¿Mal augurio para la Eurocopa?
6 de junio de 2004Se trataba de un clásico. Durante semanas los medios de comunicación alemanes venían hablando y recordando el llamado "milagro de Berna", cuando el equipo nacional alemán, venció en último minuto a los favoritos húngaros. Entonces, año 1954, toda una nación se sintió reconfortada. Este partido se convirtió en símbolo de repunte, del momento en el que la Alemania de la posguerra volvía a tomar carrera para retornar al seno de la comunidad internacional.
Brillo sin gol: Schweinsteiger y Podolski
Pero eso fue en 1954. El juego de este domingo no tuvo nada de heroico, más bien todo lo contrario. El seleccionado alemán se enfrentó a un equipo húngaro de jugadores en su mayor parte desconocidos y sin experiencia internacional y perdió, 2 a 0.
Ni el apoyo de 36.000 espectadores reunidos en el estadio de Fritz Walter de Kaiserslautern ayudo a mejorar el juego alemán. Las posibilidades de gol que se produjeron fueron escasas y aisladas. Sólo dos debutantes, los jóvenes Bastian Schweinsteiger y Lukas Podolski, brillaron, pero tampoco ellos cambiaron la suerte del equipo germano.
Un muro llamado Gabor Kiraly
Alemania se demoró en encontrar su juego y, cuando lo hizo, se encontró con una Hungría bien parada en defensa y peligrosa en el contragolpe, que ya había metido dos goles en el minuto 7 y el 31. Con el 0-2 a cuestas a Alemania de nada le sirvió la mayor posesión de balón, el dominio territorial o los diez saques de esquina que tuvo a favor en la primera parte.
Hungría salió al campo en plan claramente ofensivo, lo que sorprendió a los alemanes. La imagen más frecuente con que terminaban los ataques alemanes era la del meta Gabor Kiraly.