Muerte en la Loveparade: un año después
24 de julio de 2011Publicidad
Una ceremonia conmemorativa se efectuó este domingo (24.7.2011) en Duisburgo para recordar a quienes murieron camino a la Loveparade de hace un año. Se realizó en la arena Schauinsland Reisen –estadio del club alemán de fútbol MSV Duisburg, con capacidad para 31.500 personas– porque de antemano se esperaba la asistencia de miles de dolientes. Entre ellos estuvo la presidenta del Gobierno del Estado federado de Renania del Norte-Westfalia, Hannelore Kraft, enfatizando la importancia de este acto.
¿Quiénes son los responsables?
A doce meses de la tragedia, los investigadores no parecen haber llegado a conclusiones que les permitan atribuir responsabilidades penales por lo ocurrido. Según un informe judicial citado por el semanario alemán Der Spiegel en su edición del 16 de mayo, la policía local cometió un grave error al hacer coincidir el cambio de turno de los oficiales que custodiaban el túnel de acceso a la fiesta con el momento en que decenas de miles de personas se amontonaban para ingresar al recinto de la Loveparade.
Elaborado en enero por la Fiscalía de Duisburgo, el documento de 400 páginas explica que muchos policías quedaron bloqueados por la masa que, al entrar en estado de pánico colectivo, terminó propiciando la muerte de 21 personas. Peor aún, Der Spiegel menciona que ese escenario había sido previsto: en el seno mismo de la policía ya se había criticado la hora a la que había sido pautado el relevo de unos agentes por otros, justo en la “fase de actuación clave” del operativo, cuando los funcionarios tendrían una capacidad de operación limitada.
El alcalde de Duisburgo, dispuesto a dimitir
En el acta se sostiene que el cambio de turno –que no estaba previsto originalmente– impidió a los policías llegar a su lugar asignado y que se registraron mayores problemas de comunicación de lo que se creyó en un primer momento: los aparatos de radio de los policías fallaron varias veces y también la red de telefonía móvil sufrió interrupciones. Pero el presidente del sindicato de policías, Frank Richter, rechazó esas imputaciones y el Ministerio del Interior se abstuvo de comentar el informe para “no poner en riesgo el éxito de la investigación”.
El pasado 16 de julio, tras haber pedido disculpas a los familiares y amigos de las víctimas, el alcalde de Duisburgo sorprendió a la opinión pública local cuando dijo estar dispuesto a asumir la responsabilidad política si se llega a comprobar que el ámbito a su cargo cometió errores. En una entrevista concedida al diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, Adolf Sauerland aseguró que dimitiría o se dejaría sustituir si las circunstancias así lo requirieran. Él y el resto de Alemania están a la espera de que la Fiscalía haga públicos los frutos de su investigación.
Una calamidad que dejó huellas
El 24 de julio de 2010, la Loveparade, esa célebre fiesta de carácter masivo y talante pacífico en donde cientos de miles de melómanos hacen comunión bailando al ritmo de música electrónica, terminó antes de haber comenzado. 21 personas murieron asfixiadas y más de 500 resultaron heridas cuando el pánico se apoderó de la masa en un túnel que conducía al corazón el evento. Un año más tarde, los habitantes de Duisburgo no dan la impresión de haberse recuperado de esa calamidad.
Entre otras razones porque, temiendo consecuencias penales de peso, todas las instancias relacionadas con la celebración de la Loveparade se han atribuido mutuamente la culpa por lo que aconteció y dejado a los entrañables de las víctimas con la sensación de que en Duisburgo reinan la injusticia y la impunidad. El 27 de mayo de 2011, una compañía aseguradora y la ciudad de Duisburgo acordaron indemnizar a los afectados. Un mes más tarde, se develó un monumento para recordar a los que perdieron la vida en la última Loveparade.
La de 2010 fue la última Loveparade
Al día siguiente del trágico incidente, el organizador de la fiesta techno anual dejó saber que ésta nunca se repetiría. La imagen del evento sufrió un daño inmediato e irreparable. Y recibió otro golpe un año más tarde, cuando las indagaciones confirmaron que el acceso a la fiesta y el recinto de la misma apenas cumplían con los estándares de seguridad requeridos; en otras palabras, que la Loveparade 2010, tal como estaba organizada, nunca debió haber sido autorizada. Mientras tanto, los ciudadanos de Duisburgo seguían clamando por que alguien reconociera su onerosa negligencia.
Nadie sobresalía como posible responsable o co-responsable del suceso hasta que la Fiscalía de Duisburgo anunció el 18 de enero de 2011 que levantaría cargos contra dieciséis personas por homicidio imprudente y lesiones corporales imprudentes: un agente policial, once funcionarios estatales y cuatro empleados de la empresa de eventos Lopavent. Ni el organizador de la Loveparade 2010, Rainer Schaller, ni el alcalde de Duisburgo, Adolf Sauerland –de los personajes de esta historia, el más repudiado por los lugareños–, figuraron entre ellos.
Autor: Evan Romero-Castillo / dpa / dapd / afp
Editora: Claudia Herrera Pahl
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