y la inestabilidad familiar y el narcotráfico.
“En Prosigue nos dedicamos a promover su reinserción social y en este centro en particular trabajamos, sobre todo, la prevención”, explica Francisco Peña Orozco, director de la Asociación Civil Prosigue, “Programa Niños de la Calle A.C.”. Los chicos vienen aquí enviados por sus maestros de escuelas públicas porque enfrentan una serie de riesgos psicosociales, familiares e individuales que los exponen no sólo a la vida en las calles, sino también a la adicción a las drogas, la violencia y actividades delictivas.
“Intentamos que se integren a un dispositivo de trabajo que apoya su educación y el desarrollo de esquemas culturales y de vida saludable”, dice Orozco. El director explica que el objetivo del proyecto es que los niños del Colegio Alemán interactúen con estas comunidades vulnerables para que ambos grupos se enriquezcan y tengan otra perspectiva de lo que pasa en el mundo. Y añade: “La oportunidad de convivir y trabajar en otros contextos o desarrollar el arte urbano les permite socializarse y comprender la realidad de una comunidad como esta, con tanta violencia y marginalidad”.
Niños no entienden de estratos sociales
Diego Decont colabora con Libre Gutiérrez desde hace cuatro años. El primero nació y ha vivido toda su vida en México, D.F. Libre Gutiérrez, sin embargo, viene de Tijuana. Tras haber expuesto en numerosas galerías y museos en su ciudad natal y en todo el país, Gutiérrez viajó a Alemania y empezó a colaborar con una galería de Fráncfort. “Creo que la alemana y la mexicana son dos culturas y sociedades que se pueden aportar mucho mutuamente”.
Le interesan especialmente las cuestiones sociales, sobre todo el abismo entre el mundo industrializado y los países en desarrollo y la desigualdad de la sociedad mexicana. “Sólo el puro hecho de traer una actividad artística a una colonia de este tipo siempre es algo que nos beneficia”, dice Libre Gutiérrez. “México tiene mucha trayectoria en el muralismo y los niños tienen que poder acercarse a ello. Tratamos de ofrecerles otro estilo de vida. Tienen que saber que hay otras realidades fuera de esta colonia”.
Decont, por su parte, califica el proyecto de “experimento antropológico interesante”. El artista asegura que “ha sido un buen experimento social por el contraste entre barrios y clases sociales”. Aunque lleva 15 años impartiendo talleres para niños, es el quinto que hace en una colonia marginal de este tipo.
“Un proyecto como éste ayuda a ubicar el lugar en el mapa, le da color y un componente visual al centro. Aunque a los niños no les importan los estratos sociales, estas circunstancias son totalmente ajenas para los alemanes. No conocen este México”, explica Decont.
“El arte puede ser un oficio”
Desde la embajada alemana en México creen que este tipo de actividades artísticas ayudan a ampliar la perspectiva de los participantes, al mismo tiempo que ayudan a eliminar prejuicios y sensibilizan sobre las necesidades y la realidad de los más desfavorecidos. Este taller, financiado por el fondo cultural Kleiner Kulturfonds de la embajada, puede ser “una herramienta súper importante para comunicar y compartir”, dice Gutiérrez. “Además es una buena oportunidad para los más jóvenes. El muralismo, por ejemplo, sirve para que se den cuenta de que el arte puede ser un oficio, que además del grafiti existe un futuro como artistas plásticos”.
Decont explica el resultado final, obtenido tras una intensa semana de trabajo en la que “lo más difícil ha sido coordinar el trabajo de tantos niños durante tanto tiempo”, reconoce riendo. “El mural simboliza varias cosas y sirve para ver la sociedad mexicana a través de los ojos de los niños. La potencia del color es la base del mural. Después están las manos, que simbolizan el agradecimiento de los niños. Éstas se van abriendo como un abanico para terminar en un abrazo. Las palomas volando representan la libertad. Son libres para hacer lo que quieran en su vida”.