Los tesoros ocultos de la Amazonía boliviana
14 de febrero de 2018Cuesta asociar la Amazonía, la mayor selva tropical del planeta, con un sitio de interés arqueológico. Lo cierto es que bajo ese manto verde se esconde un territorio largamente habitado, cuyo pasado está siendo explorado con ayuda de la tecnología.
"Siempre se pensó que las grandes culturas se concentraron en la región de los Andes. Ahí estaban los incas cuando llegaron los españoles, y los monumentos de piedra son mucho más visibles. En el caso de la Amazonía, se pensaba en pequeños pueblos que vivían relacionados con la naturaleza en un estado casi primitivo de cazadores recolectores, que nunca alcanzaron un mayor desarrollo", indica a DW la arqueóloga boliviana y docente de la Universidad de Bonn Dra. Carla Jaimes Betancourt.
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Un proyecto arqueológico boliviano-alemán iniciado en 1999 muestra una realidad completamente distinta. La investigación del Instituto Alemán de Arqueología en los Llanos de Mojos, tierras bajas del norte boliviano, indica un poblamiento entre los años 400 y 1400 d.C., el que sería mucho mayor de lo que se pensaba.
Aunque todavía no se puede cuantificar la población prehispánica de la región, se sabe que era mucho más densa que en la actualidad y que los pueblos desarrollaron técnicas agrícolas para asegurar una subsistencia autónoma. "Antes se excluía la posibilidad de que en la Amazonía se hubiera cultivado. Pero con la tala de árboles y el avance de la agricultura en Brasil se han encontrado muchos sitios arqueológicos y se han dado cuenta de que hubo algo mucho más grande de lo que se esperaba", dice el Dr. Heiko Prümers, del Instituto Alemán de Arqueología, en conversación con DW.
Diversidad cultural
Los Llanos de Mojos es una zona de unos 110 mil kilómetros cuadrados, en el departamento del Beni, el más grande de Bolivia. Hoy concentra una gran diversidad cultural, con más de la mitad de los 32 pueblos originarios del país. A pesar de ser un ambiente difícil, con dos estaciones, una de lluvias y otra seca, los pueblos prehispánicos lograron adaptarse al entorno con éxito, creando zanjas para evitar inundaciones y plataformas elevadas para el cultivo y la vivienda.
"Haber sobrevido en un medio ambiente así, para una población muy densa, por unos mil años, es un gran logro, teniendo en cuenta las inundaciones, los tiempos de sequía y la mala calidad de los suelos", indica Heiko Prümers.
En el sureste de Mojos, los arqueólogos alemanes y bolivianos investigaron los montículos monumentales. Se trata de elevaciones de diferentes tamaños, que hoy parecen lomas en medio de la vegetación, pero en realidad son construcciones de forma piramidal sobre plataformas de tierra, acumulada durante mil años. Cubren hasta ocho hectáreas, rodeadas por un terraplén que los circunda, y pueden llegar a medir hasta 25 metros de altura. Aquí se dispusieron cultivos, viviendas y cementerios, y están interconectadas con otras por medio de caminos.
En las tumbas se reconoce una sociedad jerarquizada. En una de ellas, fue enterrado un hombre con ofrendas de materiales traídos desde otras regiones, una placa de metal en la frente, orejeras de metal y un collar de dientes de jaguar. También hay hallazgos de cerámica, pintada con diseños muy elaborados y estéticos.
Selva escaneada con LiDAR
En el noreste de Mojos destacan las grandes zanjas circulares. Ya en 2011, el equipo boliviano-alemán realizó exploraciones en esta zona con la tecnología LiDAR de escaneo láser, la misma que ahora ha causado sensación por los gráficos de asentamientos maya en Guatemala, y que permite hacer un mapa tridimensional de la topografía del terreno y sus construcciones, eliminando la vegetación de las imágenes.
"Fuimos de los primeros que usamos LiDAR para la arqueología en toda la Amazonía -destaca Heiko Prümers-. Es un método que ahorra mucho tiempo y mano de obra para medir y mapear, saber dónde están los sitios, qué tamaño tienen y la relación de las construcciones en el espacio".
En la Amazonía, esta herramienta es especialmente valiosa, por ser una zona extensa, poco explorada, de tupida vegetación y difícil acceso. "Ecológicamente, LiDAR es muy bueno, porque no hay que deforestar para hacer las mediciones arqueológicas", afirma Carla Jaimes.
El trabajo de interpretación y estudio a partir de estas imágenes es clave: "LiDAR nos permitió ver la magnitud de lo que estábamos enfrentando, al comprobar que los sitios circundados por zanjas no eran unidades separadas, sino parte de un sistema mayor, con sitios interrelacionados", sostiene la arqueóloga.
En el futuro, esperan llevar esta tecnología al área de los montículos, donde se calcula que habría unos 350, donde hasta ahora solamente hay tres medidos. Esto significó un año de trabajo con un topógrafo y trabajadores que abrieron las brechas de medición. Con LiDAR estos planos, y con mayores detalles, se harían en un día. "Esto nos permitiría ver cómo seguramente estos grandes montículos estaban interrelacionados y quizás dejemos de pensar que son edificios separados", agrega.
"Las figuras 3D de estructuras piramidales y de las calzadas, diques y canales que rodean los sitios, permitirían ver cómo aprovecharon el paisaje. Este intercambio con el medio ambiente explicaría cómo supieron sobrevivir por unos mil años en esta región", agrega Heiko Prümers.
Biodiversidad: huella del paso del hombre
"Casi siempre se ha pensado en la Amazonía como los pulmones del mundo, donde la gente ha vivido en armonía con la naturaleza sin afectarla, pero los estudios de arqueólogos y ecólogos muestran que toda la riqueza y la biodiversidad de esta región es producto de la actividad del hombre durante miles de años", explica Carla Jaimes.
"Estas culturas amazónicas nos enseñan que el hombre puede ser un buen actor, que incluso puede ayudar a mantener o fomentar esa biodiversidad. Ese es el mayor legado y enseñanza que nos dejaron esos pueblos, pensar que es posible un desarrollo cultural sin necesidad de destruir nuestro medio ambiente".
Nuevos estudios podrían ayudar a aclarar algunos misterios, como la causa del fin del poblamiento hacia 1400. "Esta es una zona muy sensible a cambios climáticos como inundaciones o sequías. Todavía no entendemos muy bien qué pasó, pero cuando llegaron los españoles el área ya estaba desocupada", relata Prümers.
Más tarde vendrían las epidemias, el proceso de conquista y, en la colonia, la explotación del caucho. "Muchos pueblos de la Amazonía fueron esclavizados, se realizó un etnocidio. Actualmente, a pesar de que hay culturas muy fuertes, son vestigios de lo que quedó", afirma Carla Jaimes.
Victoria Dannemann (VT)
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