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Con la llegada de la navegación a vapor el Rin se convirtió en uno de los destinos predilectos en Europa. Esto se debió en parte a que muchos artistas del Romanticismo alemán se inspiraron en este paisaje fluvial. El sinuoso caudal con su fabuloso Peñasco de Loreley, sus viñedos en terraza, las pintorescas ciudades de casas entramadas y sus numerosos castillos hacen de este valle un paraje único, declarado en 2002 Patrimonio Cultural por la UNESCO.