Lieber Alexander: La minería sigue desolando Hualgayoc
5 de febrero de 2019Hualgayoc, 14 de diciembre de 2018
Lieber Alexander:
Me he quedado con un sabor amargo después de haber visitado Hualgayoc.
Es un pequeño pueblo muy pintoresco, con pequeñas casas de adobe construidas entre las faldas de las montañas que colindan unas con otras. Pero al mismo tiempo, estas montañas son las culpables de la trágica historia y también del presente de esta ciudad. Una tragedia ambiental y humana.
La historia dice que Hualgayoc fue fundada en el siglo XVIII por los colonizadores, mucho antes de que tú llegaras acá. La única razón por la que se fundó fue la riqueza que albergan los cerros, uno de los cuales le dio el nombre a la ciudad: Hualgayoc.
La plaza principal, así como sus pequeños monumentos recuerdan y simbolizan la razón por la que se creó este pueblo: la minería. En la entrada del pueblo se alza un gran arco azul decorado con un minero a cada lado y unas letras doradas que dicen: ‘Homenaje a la Fundación de Hualgayoc, 31 de agosto de 1771’.
Como conocedor de la mineralogía, sabes muy bien que la riqueza de metales puede llegar a ser esencial para una economía. Así lo es actualmente en Perú, donde la minería representa casi el 60% de las exportaciones del país. Se exportan metales como cobre, oro y plata.
Durante tu paso por este pueblo escribiste sobre las pésimas condiciones laborales que tenían los mineros de aquel entonces, así como las consecuencias para el medio ambiente: “… Las cuñas son penetradas con un espantoso instrumento llamado comba, un mazo que pesa entre 28 y 30 libras, demasiado pesado como para poderle dar una dirección...”
Estarás aterrado entonces, querido Alexander, de enterarte ahora mediante esta carta que hoy (más de dos siglos después) la situación apenas ha cambiado. Aunque los dueños de las minas ya no son los colonizadores, sino grandes multinacionales de Canadá o Sudáfrica que extraen las riquezas de los suelos en esta región peruana.
La esclavitud ya no existe, fue abolida hace más de 160 años y quienes hemos leído tus comentarios al respecto sabemos cuánto deseabas que esto sucediera. No obstante, las condiciones de trabajo en el sector minero del siglo XXI no dejan de ser pésimas y me atrevería a decir que incluso injustas. En el reportaje que hice al respecto entenderás por qué.
Además me gustaría adelantarte algo de lo que percibimos mientras caminábamos por las estrechas calles de Hualgayoc, con un frío que nos calaba los huesos. Ello a pesar de que el pequeño pueblo nos recibió con un cielo azul, unas nubes blancas y pomposas y unos delicados rayos de sol que parecían de oro y alumbraban justo la vieja e histórica chimenea de Hualgayoc, en la que se fundían metales. Seguramente tú también la viste durante tu estancia acá.
En la pequeña plaza principal conocimos a varias personas, entre ellas a Nancy. Nos dijo cosas que nos dejaron sin habla. Trabaja en una de las minas a cielo abierto más activas al lado de Hualgayoc y que es casi tres veces más grande que la propia ciudad.
Nancy trabaja en el comedor de esta empresa y nos comentó lo poco que le pagan y lo irrisorio que es el paquete de Navidad que le regalan para toda su familia compuesta por cuatro hijos, sus padres y el esposo. Todo ello, mientras la empresa extrae metales preciosos. Por otro lado, el malestar crece cuando cada día al mediodía la tierra tiembla, debido a las voladuras que se hacen en la mina para acercarse más a los metales preciosos. Algunas casas de adobe se dañan y la empresa paga el arreglo. Antes de iniciar las explosiones en la mina, la empresa manda evacuar a los ciudadanos. ¿Te imaginas lo que significa que te obliguen a salir de tu hogar porque una empresa que extrae metales preciosos crea temblores artificiales debajo de tu casa con las voladuras?
Creo que se ha avanzado poco en ese sentido en comparación con 1802, cuando tú pasaste por acá.
Las historias que nos cuentan en la pequeña plaza principal son similares: tragedias. Sin embargo, muchos tienen miedo de hablar y pasan por la plaza evitando que se crucen las miradas.
Este pueblo vive de la minería. No puede con ella, pero mucho menos vivir sin ella. Un habitante nos comenta que el agua que solía alimentar a Hualgayoc está contaminada. La mina necesita el agua para lavar los metales y en el momento que grabamos el reportaje Hualgayoc no tenía agua potable, ni un hospital. Hay oro en sus montañas y suelos, pero ninguno de los habitantes posee algún objeto de este preciado metal.
Después de las conmovedoras conversaciones de quienes sí quisieron hablar con nosotros empieza a oscurecer. Una tenue niebla cubre la pequeña ciudad entre los cerros y el frío es ya casi insoportable - aunque empiezo a pensar que son las historias y las crudas declaraciones las que me hacen tiritar y no la temperatura: la frialdad que puede llegar a tener el ser humano cuando se trata de oro.
Tristes saludos,
Carolina
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