Turismo en antiguas zonas guerrilleras colombianas
6 de octubre de 2021El Guaviare, departamento al sur-oriente de Colombia en donde los pastizales ganaderos se encuentran con la selva vírgen de la cuenca del Amazonas, ha comenzado a recibir grupos de turistas tras la desmovilización de los excombatientes de la guerrilla más grande del continente y luego de la reactivación económica post-pandemia.
Colombianos, franceses y alemanes llegan atraídos por la biodiversidad, las pinturas rupestres que datan de más de 10 mil años, las impresionantes cascadas y los pozos naturales anteriormente invisibilizados por el conflicto armado y el temor a los secuestros. En el Guaviare se siente el compromiso con la paz de miles de excombatientes que, junto a varios campesinos de la región, dejaron de sembrar matas de coca, materia prima para fabricar la cocaína, y decidieron apostarle al turismo sostenible, a proyectos agrícolas y artesanales, con la ayuda de la cooperación internacional y el acompañamiento de las entidades promotoras de turismo colombianas.
Unido a este propósito está Abraham Daza, de 70 años, quien antes vivía de la siembra de 2 hectáreas de coca. Animado por la masiva desmovilización guerrillera en 2016, organizó su finca para que nacionales y extranjeros accedieran a las majestuosas cascadas que pasan por sus tierras y que él mismo bautizó como "Las Delicias”. Algo impensable pocos años atrás.
"Yo mismo abrí las trochas con maquinaria prestada y construí un paso de cemento que permite llegar a las cascadas”, cuenta Abraham Daza. Se trata de una caída de agua de unos 27 metros, rodeada de vida silvestre, en donde se pasean micos, dantas y tigrillos.
Abraham cobra unos 3 dólares de entrada por persona y con esta ganancia surte su pequeña tienda en donde vende golosinas, cerveza, agua y bebidas gaseosas antes de comenzar la caminata. También se encarga de la limpieza de la zona, del mantenimiento y de reforestar su finca, impactada por la tala de selva para la siembra de pasto y cría de ganado.
Y es que la economía guaviarense está volcándose también a la ganadería para dejar de lado los cultivos ilícitos que estimulan el conflicto armado. Incluso algunos exguerrilleros de las FARC, que antes vivían del negocio del narcotráfico, ahora ven en el ganado una opción de vida. Pero el fenómeno se ha descontrolado con la quema y tala indiscriminada de selva, lo que está generando una amenazante deforestación.
"Las vacas se están tragando la amazonía”, dice Pedro Arenas, exalcalde de San José de Guaviare. Y aunque es positivo que las familias dejen los cultivos de coca y se dediquen a la ganadería, deben ser conscientes del impacto ambiental que genera la deforestación. Desde 2016 se ha casi duplicado la tenencia de ganado. Hoy se calculan 500 mil vacas en contraste con las 300 mil que había antes del proceso de paz, concluye Arenas.
Excombatientes
Más de 350 exguerrilleros viven en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) que surgió de los acuerdos de paz en esta zona. Este se ubica a 2 horas de San José del Guaviare, la capital del departamento. Allí vive Dayana Lizeth Barbosa, de 36 años, quién ingresó a la guerrilla con tan solo 13 años. Recuerda que su ingreso a las FARC se dio por falta de estudio y oportunidades. "Uno ingresa por los problemas, un niño que no estudia, tiene que trabajar”, dice Dayana, quien es parte de los 13 mil reincorporados que dejaron las armas durante el gobierno de Juan Manuel Santos. Y aunque muchos se regresaron al monte y a las selvas, "porque les incumplieron lo prometido”, asegura Dayana, son miles los que siguen firmes con la paz, pese al débil apoyo estatal y la estigmatización.
Hoy Dayana tiene una hija de 8 años y, junto a su esposo y comunidad, apuesta por el turismo sostenible. Ofrece visitas guiadas a los espacios donde han asentado sus viviendas, que parecen más bien un pesebre de 300 casitas, comenta Dayana. Allí el turista puede conocer un campamento que han denominado "Vivencia Turística Reincorporados”, en donde los visitantes pueden acercarse a sus historias como guerrilleros, ver cómo vivían, qué comían, en qué dormían y cómo era su día a día.
Dayana y otros compañeros también han intentado vivir del agro, pero la falta de compradores y los altos costos de transporte a otros municipios o ciudades no les permiten un sustento económico más allá de proveerse de algunos alimentos. Siembran plátano, yuca, pimentón, maracuyá, guayaba, entre otras frutas y verduras. Lo que no se come, se echa a perder, dice Dayana, quien comenzó a hacer salsas agridulces a base de pimentón aprovechando la cosecha que se desperdicia. Ella deja el producto en algunos supermercados del casco urbano de San José del Guaviare, con la esperanza de que allí se vendan.
La juventud que le apuesta al turismo
Muchos jóvenes colombianos que estudiaron biología, ecología o temas de medio ambiente, han visto en esta zona amazónica un potencial turístico para explotar. Enrique Rosales, de 31 años, oriundo de Guainía, el departamento fronterizo al este del Guaviare, es uno de esos emprendedores convertidos en guías turísticos, que llegaron para quedarse. "Nadie volteaba a mirar al Guaviare, el proceso de paz ayudó”, dice Enrique, quien hoy estudia turismo para certificarse y así complementar su profesión en estudios ambientales.
"Creo que sí es posible hacer turismo; fuimos pocos los que creímos en ese potencial”, comenta Enrique, orgulloso de su apuesta. Cuenta cómo junto a campesinos, propietarios de fincas y otros jóvenes guías turísticos se organizaron para recibir y atender a los turistas nacionales que están aumentando tras el acuerdo de paz con las FARC y a los extranjeros que tímidamente están retornando a Colombia con la reactivación de los vuelos comerciales. "Está llegando gente de muchas regiones del país, todos los días hay turistas”, dice Enrique, quien asegura estar haciendo más del salario mínimo a punta de esta actividad informal.
El Guaviare fue uno de los departamentos más conflictivos de Colombia, en donde operaba el Bloque Oriental de la guerrilla de las FARC, con al menos 4 mil combatientes. Los enfrentamientos con la fuerza pública y los ejércitos privados al servicio del narcotráfico imposibilitaban el turismo. Hoy la realidad es otra para la capital guaviarense y otras regiones del país que tienen reducida la intensidad del conflicto armado. La población local y los turistas agradecen el proceso de paz y piden más compromiso político para sostenerlo. "Vine por el proceso de paz. Antes había temor de andar por la selva por la seguridad, hoy encuentro tranquilidad, buena comida y paisajes increíbles”, dice Martha Niño, turista de 60 años, comerciante de Bogotá.