Los alemanes, los mayores consumidores de bananas
27 de agosto de 2004Según la Oficina Central de Información de Mercados y Precios, los ciudadanos de la Unión Europea han establecido un nuevo récord en el consumo de bananas. El año pasado, en los quince países que hasta ese momento conformaban la Unión Europea se consumieron 4,1 millones de toneladas de bananas, lo cual significa un consumo un 1,2% mayor al del año anterior. De esas 4,1 millones de toneladas, cada cuarta banana se comió en la República Federal de Alemania, en la que el consumo creció en 2003 un 0,8%.
Fruto ultramarino
Del total consumido en la vieja Unión Europea, 2,6 millones de toneladas provino del continente americano: 350 toneladas de Ecuador, 200 de Colombia y otras tantas de Costa Rica. Los 1,5 millones restantes se produjeron en África, el Caribe o en las regiones pacíficas del Asia. También de regiones de la propia Unión Europea, mayormente de las islas Canarias y de las Antillas francesas.
Una dulce carga
Desde que en 1903 entrara el primer barco con refrigeración cargado de bananas a un puerto alemán, nunca antes en la historia de Alemania se comió tanta banana como ahora. Si bien hasta la Segunda Guerra Mundial el consumo de lo que hace entonces era una fruta exótica -calificativo que a nadie se le ocurriría darle ahora a uno de los componentes básicos de la dieta teutona- era mínimo, en 1957 Konrad Adenauer abogó por liberarla de aranceles de importación, en el marco de la fundación de la Comunidad Económica Europea.
Símbolo libertario
Con ello, se le aseguraba al consumidor su precio bajo y las bananas entraron por la puerta grande y en gran cantidad a los hogares alemanes. Las estadísticas hablan de un consumo anual de 102 plátanos por hogar. En la antigua RDA, las bananas escaseaban. No pocos recuerdan las largas colas en espera de adquirir el fruto que entró a formar parte de los símbolos de la libertad. Así no es de extrañar la explosión ascendente de su consumo después de la caída del Muro de Berlín.
Consideraciones ajenas
Esto benefició mucho a Costa Rica, Panamá o Ecuador, países para los que la exportación del banano representa un puntal de su economía. Pero la dicha duró sólo hasta 1995, el año en que la Unión Europea, para proteger su propia producción y la de las antiguas colonias europeas asociadas, estableció impuestos y contingentes gravando la banana americana. A pesar de ello, su consumo ha incrementado, y su precio sigue siendo muy bajo en comparación a los altísimos costos ecológicos que la producción masiva de una sola de sus múltiples variedades ocasiona en los países productores. Pero ninguna de estas consideraciones preocupan al consumidor, para quien la presencia de esta fruta en su mesa se ha convertido en un derecho irrenunciable.