Mercosur: encallado entre lo que es y lo que debería ser
23 de julio de 2009Luchar como los tres mosqueteros de Alejandro Dumas, todos para uno y uno para todos; ese era el objetivo del Mercado Común del Sur cuando Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay crearon la red de cooperación para fortalecer la integración entre los países de Sudamérica. Pero hoy, cuando acaba de cumplir su mayoría de edad –en marzo cumplió dieciocho años de fundado– y está por consumarse su XXXVII cumbre en Asunción, Paraguay, la percepción que se tiene del Mercosur es la de un proyecto prometedor que no termina de arrancar.
Quizás se espera de él más de lo que está en capacidad de ofrecer. En Latinoamérica se preguntan por qué el Mercosur brilla por su ausencia como mediador cuando surgen tensiones geopolíticas en la región. Esa es una pregunta que puede contestarse con otra: ¿Cómo puede el Mercosur convertirse en un actor con peso político si ni siquiera ha alcanzado del todo las metas que se propuso en su ámbito de competencia principal, el comercio?
Un sueño postergado
“El Mercosur es una zona de libre comercio imperfecta y todavía no se ha transformado completamente en una unión aduanera”, afirma Claudia Zilla, politóloga especializada en América Latina e investigadora del Instituto Alemán para Política Internacional y de Seguridad de Berlín. “Este sistema de integración ha perdido importancia como trampolín para que sus miembros salten al mercado internacional, pero también su dimensión política ha perdido relieve. ¿Cuál es la posición del Mercosur frente al tema de los cambios climáticos o frente a la crisis financiera global? Se ha oído hablar de la posición de los países del G-20, en donde están representados Brasil, Argentina y México, pero cuál es la posición del Mercosur en este contexto”.
El hecho de que esta red de cooperación sólo funcione a escala intergubernamental y no como bloque explica parcialmente su poco peso político; el Mercosur carece de instancias con influencia supranacional. Por otro lado, la diferencia de opiniones y las querellas entre los países que lo integran comprometen aún más su potencial como interlocutor de dimensión continental. Después de todo, el Mercosur se ha venido ampliando desde 1991 y ahora incluye como Estados asociados a naciones con gobiernos tan disímiles como Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.
De bajo perfil en Latinoamérica
Para poder transformarse en un actor político influyente en Latinoamérica, el Mercosur tendría que propiciar una mayor coherencia interna y participar en la escena internacional como un bloque más homogéneo, como una unidad. O, por lo menos, demostrar que puede arbitrar efectivamente los conflictos políticos que surgen entre sus propios miembros, como el que tuvo lugar entre Uruguay y Argentina debido a la construcción de dos fábricas de papel a orillas del río Uruguay sin la consulta previa del organismo binacional que administra el cauce de ese río fronterizo.
“Durante la crisis política de Venezuela, un país del Mercosur tuvo la iniciativa de crear el club de los ‘Amigos de Venezuela’; otros países se sumaron a esa iniciativa, pero no fue el Mercosur como organización el que promovió la idea. En la crisis entre Colombia y Ecuador fue el Grupo de Río el que intervino; en la crisis interna boliviana fue la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) la que intervino. En fin, otros sistemas de integración o redes de cooperación han intervenido políticamente cuando ha habido coyunturas en la región que lo ameritaban y demostrado mayor protagonismo que el Mercosur”, comenta Zilla.
La crisis hondureña como prueba de fuerza
La crisis institucional en que vive Honduras desde que su Presidente, Manuel Zelaya, fuera objeto de un golpe militar en junio de este año, supone una oportunidad para que organizaciones regionales ejerciten sus músculos como mediadores políticos. Lo que algunos observadores internacionales dudan es que el Mercosur esté entre los organismos con potencial para generar soluciones.
“El Mercosur no es importante para Honduras porque su intercambio comercial con los países que lo integran no es muy grande. Dos tercios de las exportaciones de Honduras van a los Estados Unidos y su segundo mercado cautivo es la propia América Central”, explica Peter Peetz, investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos del German Institute of Global and Area Studies (GIGA) en Hamburgo.
Mercosur y Brasil son una cosa, Lula es otra
“Sin embargo, pienso que países como Brasil pueden participar en las negociaciones para que Honduras salga de esa crisis. Lula, siendo un presidente de izquierda moderado, está en capacidad de mediar porque no se le acusaría ni de estar apoyando la agenda izquierdista de Manuel Zelaya ni de estar apoyando al gobierno conservador de Roberto Micheletti”, sostiene Peetz, cuyo campo de investigación es el desarrollo político, económico y social en Centroamérica.
Claudia Zilla agrega enfática: “No es sólo Brasil, sino también y especialmente Lula quien tiene capacidad para jugar efectivamente el papel de mediador en la región. Más que los recursos de Brasil como poder emergente, son sobre todo los recursos de Lula como figura política los que lo convierten en un personaje con alto nivel de aceptación en su país y en Latinoamérica en general. Esa es su gran ventaja”. Visto de esa manera, el próximo reto del Mercosur podría estar en no dejarse opacar como sistema por las carismáticas personalidades que acoge en su seno. Luiz Inácio Lula da Silva es una de ellas, Hugo Chávez es la otra.
Autor: Evan Romero-Castillo
Editor: Pablo Kummetz