Maduro blinda su hegemonía comunicacional
25 de agosto de 2017El pasado 23 de agosto, la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (CONATEL) de Venezuela le ordenó a las cableoperadoras locales sacar del aire a dos emisoras colombianas: primero a Caracol Televisión, propiedad del Grupo Valórem, y luego a RCN Televisión, que es parte del conglomerado empresarial Organización Ardila Lülle. Tratándose de una decisión potencialmente polémica, llamó la atención que no fuera el actual director general de CONATEL, sino su predecesor, Andrés Eloy Méndez, quien expusiera públicamente el motivo de esa moción.
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“Teníamos varios meses, por no decir años, tolerando (…) a estos canales que actúan contra Venezuela”, dijo Méndez este jueves (24.8.2017) en entrevista con la estatal Venezolana de Televisión, acusando a los medios colombianos de instigar un magnicidio al transmitir un video en el que el expresidente mexicano Vicente Fox alude al mandatario venezolano, Nicolás Maduro, en los siguientes términos: “Venezuela será libre muy próximamente. Y ese dictador sale. O sale por su renuncia o sale con las patas por delante, en un cajón”.
Dando por sentado que ese comentario es noticia precisamente por su dureza y por la prominencia de quien lo emitió, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el secretario general de la OEA, Luis Almagro, se apresuraron a condenar la censura impuesta a Caracol y a RCN por hacer su trabajo: informar. Juan Roberto Vargas, director de Noticias Caracol, lamentó el incidente, subrayando que Caracol siempre le brindó espacio a “todos los puntos de vista, incluido el del Gobierno [venezolano] que, obviamente, nunca nos habla”.
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Vargas asegura que Caracol no recibió comunicado alguno de CONATEL, pero que veía venir el fin de sus transmisiones en el país vecino. Según Vargas, Maduro ha mencionado a Caracol en al menos ocho discursos, alegando que la televisora es “un medio de la oligarquía al servicio de la ultraderecha” que tergiversa lo que acontece en Venezuela. Radio Cadena Nacional tampoco se ha dado por sorprendida: la censura de los canales internacionales de RCN en Venezuela empezó con la salida del aire de NTN24 el 12 de febrero de 2014.
Esa fue la fecha en que las fuerzas de seguridad venezolanas mataron a tres personas al calor de protestas estudiantiles que luego se volvieron multitudinarias. La Asociación de la Prensa Extranjera (APEX) en Venezuela alerta que, con Caracol y RCN, ya son cinco los canales noticiosos excluidos de la oferta mediática local en lo que va de año; previamente desaparecieron el estadounidense CNN Español, el argentino Todo Noticias y El Tiempo Televisión, de Colombia. ¿Qué gana Maduro con arremeter de manera flagrante contra la prensa?
“La guerra que Maduro y su predecesor, Hugo Chávez (1999-2013), les han hecho a canales noticiosos nacionales y extranjeros se debe a que esas televisoras siempre gozaron de buena sintonía, incluso entre los ciudadanos que constituyeron por mucho tiempo la base del chavismo. En Venezuela, los sectores populares tienen unos patrones de consumo muy sensibles a la calidad de la oferta mediática”, advierte Héctor Briceño, profesor del Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES), adscrito a la Universidad Central de Venezuela.
El consumo mediático en Venezuela
Briceño apunta que es muy reducido el porcentaje de la población que consume los medios de comunicación radioeléctricos pertenecientes al sistema público de información, es decir, las emisoras estatales y comunitarias*. Antonio Pasquali, fundador del Instituto de Investigaciones de la Comunicación (ININCO) de Venezuela y reconocido internacionalmente por sus trabajos en torno a los medios de alcance masivo, coincide con el docente del CENDES, diferenciando entre el grado de cobertura de los medios oficiales y su audiencia.
