Mascarillas, higiene y distancia, lo mejor contra el covid
20 de noviembre de 2021A fines del verano boreal, cuando el número de contagios en el hemisferio norte empezó a disminuir y cada vez había más personas vacunadas, muchos gobiernos relajaron las medidas para combatir la pandemia. La vida social regresó y fue posible ir a restaurantes y a eventos culturales. Incluso los escolares podían sacarse los tapabocas en clases y en algunos países, como Reino Unido, eso también fue posible en buses y trenes. El primer ministro Boris Johnson habló del "Día de la Libertad".
Apenas unos meses después, el número de infecciones crece visiblemente y prácticamente todos los gobiernos debieron reimponer las medidas que habían quitado.
Aparte de las vacunas, hay tres medidas que son especialmente útiles, por su bajo costo económico y social, pero sobre todo por los rápidos efectos que muestran: mantener la distancia, lavarse las manos y usar una mascarilla sanitaria (idealmente FFP2 o FFP3).
Si bien esto ya se sabía, ahora está confirmado por un nuevo metaestudio realizado por investigadores de la Universidad de Monash, en Melbourne (Australia), y del Centro de Salud Global de Edimburgo (Escocia). Los expertos analizaron 36.729 estudios realizados sobre el impacto de las medidas de protección a la hora de controlar la pandemia. La mayoría de esos estudios fueron considerados irrelevantes, pero quedaron 722 sobre la mesa.
Lavado de manos y mascarillas
Tres de los estudios revisados, que en total implican a 10.345 participantes, proporcionaron valiosa información sobre el lavado de manos. Según los expertos, una buena higiene reduce en un 53 por ciento el riesgo de contraer el SARS-CoV-2. Otros seis estudios, con un total de 389.228 participantes, dieron datos sobre la eficiencia de las mascarillas. En este caso, el riesgo de contraer el coronavirus también cae un 53 por ciento.
Los expertos compararon además datos de 200 países en los que se introdujo, con distintos niveles de exigencia, el uso de tapabocas. Acá se demostró que la tasa de mortalidad por COVID-19 era un 45,7 por ciento inferior en los países donde la mascarilla es obligatoria en comparación con aquellos donde no lo es.
Una mirada solo a Estados Unidos mostró que el riesgo de infección en los estados donde la mascarilla es obligatoria era un 29 por ciento más bajo. Posiblemente el hecho de que en este país el transporte público sea usado por menos personas que en otras regiones del planeta juega algún rol en la diferencia estadística. Otros estudios comparativos realizados en Hong Kong y también en Estados Unidos confirman que usar mascarilla ayuda, y mucho.
Tanto mejor si son mascarillas FFP
El químico Ulrich Pöschl, director del Instituto Max Planck de Química en Múnich, dijo a DW que las mascarillas FFP2 reducen la emisión de partículas de parte de quien las usa, pero también la absorción de las partículas del entorno en un 95 por ciento, cifra que aumenta a un 99 por ciento con las mascarillas FFP3. "Esto significa que una mascarilla FFP2 reduce el riesgo de infección a una vigésima parte, y una FFP3 lo hace a una centésima", sostuvo.
Si todos usan mascarilla, los efectos protectores se multiplican. "Entonces obtenemos valores de 4 centésimas para las FFP2 y de diez milésimas para las FFP3. Son valores de efectividad enormes", dice el experto. El hecho de que estos efectos teóricos no hayan sido medidos de esa forma por los investigadores australianos tiene varias explicaciones. Una es que no todos los países impusieron el uso obligatorio de mascarillas con estándar FFP. Otra es que la protección efectiva se logra a esos niveles solo si la mascarilla se usa correctamente.
"La mascarilla es completamente eficiente si se ajusta bien a la cara. Es mejor cuando se pone un sello de goma en el puente de la nariz", enfatiza Pöschl. Pero incluso las mascarillas que no tienen ese alto nivel son buenas. "Cualquier mascarilla es mejor que ninguna mascarilla", dice el experto.
Mantener la distancia: cero contacto, cero infección
Sin embargo, la medida más eficaz contra los contagios es, sin duda, el distanciamiento físico, escriben los expertos. En su forma radical, esto significa el aislamiento total a partir del confinamiento de la sociedad entera.
Este método es conocido también como "estrategia covid cero", porque lo que busca es el cierre total, lo que implica el estancamiento de la economía, la sociedad y el tiempo de ocio, al menos a nivel regional, incluso en el caso de contagios aislados. El fin es que no haya más casos de COVID-19 y, si se descubre alguno, se hará todo lo posible para contenerlo de inmediato y volver a una tasa de infección cero.
Solo cuatro países han tomado este camino. El primero fue China, cuyo régimen dictatorial no tuvo reparos en pasar por encima de los derechos individuales y humanos y emplear a fondo su eficiente sistema de control, del que los ciudadanos no pueden escapar. Lo mismo se aplica para Corea del Norte, aunque en este caso no hay datos confiables y por eso no fue incluido en el metaestudio realizado por los investigadores australianos y escoceses.
Hay otros tres países que han recurrido al "covid cero": Australia, Nueva Zelanda y Singapur. Todos tienen en común ser estados insulares, lo que facilitó el cierre fronterizo desde el comienzo de la pandemia. Para tener éxito, tuvieron que contener rápida y de forma resuelta cada caso que surgiera, incluso si para ello los gobiernos tuvieron que asumir grandes costos y aplicar cargas temporales a los ciudadanos, a la sociedad y también a la economía.
Los investigadores no sugieren que este modelo pueda aplicarse en muchos países. Por un lado, la pandemia hace tiempo avanzó lo suficiente como para que sea imposible el objetivo de "covid cero" a nivel mundial. Por otro lado, muchos países no pueden permitirse volver a frenar sus economías. Por ello, es necesario buscar fórmulas más asequibles: mantener la distancia, trabajar desde casa, usar mascarillas y lavarse las manos. Son medidas sencillas y cuya aplicación es rápida y de efectos medibles en el corto plazo.
(mn/lgc)