Mediterraneo: ¿En dónde están los refugiados?
28 de agosto de 2017Quise enterarme personalmente de la situación. Por eso volé al puerto italiano de Catania. Al día siguiente abordo un barco de la Guardia Civil española. Acompaño a la misión Frontex de la Agencia Europea de Guardias de Fronteras en el Mar Mediterráneo.
Aquí parece como si la crisis de refugiados hubiera terminado: anclados en el puerto se ven barcos de las ONG humanitarias SOS Méditerranée y Médicos Sin Fronteras, así como barcos de la Guardia Costera italiana. Según Frontex, desde la segunda quincena de julio, han llegado a Italia menos refugiados de Libia o de Túnez. Durante los primeros siete meses fueron más de 94.000, lo mismo que hace un año. Y en las primeras tres semanas de este agosto, "sólo” habían llegado 3.000 refugiados, cuando un año antes llegaron 21.300 en el mismo período.
Historias de gente que paga con su vida
Rumbo a altamar, la tripulación me muestra imágenes de los rescates en los últimos meses de más de 1.000 náufragos en diez botes inflables. Barcos llenos de niños, mujeres y hombres asustados. Historias de gente que casi paga con su vida la esperanza de vivir dignamente.
El Río Segura es un barco de la Guardia Civil con siete años de edad y 73 metros de longitud, que no fue pensado para el transporte y alojamiento de más de 1000 personas. "El capitán sabía que era un riesgo subir a tantas personas a bordo, pero si no hubiera hecho los náufragos se hubieran ahogado”, recuerda el policía Juan Carlos Pérez Marfil.
Este barco es una muestra de cómo la experiencia con los inmigrantes también ha cambiado las labores de la policía. La Guardia Civil debe asegurar las fronteras españolas, detener a narcotraficantes y detectar a pescadores ilegales.
Pero desde el año 2000 miles de personas huyen en masa de África a España y la policía se convirtió, poco a poco, en un rescatista marino. Los buques se han adaptado a esta labor: áreas especiales y puertas que facilitan el rescate, grandes depósitos de chalecos salvavidas, baños adicionales. Condiciones que ya han llegado al límite en diferentes ocasiones en el Mar Mediterráneo, entre Sicilia y Libia.
La misión que acompaño lleva 21 horas de duración, cuando vemos un chaleco salvavidas flotando cerca de la isla de Pantelleria alrededor de las 9 de la mañana. Unos minutos más tarde, la nave reduce su velocidad. El capitán Francisco Alba Sánchez cambia de rumbo. La tripulación inspecciona la situación desde el puente. Utiliza radares y cámaras especiales apostadas en el mástil. Falsa alarma.
Después de diez minutos, el Río Segura retoma su curso. El destino es la frontera marítima internacional con Túnez. Allí los 33 hombres y una mujer se proponen patrullar. Alrededor del mediodía llegamos a la zona. Recorremos el área a 5 nudos de velocidad.
¿En dónde están los refugiados?
El rumor de supuestos botes con refugiados no se confirma. Regresamos a Trapani, en Sicilia. La tripulación está visiblemente sorprendida de que desde el comienzo de su misión, el 13 de julio de 2017, no han tenido que salvar a nadie más. Nadie sabe por qué. La portavoz de Frontex, Paulina Bakula, a bordo, habla de la creciente actividad de la guardia costera libia. También hay noticias de enfrentamientos armados cerca de la ciudad costera de Sabratah.
Desde Trapani regreso por tierra a Catania. El presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, se reúne con el director de Frontex, Fabrice Leggeri. Tajani dijo luego que habría que invertir miles de millones de euros en África para crear oportunidades para la gente en sus propios países. Y habla de la necesidad de cerrar el corredor a través del Mediterráneo. "Existe el riesgo de que los terroristas islámicos entren con los refugiados”, agrega.
Esta preocupación no parece encajar con la imagen de absoluta gratitud que el capitán de la Guardia Fronteriza española me había descrito el día anterior, cuando atracaba en el puerto con los mil salvados, los refugiados se pusieron de pie y aplaudieron. "Me erizo cuando lo recuerdo”, dice Sánchez.
Yo me erizo en el puerto de Catania, pero por otra razón: el Presidente del Parlamento Europeo declara la ruta de los refugiados como una puerta de entrada para los terroristas a Europa. Después de todo, esto significaría que las organizaciones de ayuda, marineros y guardacostas podrían potencialmente ayudar a un terrorista con cada ser humano que rescaten de las aguas.
Por supuesto, que eso no se excluye. Pero la imagen del presidente del Europarlamento parece distorsionada. Tan distorsionada como la reducción del número de refugiados. Todos saben que, en cualquier momento, pueden ser miles los que tengan que rescatar. El número de personas que esperan entrar a Europa es, sencillamente, demasiado grande.
Markus Böhnisch (jov/vt)