“Las estrategias fundamentales del oficialismo para alcanzar la hegemonía comunicacional han sido: maximizar el poder de emisión del Gobierno, minimizar el de la disidencia y prohibir la retransmisión de fuentes internacionales críticas. De esas tres estrategias, la primera ha resultado un rotundo fracaso en todos los frentes. Si mal no recuerdo, la televisora internacional Telesur, con sede en Caracas, nunca pasó de un 2,4 por ciento de sintonía y la estatal Venezolana de Televisión no supera la marca del 4 por ciento”, resalta Pasquali.
El especialista hace hincapié en que, en general, la penetración de los medios radioeléctricos en el país es “altísima y de vieja data”, sugiriendo que los bajos niveles de audiencia de la programación estatal no pueden atribuirse a una limitación de su alcance. Briceño agrega que, donde hay variedad de opciones, la gente prefiere consumir medios tradicionales y privados. “La radio y sobre todo la televisión de alcance nacional continúan siendo los medios predilectos y, en consecuencia, los que imponen las matrices de opinión”, dice el investigador del CENDES.
No obstante, existe una lucha entre la televisión de señal abierta y la transmitida por cable o satélite.
“Aunque es lógico que los sectores con menos recursos consuman menos servicios por suscripción, es un hecho que mucha gente en barrios muy pobres instalan antenas y otros dispositivos en sus casas para no pagar por los contenidos que les llegan desde todos los rincones del mundo. En Venezuela, disfrutar de una oferta mediática plural no es sólo una cuestión de poder adquisitivo, sino también de ingenio. Y quien tenga la posibilidad de sintonizar un canal de televisión extranjero, lo preferirá por su calidad”, afirma Briceño.
La pantalla chica, asunto de Estado
El investigador explica que, por más que lo intentan, las televisoras prohibidas por el Gobierno venezolano no logran reponer su audiencia al redirigirla hacia sus transmisiones online. “Decir que recuperan al 25 por ciento de sus espectadores sería exagerado”, opina Briceño. Esto se debe no sólo a que el acceso a Internet es restringido en el país, sino también a que el venezolano promedio no está habituado a ver televisión en la pantalla de una computadora por mucho tiempo. Sólo los videos breves suelen tener éxito online.
“La élite chavista censura y promueve la autocensura en la prensa venezolana desde hace años. No me extraña la embestida contra Caracol y RCN, que asumen una postura crítica frente a Maduro y, de por sí, tienen alta sintonía como televisoras de señal abierta en la frontera colombo-venezolana”, esgrime, por su parte, Ivo Hernández, de la Universidad de Münster, acotando que la hegemonía comunicacional del régimen de Maduro les niega a los venezolanos la posibilidad de obtener información libre del sesgo oficialista.
“Caracol y RCN reportan sobre los venezolanos que entran de a miles al territorio colombiano y, al hacerlo, dificultan que Maduro pueda seguir desmintiendo el éxodo de sus compatriotas, que es un síntoma de la crisis humanitaria venezolana”, agrega el experto de Münster, obligando a preguntar si CONATEL y el Ministerio de Comunicación e Información de Venezuela están en capacidad de aislar al país por completo. “Puede que no lo consigan en términos técnicos, pero lo quieren hacer por la vía normativa”, sostiene Hernández.
“Esas instancias recurren a una jerga muy abstracta, promulgan leyes basadas en nociones muy difusas que alientan la discrecionalidad en el ejercicio del Derecho y en la aplicación de la justicia. Se le da un enorme margen de interpretación a los tribunales y eso fomenta la arbitrariedad. Y con una Justicia como la venezolana, que es cualquier cosa menos independiente, eso es muy peligroso”, alerta el catedrático de Münster.
* Este artículo fue actualizado el 11 de septiembre de 2017. En la versión original se citó erradamente al profesor Héctor Briceño del CENDES: donde se alegaba que sólo entre el 10 y el 15 por ciento de la población venezolana tenía acceso a los medios de comunicación radioeléctricos, debía decir que sólo entre el 10 y el 15 por ciento de la población venezolana sintonizaba los medios de comunicación radioeléctricos pertenecientes al sistema público de información, es decir, las emisoras estatales y comunitarias.
Evan Romero-Castillo (MS)