Lo que el Muro de Berlín no pudo encerrar
8 de agosto de 2011Willy F. tomó a su hijo de cuatro años en brazos y lo arrojó por la ventana de su cuarto piso. Abajo esperaban policías de la Alemania occidental preparados con lonas para recibir al pequeño. Era el precio de la libertad en el Berlín que hace 50 años comenzaba a convivir con un Muro.
"Desde el 13 de agosto ocurrieron en esta ciudad cosas de las que sólo podremos hablar abiertamente dentro de muchos años", decía ya en julio de 1962 Heinrich Albertz, luego alcalde de Berlín, en alusión a quienes "sin obligación, reconocimiento ni recompensa arriesgaron su vida por los demás".
Casos como el del padre que arrojó a su hijo -inmortalizado en una famosa foto del pequeño volando en plena caída- fueron frecuentes en la calle Bernauer. La céntrica vía vivió huidas escalofriantes por una particularidad: muchos de sus edificios tenían la entrada en el este y las ventanas en el oeste.
Especialmente tensa fue la fuga de Frieda Schulze, de 77 años: cuando estaba por lanzarse al vacío, los policías de la extinta República Democrática Alemana (RDA) entraron en su casa y llegaron a sujetarla por los brazos, mientras otros vecinos la ayudaban a caer hacia la Alemania occidental colgándose de sus pies.
La filmación de ese aparatoso tironeo de un ser humano entre dos países se exhibe en el nuevo Centro de Documentación del Muro de Berlín, que también muestra una foto del momento en su web: http://dpaq.de/LLPHx
Schulze logró fugarse, pero no todos tuvieron tanta suerte. El 22 de agosto, sólo nueve días después de que comenzara a construirse el Muro, Ida Siekmann murió por las heridas que sufrió al saltar.
Sería la primera de al menos 136 víctimas que intentaron cruzar el "Muro de la vergüenza", como se lo llamó en occidente. Los familiares no podían ver el cadáver ni participar en el entierro. Muchos se enteraron de las verdaderas circunstancias en que había muerto un ser querido sólo tras la apertura de los archivos de la Stasi en los años 90.
Objetivo: frenar el flujo imparable de emigrantes
El objetivo central del Muro era frenar el flujo imparable de emigrantes (unos 200.000 sólo en 1960) y por eso la instrucción frente a un caso de fuga era claro: "Se debe disparar contra los traidores y quienes violen la frontera", ordenó ya en 1961 Erich Honecker, entonces responsable de la construcción del Muro y luego presidente de la RDA.
Aun así, desde 1961 a 1989 lograron huir 5.075 personas, gracias a métodos de fuga cada vez más sofisticados. Algunos de los métodos más ingeniosos se exhiben hoy en el museo junto al histórico Checkpoint Charlie de Berlín (http://dpaq.de/bxavk).
Allí pueden verse diversos automóviles con huecos en el motor para ocultar una persona. También la historia de Bernd Böttger, que en septiembre de 1968 escapó con un mini-submarino de fabricación casera luego fue patentado y fabricado en serie. O la de Renate Hagen, fugada en 1977 junto con su futuro marido, el cantante Theodorus Kerk, dentro de un altoparlante de 50 x 60 centímetros.
Más de 5.000 personas lo intentaron a nado
Más de 5.000 lo intentaron a nado a través del mar Báltico, en una gesta que sólo completaron unos 900 y que costó la vida al menos a 174. Mario Wächter fue el último en lograrlo, el 2 de septiembre de 1989, después de nadar 38 kilómetros en 19 horas.
La película "Night Crossing", de Delbert Mann, inmortalizó otra de las fugas más famosas de la RDA: la vivida por dos familias en 1979 gracias a un globo fabricado en sus casas.
"No teníamos miedo ni estábamos nerviosos", recordó Günter Wetzel, uno de sus ocho ocupantes. Después de un vuelo de 28 minutos, el globo aterrizó sin problemas, pero los fugitivos no sabían dónde. Al ver un policía le preguntaron "¿estamos en el oeste?". "Sí, ¿dónde si no?", respondió sorprendido.
Otro capítulo clave en la historia de las fugas fue el de los túneles. El más famoso de ellos fue construido durante diez meses por estudiantes de Berlín occidental desde una panadería abandonada de la calle Bernauer.
A través de sus 145 metros de largo escaparon 57 personas las noches del 3 y el 4 de octubre de 1964. La hazaña terminó cuando un infiltrado denunció la operación.
Los estudiantes que la habían organizado -entre los que se encontraba Reinhard Furrer, luego uno de los primeros cosmonautas alemanes- publicaron entonces un panfleto que sigue valiendo como defensa de la libertad y de la fuga frente a la opresión.
"El Muro es ilegal. Ayudar a los fugitivos es el reestablecimiento de un derecho", señala el texto. "Quien ayude de este modo a unir a los alemanes está uniendo a Alemania. Y quien une a Alemania supera el principal obstáculo para lograr una Europa Unida".
dpa
Editor: Pablo Kummetz