Legitimidad a prueba en Irán
17 de junio de 2005Después de ocho años de gobierno del reformista Mohammed Jatami, los iraníes están convocados hoy a las urnas para elegir un nuevo presidente. De ocho candidatos a la presidencia, dos destacan por sus mayores posibilidades en las intenciones de voto. La tercera mayor opción -y la que más preocupa al gobierno de Teherán- es la abstención, pues bajo la presión externa e interna en que se encuentra el país, el índice de asistencia a las urnas se ha convertido en una prueba de la legitimidad del régimen.
Lo más seguro es que ninguno de los candidatos gane el 50% necesario y que haya una segunda vuelta. Con mayor razón, la energía de los desencantados y de los opositores al régimen teocrático se ha invertido en la campaña por la abstención. "Votar es un deber religioso", declara el líder supremo Ali Jamenei, añadiendo: "Participar es defender la República Islámica contra las agresiones de sus enemigos". Claro queda que en la lista de estos últimos, el primero es Estados Unidos, que con su presencia en Irak y Afganistán se ha convertido en un peligroso vecino, y con ello en uno de los temas principales de la campaña electoral. La capacidad de "normalizar" las relaciones internacionales es una de las varas con las que se miden los candidatos.
Estados Unidos vs. Europa
Una elevada asistencia a las urnas pondría a Irán bajo mejor luz en sus frágiles relaciones con Europa y a sus negociaciones sobre su programa atómico con fines, supuestamente, civiles. Para Estados Unidos, las elecciones no son más que una farsa, puesto que el sistema teocrático que sustenta la República Islámica "ignora los requisitos básicos de la democracia", sobre todo a la manera que la entiende el presidente Bush. Para el líder estadounidense el fin que persigue Irán es uno solo: desarrollar armas nucleares. Y amenaza con someter el caso al Consejo de Seguridad de la ONU. Por su parte, Europa -encabezada por Reino Unido Francia y Alemania- opta por un tono más conciliatorio y por seguir negociando, también con el nuevo gobierno, reformista o no.
Reformistas vs. conservadores
El candidato más decididamente reformista es Mustafa Moin. De 54 años, popular en los medios universitarios, es el candidato preferido por jóvenes y mujeres. Su candidatura ha recibido el apoyo de varios movimientos ilegalizados liberales -lo que le ha costado severas críticas de los conservadores- y de otras minorías, como los kurdos y los suníes. Es considerado por sus rivales conservadores como demasiado pro occidental, demasiado laico y demasiado poco atento con los principios religiosos islámicos. Es uno de los pocos profesores universitarios iraníes que tiene una cátedra en la Unesco y sigue siendo profesor en la universidad de Teherán.
El favorito está claro: uno de los hombres más ricos y poderosos del país, Akbar Haschemi Rafsanyani, presidente de 1989 a 1997. Tras estudiar teología en la ciudad de Qom, centro espiritual del chiísmo iraní, se implicó en las luchas anti-monárquicas en la época del Sha, lo que le costó una época en prisión. Tras la Revolución Islámica de 1979 ocupó el ministerio del Interior, más tarde fue presidente del Parlamento Islámico, sub comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, y finalmente presidente de la República en dos ocasiones. Logró en esa época importantes reformas económicas, lideró la reconstrucción del país y logró devolver a Irán a la escena internacional. Considerado entonces reformista derivó hacia el conservadurismo en la era de Jatami y se alió con el Líder Supremo, Ali Jamenei. Este hombre de 71 años, imán de la mezquita de Teherán, se presenta ahora como el pragmático moderado, una tercera vía entre los reformistas y conservadores.
La cuestión es otra
Pero, así analistas, ni Moin -que tiene pocas probabilidades de ganar- ni Rafsanyani tendrán poder en contra del Consejo de Guardianes de la Revolución. Si bien se ponen al haber del período de Jatami el haber suavizado las estrictas leyes de comportamiento, sobre todo del femenino, poco ha podido reformar de verdad. Con un 60% de la población menor de 26 años sería la ilusión de un verdadero cambio en el paralizado país lo que llevaría a los jóvenes a las urnas. Y a todas luces ése no es el caso. Sin embargo, muchos ven en el pragmatismo de Rafsanyani la posiblidad de aunar fuerzas y de volver a poner a Irán en movimiento, también a nivel internacional.