Los lusitanos a la final<br> Portugal-Holanda: 2 a 1
1 de julio de 2004
Una acción que suena a concertada entre el fútbol y la política sumergió a las tierras que van del Minho al Algarve en un arrebato de orgulloso patriotismo. El primer ministro Durão Barroso fue designado para candidato a presidente de la Comisión Europea y el seleccionado nacional está a un paso de conquistar el mayor logro en la historia futbolística del país.
Los mismos competidores
Los representantes del pueblo y la elite del balón, presentándose segura y convincentemente, han dejado atrás a los mismos competidores: Durão Barroso será el sucesor de un italiano (eliminados en los octavos de final), fue preferido a un representante de España (eliminado por Portugal 1 a 0) y sendos de Bélgica y Luxemburgo (que ni siquiera se clasificaron para esta Eurocopa).
Los portugueses han descubierto el "patriotismo moderno", como dice el presidente, Jorge Sampaio, y los aficionados al balompié de toda Europa alaban el entusiasmo y la hospitalidad de los lusitanos, cuya disposición a ayudar más que disimula uno que otro menor déficit organizativo.
Entre los olivares y rodales de alcornoques conquista las almas un optimismo que le hace bien al país. ¿Le hace bien también al seleccionado nacional? Las expectativas y la presión de la afición y de todo el pueblo portugués son enormes.
Controlar el partido
En este encuentro contra Holanda, Portugal salió a controlar el partido, cambiando el ritmo, apostando tanto al juego en equipo, la táctica, la disciplina como a las genialidades de sus estrellas, en un cadencioso diálogo entre el conjunto y las figuras individuales.
A los 26 minutos, la ofensiva controlada da sus frutos: tiro de esquina de Deco, Cristiano Ronaldo salta en medio de una raleada área chica holandesa, en la que se ven más rojiverdes que blancos (Holanda no jugó hoy con su tradicional camiseta naranja) y con soberbio cabezazo hacia bajo no deja chance alguna al guardameta holandés, van der Sar.
En el primer tiempo se multiplican las carreras y filigranas de Figo, sus cambios de frente, sus arranques inesperados, que culminan a menudo en inminente peligro de gol para el arco holandés, ya sea con tiros propios o pases milimétricos a los pies de Deco, Cristiano Ronaldo o Maniche.
Otra perla en el collar
Con un éxito en la elección en Bruselas y una victoria más en Lisboa, Portugal puede agregar otra perla a su collar de momentos estelares este año: 30 años de la Revolución de los Claveles en abril, victoria del FC Porto en la liga de campeones europeos, el título de campeón europeo de selecciones y la presidencia de la Comisión Europea en julio.
El entusiasmo es enorme en y por Portugal, el país que ha preparado este escenario del fútbol europeo, en el que desempeña uno de los papeles protagónicos.
Maniche es quien con un golazo alimenta aún más las esperanzas de los lusitanos. Tiro de esquina corto de Deco, que en lugar de elevar el balón al área se lo pasa a Maniche. Éste levanta la cabeza, otea la oportunidad de gol y saca un disparo de izquierda a derecha que pasa por encima de toda la defensa holandesa y se mete, inalcanzable, junto al poste izquierdo del arco de van der Sar. Grandioso gol de Maniche: una obra de arte. Dos a cero.
El shock
El shock para Portugal viene en el minuto 63. Robben envía el balón por elevación al área portuguesa, donde acecha Van Nistelrooy. Andrade, sabiendo que el goleador holandés se mueve a sus espaldas, trata de despejar el esférico a lo que venga, pero con tanta mala suerte, que éste se eleva, sigue la trayectoria de un arco que dura eternidades, supera a Ricardo y se introduce botando cansadamente, como no queriendo, en el arco portugués.
El partido termina con un calambre de pánico en las tribunas. ¿Alcanzará el 2 a 1? ¿Lograrán los holandeses el empate? Los holandeses lo intentan, pero desorganizados, sin estrategia, apostando a un destello de genialidad de sus individualidades. Pero no lo logran.
Final feliz
Portugal jugó un partido estratégico, sin dejarse mirar en las cartas, disciplinadamente, como equipo, en una noche de fútbol que quedará para el imaginario colectivo del pueblo portugués. En Portugal se terminó el fado, se terminó la resignación. Portugal mereció ganar y ganó.
Justamente un brasileño se enfrenta ahora con el desafío de temperar nuevamente las pasiones desamarradas de los lusitanos. En los cuatros partidos hasta ahora, el seleccionador nacional, Scolari, ha sabido guiar con mano inspirada a la "seleçao" hasta la final. Ahora, Portugal aspira al súmmum. ¿Por qué no? El domingo, los portugueses van por el título.