Lisboa se prepara para recibir a los líderes de la OTAN
19 de noviembre de 2010Para Joao Almeida, chófer de la línea de tranvía lisboeta número 28, una de las más antiguas de la ciudad, que une la céntrica Plaza do Comercio con el castillo de San Jorge, la cumbre de la OTAN que se realiza en la capital lusa pasará -casi- desapercibida.
Su tarea primordial, ejecutada con maestría desde hace años, que el vagón de la "General Electric" de 1949 que conduce con orgullo no se salga de sus raíles al surcar el centro de Lisboa, no se verá alterada por la presencia de los jefes de Estado y Gobierno de los 28 socios de la alianza, incluido el presidente estadounidense, Barack Obama.
"Son ya muchos años conduciendo este modelo y todavía sigue dando muy buenos resultados. Yo, personalmente, prefiero usar los mandos mecánicos, darle a la manivela, para subir o bajar la velocidad, que las pantallas electrónicas de los tranvías modernos", asegura Joao, cercano, por su edad, a una jubilación a la cual le sobrevivirá seguramente su tranvía.
Lo que no sabe Joao
Joao sabe que ni Obama, ni José Luis Rodríguez Zapatero, ni Angela Merkel, entre otros, se subirán al número 28. No obstante, el bramar intermitente y quejoso del motor podría inspirar a algunas mentes de la OTAN acerca de la longevidad de algunos sistemas frente a la caducidad de muchos de los actuales.
Especialmente ahora que la alianza atlántica debe apretarse el cinturón y ahorrar debido a la grave crisis económica que padecen sus miembros, incluidos fuertes recortes en multimillonarios contratos de suministro de materiales bélicos, ejemplos como el anciano "Tram-way" 28 pueden ser un ejemplo de racionalización -obligada- de recursos.
El tranvía de Joao, que escala con inusual celeridad hasta el castillo de San Jorge serpenteando en un osado vaivén por las estrechas callejuelas de la Alfama, tiene puertas -de apertura manual- muy permeables, que dejan colar los primeros fríos del tibio invierno lisboeta.
Su vagón no tiene ni los sistemas de rastreo electrónico sofisticados de un avión-radar AWACS de la OTAN, con su enorme "hongo" sobre el fuselaje, ni el módulo de guiado por infrarrojos de las baterías de misiles estadounidenses Patriot que el secretario general de la alianza, Anders Fogh Rasmussen, querría que los socios de la alianza desplegaran para formar un enorme escudo antimisiles paneuropeo.
Héroe de mil batallas
El "General Electric" número 28 no posee un sistema de guiado por fuente de calor, como las bombas inteligentes de la OTAN. El único guiado es por "fuente humana", y si la columna de mercurio sube un poco es gracias a las revoluciones que genera el motor, insuficiente, no obstante, para mantener cómodamente al pasaje en tiempos menos benignos.
No tiene ni siquiera garantizado el suministro regular de electricidad, la cual, si la curva es demasiado pronunciada se corta, cuando los arpones sobre los cuales va enganchado se sueltan de la red eléctrica urbana, como los trolebuses.
Pero a pesar de sus aparentes carencias estructurales, parece un acorazado. Ha aguantado más guerras que algunos de los mejores tanques Leópard. Ha visto desfilar a miles de manifestantes contra la guerra de Corea, Vietnam, la "revolución de los claveles" en Portugal, las dos guerras del Golfo o Irak, todo sin un rasguño.
¿Podrán decir lo mismo, dentro de unos años, algunos cazabombarderos ultramodernos de la alianza, como los F-18, los Raffale galos, los Tornado alemanes o el Eurofighter?
Autor: Fernando Heller /dpa
Editor: Enrique López