"Lieber Alexander: No sabes cómo ha cambiado Quito..."
8 de diciembre de 2018Quito, 29 de noviembre de 2018
Lieber Alexander:
Finalmente, después de más de 11 horas de vuelo, llegué a Quito, la ciudad en la que estuviste desde enero hasta junio de 1802. Sí, hoy en día es lo más normal del mundo volar para cruzar el Atlántico. Ya casi nadie lo cruza como tú en aquel entonces, en barco. El viaje se me hizo pesadísimo debido a las turbulencias, pero la verdad es que cuando me puse a pensar en ti y en las travesías que tuviste que hacer cruzando lo que ahora es Venezuela y Colombia, hasta llegar a esta ciudad, dejé de sentirme tan cansada.
¡Qué difícil debe haber sido recorrer todo ese camino por tierra con mulas, caballos y a pie!
Por cierto, Quito es ahora la capital de un país que se llama Ecuador, por estar, precisamente, sobre el meridiano central del mundo, el mismo que midió e investigó el francés Charles Marie de la Condomine, junto con los demás miembros de la Misión Geodésica francesa, aproximadamente medio siglo antes de que llegaras a América. La misión final de esta primera expedición ciéntifica "internacional” (francesa-española), y esto lo sabes tú mejor que yo, fue comprobar la forma de la tierra.
Ya había estado antes en este país, pero nunca en Quito. Lo primero que me impresionó hoy al aterrizar fue lo verde que es esta ciudad. Si bien el día fue algo lluvioso, el sol finalmente ganó y logró abrirse camino entre las nubes.
A lo largo de todo el camino hacia el hotel vi pinos. Pensé que la vegetación de Quito sería similar a la de la sierra boliviana o peruana, pero después recordé que tanto Quito como varios valles alrededor tienen microclimas, algo que tu también describes.
Seguro que las condiciones climáticas cuando estuviste en esta ciudad, entre enero y junio de 1802, eran completamente diferentes. Claro, llegaste en la época fría, y al sector de la colonia española denominada "Nueva Granada”.
¡Por cierto, hoy vi también tu pasaporte! Efectivamente, el pasaporte original con el que viajaste por estos lares.
La plaza central de Quito me parece hermosa. De hecho, todo el centro de Quito lo es. Está rodeado de edificios originales de la época colonial. Muchos de ellos los habrás visto también. Varias iglesias datan, por ejemplo, del siglo XVI, así como la misma catedral en la plaza central.
Los edificios están muy bien mantenidos. Desde lo alto veo un mar de techos rojizos entre el que sobresalen las cúspides de las iglesias.
El centro está lleno de catedrales de esa época. Me llama especialmente la atención la catedral barroca de la Compañía del Niño Jesús, también del siglo XVI, es decir, que ya existía cuando tu estuviste aquí. Lamentablemente no pude tomar fotos para que puedas ver como es por dentro. "Foto” es la abreviatura de "fotografía”: una imagen digital que se hace con un teléfono inteligente. Hoy en día se usan "smartphones” para todo: para tomar fotos, llamar por teléfono, enviar mensajes. Pero te escribiré sobre ese tema en otra carta.
Regresando a la iglesia, siento que es una verdadera lástima que no haya podido tomar fotos del interior. Las columnas entrelazadas, como también el techo y las paredes, están cubiertas por completo con láminas de oro. Es impresionante ver como toda la catedral brilla como una estrella dorada desde el interior y en el centro del altar.
Dicen en los libros que tú no apreciabas el arte barroco, debido a la influencia que tenías de las teorías estéticas de Winckelmann ("Edle Einfalt, stille Größe”: Noble simplicidad, silenciosa grandeza).
Me pregunto si realmente no entraste y no te quedaste impresionado por todas estas iglesias barrocas de la época colonial. Si es así, realmente te perdiste mucha belleza. De todas maneras, déjame decirte que tu preferencia por la estética más "minimalista” está muy de moda hoy en día. Osea que, en este sentido, te sentirías muy a gusto en esta época.
En el museo de la ciudad me invitaron a ver una pequeña exposición sobre tu recorrido por Ecuador. La exposición es pequeña pero muy simpática. Las personas te recuerdan con mucho interés y admiración en esta ciudad, e intuyo que en todo el país. De por sí, los quiteños me parecen sumamente gentiles y bondadosos. En está exposición me mostraron instrumentos de la época, como los que tú usaste durante tu viaje por el "Nuevo Mundo”. Es impresionante como pudiste cruzar estas tierras hace tanto tiempo, y es increíble el apetito científico que tenías.
Estoy constantemente hablando de ti y pregúntando a la gente qué saben sobre tu persona. Por eso, hoy me enteré de que en la Catedral de Quito se guardan libros muy antigüos, que tú supuestamente regalaste en aquel entonces a los clérigos de la catedral. Me llamó tanto la atención que fui corriendo a pedir una cita con alguien quien me pudiera dar más información al respecto. El Monseñor Reinoso me atendió y me dijo que esos libros ya no existen, que alguna vez estuvieron en esa biblioteca, pero que ya no están allí. ¡Me quedé pensando dónde estarán esos libros! ¡Libros originales tuyos!
Ahora sí empiezo a notar la altura, después de haber recorrido las calles del centro de Quito en busca de las huellas que dejaste. Ahora me falta un poco el aire y siento como si hubiese corrido un maratón. Es importante que descanse, ya que mañana me toca subir al Chimborazo, buscando tus huellas.
Un abrazo,
Carolina
P.D.: te dejo un par de fotos para que veas cómo se ve la ciudad de Quito hoy en día. Revisando tus diarios noté también que te fascinaban, tanto como a mí, los encuentros con personas, historias y culturas. Por eso decidí abrir una sección llamada "El rostro”, con cada una de las etapas que hago buscando tus huellas. En esa sección mostraré personas que me impactaron de una manera especial.
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